El artista Borja Isbert presenta en la galería de arte David Bardía su particular visión del mundo plasmando con su realista pincel los diferentes momentos de un día cualquiera en distintos espacios y tiempos como su Madrid natal, la cosmopolita Nueva York o la siempre bella y decadente ciudad de La Habana. Hasta el 6 de noviembre
“El espacio y el tiempo no existen como realidades independientes, sino que han sido creados por la mente humana para entender o dar sentido a la realidad que captamos”. Con esta científica idea se perfila la nueva muestra individual de Borja Isbert. Artista madrileño (1964) que nos acerca, a través de su particular técnica, su particular visión del mundo. El realismo urbano que le define se puede contemplar ahora en la David Bardía galería de Arte.
Una exposición que recoge esa idea y la inmortaliza, con cierta ironía, en los diferentes momentos de un día cualquiera en distintos espacios y tiempos como su Madrid natal, la cosmopolita Nueva York o la siempre bella y decadente ciudad de La Habana.
Esta última ciudad muy presente en la obra pictórica expuesta, de grandes dimensiones. “Sólo he estado cuatro días, pero bastaron para sentirme allí como uno más”, reconoce el artista, no solo por el idioma que nos une. “Hay una extraña sensación de conexión con su gente”. Que ahora nos acerca, cual dosis, en estas escenas, vividas, de vida cotidiana
Sus calles y callejones vetustos. Su ambiente turista, con sus majestuosos e imperfectos monumentos, sus coloridos y representativos automóviles y sobre todo el cálido clima de su gente y luz que desprende atrapada al detalle por el genial uso del pincel. “Es esta inquietud luminosa la que le mueve a pintar”, reconoce. Una trayectoria que Isbert ha dejado ya patente en sus apariciones como la feria Almoneda, Expo Palace Hotel o el señorial Palacio de los Duques en Cogolludo (Guadalajara) y también colectivas. El reflejo de los objetos. Absorber ese instante mágico de las formas en un momento determinado. Sin tiempo prefijo.
Espacio, profundidad y movimiento. Tres ejes, como las ciudades escogidas, que combina de manera acertada. Fruto de un rodaje estudiado. Como en una imagen estática. Ahora si cabe más profunda, intimista, que al comienzo de su carrera, donde cabían retratos detallistas, paisajes o panorámicas escenas cotidianas. Ahora gira y se adentra en el misterio de las cosas, va más allá. En ello juega un papel importante el uso vivo y primario de su paleta. Junto al contraste de luz.
Así se vislumbra tenues naranjas, ocres violáceos del amanecer o el crepúsculo del día. Que aportan una gran sensación de perspectiva. Y consigue el efecto deseado, esa emoción en el espectador, que a nadie le deje indiferente, sino que llega a compartir esa sensación y sentimiento como algo también vivido, sin estar presente.
El skyline de Nueva York por la tarde. El caminar urbano por el puente de Brooklyn. El salto a una majestuosa y soñada Gran Vía de Madrid. Un agradable paseo por la calle Segovia. Un simple instante de lluvia, la confluencia de Cibeles o una mirada 360 al mítico Callao. Por que “Madrid es mi cuna”, señala el retratista. “Hay una conexión muy especial con la capital”. Enamorado de sus calles, su luz, su vida a través de su gente, el reflejo de la sociedad en sus escaparates, de sus aceras mojadas o secas. Sin olvidar la historia que emana de sus pintorescos rincones por donde deambularon célebres personajes como Cervantes, Quevedo, Galdós o Pío Baroja con ojo avizor en noches oscuras por lúgubres y prohibidos rincones.
Un realismo urbano puro, latente, de este singular creador de realidades que sin querer renunciar a su estirpe, proviene de una gran saga de artistas, es nieto del mítico actor Pepe Isbert, un abuelo de todos, camina solo, desde hace tiempo ya, en una trayectoria ascendente marcada por esa luz especial que irradia los escenarios y habitantes escogidos en sus recreaciones. Como uno más inmerso en el devenir de una gran urbe.
César SERNA
Datos útiles
“Realismo urbano”, exposición de Borja Isbert
Hasta el 6 de noviembre.