El pintor malagueño recorre un cuarto de siglo de su trayectoria creativa en el Centro de Interpretación Turística de Torremolinos (Málaga) con una exposición focalizada en las ciudades, los silencios y los refugios. Hasta el 6 de septiembre
¿En qué se parece la experiencia del arte a la de viajar? En que ambas nos alteran y transforman para llegar a ser lo que somos, y si no lo consiguen –¿dependerá acaso de nuestra mirada y recepción?–, es como si el viaje no dejara huella en nosotros, como si no hubiera tenido lugar. Se diría que viajar es salir de sí, tocar lo desconocido, lo extraño, y volver a sí enriquecido por la otredad. Con el sugerente título de una canción de Franco Battiato, el pintor Javier Peinado (Málaga, 1976) nos invita a recorrer un cuarto de siglo de su trayectoria creadora. La metáfora de la vida como un viaje está tan profundamente arraigada en la conciencia colectiva de nuestra cultura, desde la Odisea de Homero a la Ítaca de Kavafis, que acostumbramos a creer que la vida es un viaje. Y aun siendo consciente de que se trata de una metáfora existencial, es muy difícil no representar la vida como un viaje.
Estructurada en tres partes, me atrevería a afirmar que el hilo conductor es la pintura y la ciudad o, si se prefiere, los procesos de creación y las ciudades. El tema de la ciudad se encuentra estrechamente vinculado con la modernidad. Salvo contadas excepciones, nacemos, crecemos y morimos en ciudades, que probablemente sea la mayor creación humana, pues en ellas nos modelamos como seres humanos y su vez las moldeamos a imagen y semejanza nuestra.
La primera parte se titula “Ciudades”. Uno de los referentes artísticos de Javier Peinado es Antonio López (Tomelloso, 1936), de quien ha recibido enseñanzas y uno de cuyos temas medulares es la ciudad, concretamente Madrid. Aunque como es natural Málaga es motivo recurrente en la obra de Peinado, basta pensar en esa imagen del Soho que desemboca en el río Guadalmedina, cerca del Centro de Arte Contemporáneo, aquí las ciudades se multiplican, como es relativamente común en la experiencia viajera de los ciudadanos del siglo XXI, por lo menos de no pocos países. De ahí que aparezcan Venecia, Londres, Bucarest…
Tal como se apreciará, Peinado es un pintor figurativo que domina con indudable técnica el realismo, pero a lo largo de su carrera y, sobre todo, en los últimos años, sin renunciar a la figuración ha experimentado con otros registros alcanzando una notable diversidad de búsquedas y hallazgos expresivos. Dicho de otro modo: aunque el dibujo es seminal en el arte como líneas que trazan el límite entre lo visible y lo invisible, sospecho que Javier Peinado no quiere encorsetarse a los dictados, en ocasiones reduccionistas, de la mímesis, imitación y representación de lo real tal como aproximadamente lo percibimos. Por ello se abre a explorar otros caminos donde la luz y fuerza del color cobran prioridad con respecto a la línea.
Destacaré sólo dos piezas de esta sección: Barcelona, compuesta por una imagen del puerto en forma de díptico con una parte en sombra y otra en sol que, si bien parece fotográfica, a medida que nos aproximamos vemos que hay líneas de fuga que reflejan la ciudad en tránsito, en movimiento, viva. Y London, donde advertimos un devenir de la materia, en primer plano, a la figuración, al fondo, en un viaje de ida y vuelta sin término.
“Silencios” es el título de la segunda parte. Aquí resaltan algunos resplandecientes paisajes de nieve. Otro aspecto en común entre las diferentes modalidades artísticas es el silencio. Todo arte aspira a crear, a convocar silencio, espacio de acogida e introspección. Pues el poder transformador del arte opera bajo el silencio y la soledad.
Por último se encuentra “Refugios”, que siguen siendo espacios de ciudades, fragmentos de calles, rincones, lugares donde cobijarse de la intemperie. Fernando Pessoa escribió en el Libro del desasosiego: “Paso horas, a veces, en el Terreiro do Paço, a la vera del río meditando en vano”. Lejos de ser una forma de malgastar el tiempo –perder siempre se pierde, sólo que a veces se siente malgastado y otras no–, antes bien es una forma de recogerlo, salvarlo. En el mundo tecnológico y extremadamente acelerado en el que vivimos, con los dispositivos móviles con los que nos asomamos al mundo pero no vemos lo que está ahí, se me antoja una experiencia cada vez más rara, cuando es sumamente importante para ordenar la vida interior y la salud mental.
Sin embargo, esta experiencia guarda un aire de familia con el proceso creador, tal como indicó José Antonio Muñoz Rojas, donde el ejercicio de contemplación es esencial:
“Tu oficio, poeta, es contemplar,
que todo se te escriba dentro; luego,
quizá leer allí mismo, quizá decir a los otros
lo que allí mismo, escrito, tú lees”.
¿Acaso no le sucede al pintor, que tal vez ha contemplado y habitado todos estos espacios figurados como quizá nadie lo ha hecho? Creo que todas estas vistas de ciudades, avenidas, calles, puertas, ventanas… trazan el rostro secreto de Javier Peinado, que ha dejado de ser durante horas y días y años para que estas pinturas, estos fragmentos de ciudades, sean para todos nosotros. Con ellos nos invita a viajar, a mirar de otro modo, tanto a las ciudades como a nosotros.
Sebastián Gámez Millán
Datos útiles
INVITO AL VIAGGIO. CUADERNOS 1999-2024, de Javier Peinado
Centro de Interpretación Turística de Torremolinos, (Carretera del Tajo, 11)
Se puede visitar de manera gratuita hasta el 6 de septiembre de 2024, en horario de 10 a 14 h.