Óleo referencia en su carrera, La puerta roja se incorpora a la exposición que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza dedica a la artista bajo el título El realismo íntimo de Isabel Quintanilla y de la que Descubrir el Arte publicó un amplio reportaje en en el número 302. Hasta el 2 de junio
Ya en el año 2015, la propia Isabel Quintanilla (1938-2017) solicitó a su propietario el préstamo del cuadro para formar parte de otra exposición, Realistas de Madrid, con la que el museo homenajeó a todos los artistas del grupo. En esa carta la artista se refería a La puerta roja como “una obra principal en mi producción”.
La petición fue denegada entonces y se retomó en 2021, cuando comenzó a gestarse la actual retrospectiva de la artista. Sin embargo, hasta ahora no se han resuelto las gestiones que finalmente han autorizado su traslado desde Alemania, lo que permite que el óleo pueda verse de nuevo en España, después de 28 años.
La puerta roja (1978)
La obra muestra la puerta principal del estudio que el matrimonio López-Quintanilla tenía en la calle Primera de Madrid. Por primera vez, Quintanilla pinta aquella puerta abierta de par en par. En el lienzo conviven con maestría la luz natural del exterior y la luz artificial que ilumina el interior del hall y que tanto interesaba a la artista.
A diferencia de los pintores holandeses que, en sus escenas de interiores, inauguraron la tradición de pintar una figura de espaldas (normalmente una mujer) en el centro de la composición, Quintanilla insiste en evitar la figura humana y deja al espectador que ocupe el mismo lugar desde el que ella disfruta de la vista de su jardín. Esa ausencia tan buscada por la artista no oculta que ese sea un espacio vivido: alguien ha encendido la luz, atendido la llamada de teléfono y accedido por aquella puerta, que siempre estuvo abierta para amigos, familiares y colegas.
Sobre la exposición
La muestra reúne 90 obras de toda su carrera, incluyendo sus pinturas y dibujos más sobresalientes, muchas de ellas piezas nunca vistas en España por encontrarse principalmente en museos y colecciones de Alemania, país en el que tuvo un destacado reconocimiento en los años 1970 y 1980. Quintanilla vivió y trabajó en un momento de la historia de España en el que las mujeres artistas no tenían ni el peso ni el protagonismo del que disfrutaban los artistas masculinos, aspecto que no pasaba por alto en sus declaraciones públicas para reivindicar así el valor de su trabajo y el de sus compañeras.
La pintura de Isabel Quintanilla es resultado de un dominio rotundo de la técnica y de un oficio adquirido en distintas escuelas, pero, sobre todo, de un trabajo continuado en el tiempo. La artista se refería siempre a la lucha constante que supone resolver los problemas que la pintura plantea a todo aquel que quiere valerse de ella para experimentar la realidad de otra manera.
La selección de obras propone un recorrido evocador que sumerge al visitante en el “mundo Quintanilla”, protagonizado por sus objetos más personales, por la intimidad de las estancias de los diferentes domicilios y talleres donde vivió y trabajó, así como por su familia y sus compañeros. Un universo en el que el visitante va a reconocer ambientes y objetos que activarán sus emociones, objetivo que estuvo siempre presente en la autora. Como ella misma afirmó en numerosas ocasiones, la pintura era su vida y su vida era la pintura.
Datos útiles
El realismo íntimo de Isabel Quintanilla
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (Madrid)
Hasta el 2 de junio de 2024