Primer Premio del certamen Figurativas 2019 con el óleo El nudo, el artista Pedro del Toro presenta en el MEAM (Barcelona) una antológica con sus famosas vistas urbanas y sus casi desconocidos retratos, dibujos y esculturas. Hasta el 1 de diciembre
En 2006, Pedro del Toro (Madrid, 1970) se presentó con Gran Vía a la primera edición de Figurativas, el concurso bianual organizado por la Fundación de las Artes y los Artistas que nació para dar voz al arte figurativo contemporáneo. La obra fue adquirida por el presidente de esta fundación, José Manuel Infiesta, para engrosar la colección del Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona, que también dirige. Trece años después, en la edición de 2019, Del Toro ha obtenido el primer premio de este certamen con el óleo El nudo. Estas dos obras representan a la perfección la trayectoria del pintor madrileño, marcada sobre todo por su faceta como retratista de paisaje urbano, muy conocida por el público, pero también por su trabajo con la figura humana, tan desconocida que el propio autor comenta que ni sus amigos han visto estos cuadros.
Un hecho que sorprende enormemente si tenemos en cuenta que en la antológica que ahora le dedica el MEAM, Del Toro va a presentar nada menos que setenta retratos, muchos de ellos espléndidos desnudos, a los que se suman también dibujos a carboncillo, escultura y, por supuesto, sus famosos paisajes urbanos. Una exposición que por deseo del artista va a estar dividida en dos grandes bloques, paisaje y figura, porque, como explica, “para mí es importante que los cuadros de paisajes se cuelguen teniendo en cuenta que la línea del horizonte esté a la altura media del ojo humano, como en la realidad misma”.
Para Del Toro, el dominio de la técnica pictórica es algo esencial, porque cree que con esa capacidad el pintor puede lograr un mayor control sobre lo que está haciendo, ya que, en sus propias palabras, “es precisamente por medio de los aspectos técnicos como uno se puede liberar, y soltar más, en su trabajo porque tienes un abanico de recursos mucho más amplio y puedes permitirte el lujo de ser más sintético sin necesidad de caer en el hiperrealismo”, aunque también asume, por supuesto, que es importante buscar el equilibrio “para no caer en el abuso de la técnica, que puede llegar a ahogar la obra”.
Y esto nos lleva a un punto muy interesante, el famoso estilo propio de cada creador, que para Del Toro no está en la precisión técnica ni en un realismo más o menos logrado, sino en desarrollar un estilo por medio de una pincelada que se identifique como propia. Así, para él, no se trata de plasmar la realidad tal cual, un hecho que le separa radicalmente del hiperrealismo, que defiende que el artista solo debe elegir el tema pero no tiene que interpretar la obra, sino que lo importante para Del Toro es precisamente interpretar esa realidad y trabajar con sensaciones que luego conjuntan una imagen formal, porque “si todos persiguiésemos la igualdad formal, tonal y cromática, propia del hiperrealismo, todos pintaríamos el mismo cuadro, solo cambiaría la temática”.
Del Toro tiene claro que la personalidad, la psicología del ser humano, no está solo en su rostro, y por eso sus figuras son en la mayoría de los casos retratos integrales, de cara y cuerpo, y quizá por este hecho también los retratados están situados ante fondos austeros, neutros, sin apenas atrezo, en los que el énfasis está puesto de manera ostensible en el propio cuerpo, al que dota de una increíble escenografía. Unos retratos que, si bien, como comenta Del Toro, lo ideal sería hacer directamente del natural, los realiza a partir de fotografías que él mismo toma para tener una relación personal con el modelo: “Si vas a recurrir a la documentación gráfica para pintar, tiene que ser desde la perspectiva de tener previamente una amplia experiencia con el natural, ya que has de interpretar lo que estás viendo realmente”. Y de eso se trata, de llegar a captar la esencia del retratado, que el artista consigue al interpretar las fotografías a partir de la experiencia vivida en las sesiones fotográficas.
Clara BENITO, extracto del artículo publicado en Descubrir el Arte nº 249, noviembre.