Cuando lo efímero se transforma en sólido

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El dúo de escultores Coderch y Malavia, galardonado con el Premio Reina Sofía por su pieza Hamlet, refleja en su trabajo la expresividad del cuerpo humano en movimiento, como en la serie de obras inspiradas en el ballet El lago de los cisnes

La danza siempre ha despertado una gran fascinación en escritores, pintores y escultores. La belleza y fugacidad de esta disciplina artística se ha convertido en el punto de partida de multitud de obras. El cuerpo en movimiento de los bailarines suele mostrar una inquietante contraposición entre fuerza y fragilidad que múltiples creadores han querido plasmar.

Baile en el Moulin Rouge, por Henri de Toulouse-Lautrec, 1890, óleo sobre lienzo, 115.5 x 150 cm. Arriba, Swimmer, todas las esculturas del artículo por Joan Coderch y Javier Malavia (dúo Coderch Malavia).

Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta sinergia entre distintas expresiones artísticas son las famosas bailarinas de Edgar Degas. El pintor francés dedicó una gran parte de su producción a reproducir las posturas, la sensibilidad y la atmósfera que rodeaba a las bailarinas de la Ópera de París del siglo XIX. Mientras, alejado de la elegancia de los teatros parisinos, otro pintor galo también se nutría de la danza para realizar sus carteles y pinturas, Toulouse-Lautrec, que retrató a las bailarinas de los cabarets, cafés y burdeles de París durante la Belle Époque.

La clase de ballet, por Edgar Degas, 1871-74, óleo sobre lienzo, 85 x 75 cm, París, Museo de Orsay,.

También en la escultura encontramos creaciones inspiradas en el mundo de la danza. Fascinado por las posibilidades del cuerpo humano, el escultor Auguste Rodin, considerado el padre de la escultura moderna, tuvo numerosos encuentros con algunas de las bailarinas más importantes de la historia como Isadora Duncan o Loïe Fuller, precursoras de la danza contemporánea. El parisino inmortalizó en sus esculturas de bailarinas la esencia del  movimiento y de la expresión física.

Man in the rain, bronce, 164 x 47 x 47 cm.

En la actualidad, también localizamos creadores seducidos por el universo de la danza. Es el caso del dúo de escultores Coderch y Malavia, afincados en Valencia, que se han inspirado para algunas de sus esculturas en bailarines y piezas coreográficas. Estos artistas han captado en sus piezas la fugacidad y el ritmo de los movimientos de la danza. «Bebemos de otras disciplinas artísticas, incluso de la mitología griega, son muchas y diversas las fuentes que nos sirven de inspiración», explican los escultores.

The swan soul, proyecto El lago de los cisnes, bronce.

Entre su producción artística, destacan varias esculturas inspiradas en uno de los ballets más famosos del mundo: El lago de los cisnes. Desde que se estrenara en el Teatro Bolshói de Moscú en 1877, la historia de amor entre el príncipe Sigfrido y Odette se ha representado en escenarios de todo el mundo e incluso se ha llevado al cine en varias ocasiones. The swan dance, Odette, The great swan y The flight of the swan son cuatro esculturas de Coderch Malavia con un mismo leitmotiv, retratar desde múltiples ángulos los gestos físicos y emocionales de este ballet.

Detalle de la escultura del personaje de Sigfrido de la escultura The swan soul, serie El lago de los cisnes, bronce.

Los artistas retratan en Odette un cuerpo femenino de extraordinaria belleza en el momento de cerrar sus alas sobre la cabeza, para desaparecer y condenar a la soledad a su amado Sigfrido, que a su vez, representado en The swan soul, baila, hipercinético y detenido en plena pirueta en una danza desesperada.

El que fuera primer bailarín del Royal Ballet of Flanders, Wim Vanlessen, se ha declarado un enamorado de estas esculturas y con una de ellas, The swan dance, ganaron el primer premio en la 14ª edición del concurso ARC International Salon.

Odette, de la serie El lago de los cisnes, bronce.

Esculturas donde el ser humano y el movimiento corporal son elementos clave. Coderch y Malavia son amantes de la escultura figurativa y los seres humanos son el eje central de su discurso estético y de una producción artística con la que logran que el espectador empatice con la escultura y vea en ella reflejados los miedos, anhelos y frustraciones del ser humano.

