Manu Garrido pinta el mar de colores

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Manu Garrido comenzó a pintar con 8 años en clase de dibujo en la escuela El Palomar, un edificio histórico del centro de Málaga donde al parecer impartía clases de pintura José Ruíz Blasco, el padre de Picasso. Por diversas circunstancias abandonó la pintura o esta lo abandonó a él, y se ha dedicado con pasión a navegar con vela y competir con regatas.

En 2018 volvió su pasión por la pintura. Su mundo sigue siendo el mar, un mar de colores. Es más un colorista que un dibujante. Procura apresar por medio de la pintura, de la escultura, de la fotografía, lo que el mar le susurra, pero es como si no alcanzara: el mar, como el saber, como la libertad, “siempre recién naciendo”.

No obstante, esta insatisfacción es la que lo impulsa una y otra vez, sin fin, a volver a intentarlo con otras formas y colores que logren transmitir de manera aproximada, nunca definitiva, el mar que experimenta y percibe. Ha logrado crear un estilo que identifica todas sus creaciones y le distingue con esa estela de colores que le acompaña, independientemente de la modalidad que elija para expresarse.

El mundo de su arte gira, por tanto, en torno al mar, y ya sea desde los colores de la pintura, desde la geometría y el juego de luces y sombras de la fotografía o desde la sensualidad de las tres dimensiones de la escultura, busca apresar y compartir el mar que experimenta.

“El Palomar”, taller donde impartía clases de pintura José Ruíz Blasco, padre de Picasso, en Málaga.

Un amigo de la infancia, el escritor José Antonio Garriga Vela, espectador cómplice de su obra, ha dejado testimonio de su experiencia al contemplar Mar de ilusión: “A través del ojo de buey contemplo las bellas fotografías de Manu Garrido. Que me traen recuerdos del niño que fui. Aquel mapa mudo y misterioso de la Infancia por el que navegaban héroes y fantasmas. Mis ojos curiosos miran fascinados los colores y figuras que dibujan las olas del mar y las nubes del cielo. Un horizonte infinito, sin límites ni fronteras”.

El arte logra elevar lo particular a universal. Y con la visión de otros, consigue ampliar y enriquecer nuestro mundo. Marcel Proust lo expresó de modo memorable: “Sólo mediante el arte podemos salir de nosotros, saber lo que otro ve de ese universo distinto del nuestro y cuyos paisajes nos serían tan desconocidos como los que pueda haber en la luna. Gracias al arte, en lugar ver un solo mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, y disponemos de tantos mundos como artistas originales”.

El neurólogo y escritor Oliver Sacks lo describió así: “El lenguaje, la más humana de las invenciones, posibilita algo que, en principio, no debería ser posible. Permite que todos nosotros, incluso los ciegos de nacimiento, veamos con los ojos de otros”.

Sebastián Gámez Millán

Un mar de colores

Una exposición de Manu Garrido

En Trocadero Casa de Botes (Muelle Uno de Málaga, paseo de la Farola 25)

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