El Museo del Prado reúne en el Claustro de los Jerónimos de forma permanente una selección de obras labradas en mármol de gran calidad realizadas por artistas nacionales e internacionales que combinaron la herencia clásica con la innovación de su tiempo
A lo largo del siglo XIX el tema del desnudo y la inspiración en los modelos clásicos fue tratado por distintos autores nacionales e internacionales, que lo interpretaron desde diversas perspectivas. En 1807 José Gines realizó el grupo Venus y Cupido en una estética neoclásica, modelado con extrema delicadeza, a partir del estudio de los vaciados de esculturas clásicas que conoció en España.
José Álvarez Cubero trabajó en Roma en una clave similar, y en 1808 modeló el Joven con cisne, inspirado en las obras de su maestro Antonio Canova. En ese mismo entorno, el danés Bertel Thorvaldsen, instalado durante prácticamente toda su vida en Roma, inició la talla de una figura de Hermes en reposo. Una fortuita caída de la escultura, que ya no permitía esculpir el pétaso, junto con la aparición de vetas en el vientre de la figura, hizo que dejara que fueran sus colaboradores quienes la concluyeran en 1824.
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Avanzado el siglo, y con una visión idealizada, de gran éxito entonces entre los temas orientalizantes, Scipione Tadolini, perteneciente a una amplia saga familiar que ocupó todo el siglo XIX hasta la década de 1960, talló en 1862 La Esclava con un tratamiento de gran minuciosidad y perfecto acabado.
Finalmente, el irlandés John Henry Foley concluyó hacia 1872 el retrato de Charles Bennet Lawes como atleta victorioso en reposo, quién a pesar de sus grandes éxitos deportivos juveniles en Eton y Cambridge, ya tenía casi treinta años, por lo que su estudio anatómico, que partía de modelos clásicos, combinó la exquisita factura con el realismo fidedigno.
A través de estas obras el Museo del Prado invita a sus visitantes a descubrir cómo estos artistas combinaron la herencia clásica con la innovación de su tiempo, dejando un legado artístico que trasciende las épocas.