Esta exposición funciona como una metáfora personalizada de la búsqueda incansable de la felicidad a través de la textura del sentimiento óptico, hecha fantasía de color y donde la naturaleza reina a cada despertar. En el Espacio Cruz Bajo hasta el 30 de marzo
¿Dónde reside lo positivo? ¿En qué momento del día nos encontramos mejor? Más llenos de energía y ésta fluye… En el caso de Elena Arrese (Tolosa 1966) está claro, al amanecer. Y así nos lo hace saber a través de su colorista pintura, brillante, delicada, cristalina, como sus ojos, vidrieras que afloran su natural personalidad, alargada, casi celestial.
Porque aquí no hay añagazas, sino sentimiento puro, el que nace renovado cada día, cada mañana, al alba, o al amanecer, como más nos guste interpretarlo y se diluye a lo largo de la jornada, dulce, como un azucarillo, hasta llegar al ocaso, al sueño soñado, a la postre, a un final que no es tal, sino un trampantojo artístico que da paso a un nuevo amanecer, eclosión de vida, puesta en marcha, así como una noria gira, una rueca en la prolongación del tiempo existencial, una licencia que es la vida en sí, hecha arte.
Vasca de nacimiento, pero con arraigo en Madrid, la muralista e ilustradora, licenciada en Geografía e Historia por la universidad de Deusto, nos invita con esta nueva serie a participar en éste su sentir actual, que exhibe con acierto el Espacio Cruz Bajo.
Un recorrido de emociones en diferentes formatos, maxi y mini, chispeantes colores del arco iris y cálidas texturas donde la escultura, de reciclaje, adora el planeta y lo cuida dando una segunda oportunidad, también goza de un pequeño altar.
Y es que su particular lenguaje multidisciplinar, como ella, muchas técnicas en una, más allá de lo estudiado “mi vida dedicada al Arte”, casi sonoro, onírico, del color y los materiales ensamblados, constituye el pasaporte vigente de entrada a su peculiar mundo, quizá de fantasía evasión, salpicado de pan de oro y brillantina, del recuerdo de una infancia feliz, de juegos y “colección de cromos atípicos y caros”, como recuerda, donde la Naturaleza como madre absoluta comprende el marco único que lo invade todo para disfrutar.
Obra con sello autóctono, con raza, fuerza y sentido pleno que ha vestido espacios, de forma colectiva e individual, más allá de nuestras fronteras nacionales: Estados Unidos, México, Grecia o la ahora dañada Turquía.
“Aquí están mis amaneceres y mis ocasos. Las luces y las sombras” -señala la artista- de una vida vivida, en ratos de introspección, en familia, con amigos, bien arropada, que componen el devenir de un día sin más. Flores cautivadoras por su aroma y atractivo, vegetación en ebullición, salvaje, en exceso puro, como le gusta. Cielos abiertos y retorcidos divisados desde su retiro que presagian el calor, el frío o la lluvia persistente del norte que define a esta creativa “metáfora de la vida y la muerte”. Los dos polos de lo natural.
Fiel reflejo de lo que es y cómo se siente a través de los materiales utilizados a tal efecto, para conseguir la mejor expresión ética, sentimental de sí misma, como una ofrenda o veneración artística. El liviano y volátil papel, la esponjosidad suave del lienzo, el frágil cristal quebrado. Pautas que reflejan la rebeldía de un impresionismo lejos de los cánones, sin reglas, con permiso de su maestro Matxin Labayen.
Creadora de álbumes artísticos como “Mitxoleta” y “Art-Panel”, de grandes murales premiados, en la obra plástica de Arrese todo fluye en constante armonía, natural como la vida misma, como tiene que ser, impulsado por el calor del astro rey que ha puesto allí su tienda y vence cada día a las tinieblas de la noche, también presentes en sus manifestaciones y, descansa en la alcoba como testigo y, sale así, cada mañana, para iluminar de amor todas las cosas bellas, ahora, aquí retratadas al albor de un esperado nuevo amanecer.
César Serna
Datos útiles
Elena Arrese
Espacio Cruz Bajo (calle Don Ramón de la Cruz, 15 bajo. Madrid)
Hasta el 30 de marzo de 2023