Odette, de la serie El lago de los cisnes, bronce.

Hamlet: un clásico atemporal más vivo que nunca

Cualquier elogio sobre la obra de Shakespeare es insuficiente, con este dramaturgo inglés es imposible exagerar. Su obra, traducida a más de cien idiomas, ha penetrado en todos los ámbitos de la cultura occidental. Pero ¿por qué amamos a Shakespeare? El dramaturgo inglés es especialista en retratar de un modo único y esclarecedor los sentimientos y la condición humana. El amor, la codicia, la venganza o la generosidad son algunos de los temas de su prolífera creación literaria.

Hamlet, bronce, 173 x 42 x 37 cm.

Aunque todas sus obras han sido objeto de estudio y han influenciado a distintas corrientes de pensamiento, una de las más destacadas es La Tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca o simplemente Hamlet. Este texto, el más largo de su bibliografía, transcurre en Dinamarca y aborda los acontecimientos tras el asesinato del rey Hamlet (padre del príncipe Hamlet) por su hermano Claudio.

A esta pieza le debemos la célebre cita “To be, or not to be” que condensa en apenas seis palabras las dudas existenciales a las que se enfrenta el ser humano. Hamlet ha sido analizada desde múltiples perspectivas y campos como la psicología –Sigmund Freu o Jaques Lacan la utilizaron de punto de partida de algunas de sus teorías– o la política. También encontramos  referencias a esta tragedia en el mundo del cine de la mano de la famosa película de animación El Rey León o más recientemente en el fenómeno televisivo Juego de Tronos.

Hamlet (detalle), bronce, 173 x 42 x 37 cm.

En la actualidad, podemos localizar numerosos cuadros o esculturas bajo el título de “Hamlet”. Una de ellas es la escultura ganadora del 52ª Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, Hamlet, de los artistas Coderch y Malavia. Una figura hiperrealista de bronce de 173 x 42 x 37 cm que muestra a Hamlet con los ojos tapados, cabizbajo y encima de una plataforma simulando el precipicio y el vacío existencial al que se enfrenta el personaje.

Este dúo de escultores, que moldea sus creaciones a cuatro manos, consigue con Hamlet representar la duda y la crisis existencial en la que está inmerso el personaje literario, en una pieza que está repleta de tensión, movimiento y que apela directamente al espectador.

Hamlet, bronce, 173 x 42 x 37 cm.

Coderch y Malavia se decantaron por realizar a su particular Hamlet en bronce porque es “un material con durabilidad y calidad y que está por encima del resto”, explican los artistas. Además, “registra cualquier textura y gesto que hagas en el original”, con lo que consiguen la sensibilidad que persiguen en cada escultura.

Sin duda, Coderch y Malavia encuentran en este personaje icónico y atemporal de la literatura el arquetipo perfecto para transmitir sentimientos tan universales como la duda, el odio o la lealtad.

Walking in beauty, bronce.

Humanismo para un arte a cuatro manos

Joan Coderch (Barcelona, ​​1959) realizó sus estudios en la Universidad de Bellas Artes de Barcelona y Javier Malavia (Guipúzcoa, 1970) en la Universidad de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Su trayectoria profesional conjunta se inicia en 2015 cuando comenzaron su propio proyecto al comprobar que compartían una misma visión del arte. Se habían conocido de adolescentes en un taller de escultura en el que se dieron cuenta de que su técnica era idéntica: dominar los acabados de la pieza. Un concurso de talentos los había puesto a trabajar juntos.

Swimmer (detalle), bronce, 144 x 150 x 75 cm.

Una de sus últimas piezas –aún sin nombre– se expone en la galería Alain Daudet de Toulouse, que acoge además una colección permanente de esculturas de Coderch y Malavia.

Sus esculturas parten también de otras fuentes de inspiración, cuentos infantiles o leyendas. «Son las historias del ser humano, en gestos pausados que se podrían equiparar a una reivindicación de las artes escénicas o de las fuerzas de la naturaleza», explica Coderch y Malavia. En definitiva, este dúo continúa, primero por separado y ahora juntos, empeñado en la perfección de las formas y en un compromiso con el mundo, ahondar y representar en cada una de sus piezas la vivencia emocional de una vida.

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