Cosmología del arte sonoro

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A principios del siglo XX, una serie de pioneros inició un viaje de exploración a través de los fenómenos y procesos del sonido. Una ruta experimental que posibilitó que las artes sonoras se fueran combinando con las visuales. El Museo Reina Sofía plantea un vibrante recorrido a través de una selección de formas, géneros, aproximaciones y singularidades que desbordaron las categorías predefinidas del arte moderno y contemporáneo hasta 1980

Conforme los distintos movimientos de vanguardia del siglo XX se iban desarrollando, el sonido emergió en el campo de las artes plásticas para explorar rincones creativos desconocidos hasta entonces. Los fenómenos y acontecimientos audibles se transformaron en materiales plásticos que podían procesarse vocal y técnicamente.

Coincidiendo con el desarrollo tecnológico de los nuevos medios de registro y síntesis del sonido, las artes sonoras empezaron a converger con las visuales, aprovechando también el acuciado interés que los paisajes sonoros de la modernidad industrial y urbana y los sonidos del cuerpo fonatorio (ruidos de la boca, chasquidos de la lengua, juegos con soplidos, etc.) habían despertado en aquella sociedad.

La plastique parlante, por Isidore Isou, 1960-1987, técnica mixta 19 x 40 x 34 cm. Colección Fabre. Disonata, Museo Reina Sofía.

Los creadores, ajenos a las definiciones tradicionales de sus respectivas disciplinas, favorecieron una serie de experimentos acústicos físicos y técnicos revolucionarios. Era como si en sus oídos hubiera desaparecido una especie de membrana que antes bloqueaba los ruidos de este mundo. Se abrió paso una realidad audible que palpitaba con la vida de la era acelerada y fragmentada de las máquinas.

Estos sonidos, hasta entonces inadmisibles, ampliaron e hicieron simultáneamente añicos el constructo muy bien definido de la armonía del sistema musical tradicional de Occidente. Aunque dicho sistema había perdido el contacto con el mundo moderno, sus protagonistas burgueses defendían con ardor la visión etnocéntrica de sus formas y estilos, supuestamente superiores. Pero hacía ya tiempo que los sonidos y los pensamientos se habían liberado de un corsé de reglas cada vez más estricto.

Keller-Fuo, por Dieter Roth y Bjorn Roth, 1980-1989. Relieve en técnica mixta 200 x 240 x 60 cm. Fundación Dieter Roth, Hamburgo. Disonata, Museo Reina Sofía.

Desde ese instante, todo en el ámbito del sonido merecía ser examinado: todas las notaciones posibles (desde los arañazos hechos en un disco hasta las huellas efímeras en la arena), todas las formas de creación de sonido (bien por máquinas mecánicas y electrónicas, bien incluso por animales), todas las formas de puesta en escena (incluso en un desierto o completamente ebrio), todas las referencias a los estilos (desde la antigua música no occidental hasta las últimas tendencias de la música popular) y, por supuesto, todos los efectos acústicos (desde el silencio hasta un estruendo ensordecedor).

El uso del sonido como medio originó las prácticas más originales y diversas que se puedan imaginar, formando en su conjunto un universo muy heterogéneo de lenguajes, espacios y procesos sonoros multifacéticos: desde la música fónica a las sintetizaciones electrónicas, de la poesía a los inventos técnicos, del arte radiofónico a los collages de películas, de las ideas puras a los eventos multimedia, de la pintura a la interpretación o de los encuentros íntimos a las composiciones espaciales.

Vista de una de las salas de la exposición Disonata. Arte en sonido hasta 1980.

Bajo estos parámetros, el Museo Reina Sofía ha organizado Disonata. Arte en sonido hasta 1980, una muestra que reúne cerca de doscientas grabaciones, pinturas, instrumentos, esculturas, partituras, maquetas, manifiestos, fotografías y películas gestadas entre los primeros experimentos -hechos a la luz de las revoluciones tecnológicas e ideológicas de, entre otros, futuristas, surrealistas y artistas del movimiento dadá– hasta las escenas post-punk de mediados de la década de 1980.

Entre ambos polos se despliega un amplio abanico de proyectos extremadamente variados. Destaca por ejemplo el excepcional Pabellón Philips, de 1958, con su espectáculo espacial multimedia, así como una gran variedad de piezas con vínculos más o menos explícitos con grupos y movimientos como el letrismo, la poesía sonora y visual, el art brut, CoBrA, el arte cinético, el nuevo realismo, Fluxus, Zaj, el arte conceptual o el pop art.

Vista de la exposición Disonata. Arte en sonido hasta 1980. A la izquierda, Karel Appel en Phonogram Studio, durante el desarrollo del proyecto Musique barbare, 1963. Fotografía en blanco y negro. Nederlands Fotomuseum © Ed van der Elsken. Disonata, Museo Reina Sofía

La exposición invita al visitante a descubrir múltiples perspectivas basadas en el contenido y en la estética de las obras en el espacio. Sus responsables aspiran a iluminar el modo en que se relacionan y superponen las principales tendencias y temas sonoros del siglo XX, así como las discontinuidades. Es una muestra que se plantea como una auténtica disonata, una composición que refleja y a la vez transforma las formas canónicas dentro de la cultura sonora. Libera los sonidos para que resuenen con toda su intensidad y variedad entre nosotros y el espacio.

Esto no solo amplía nuestra comprensión del arte en sonido más allá del conocimiento normalizado, sino que ofrece al visitante la posibilidad de verse reflejado en ellos y percibir que el silencio, los tonos, el sonido y el ruido están estrechamente ligados a nuestro mundo de ideas. En definitiva, es una forma de descubrir que somos capaces de interpretar ese mundo a través del oído, tal vez incluso más que con la vista. Por eso los experimentos sonoros que se han hecho desde principios de la pasada centuria siguen siendo hoy tan vibrantes y fascinantes como siempre.

Musical Economy nº 5, por Robert Filliou, ca.1971, técnica mixta. Musée d´Art Moderne et Contemporain de Saint-Etienne Métropole @ Marianne Filliou. Disonata, Museo Reina Sofía

Datos útiles

Disonata. Arte en sonido hasta 1980

Museo Reina Sofía        

Hasta el 1 de marzo de 2021

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