María Antonieta marcó el ritmo estético en Versalles; Madame Pompadour, la amante más célebre de Luis XV de Francia, fue una gran promotora del arte, y la duquesa de Devonshire sobresalió por su belleza y su estilo en el vestir en Inglaterra. Ofrecemos un recorrido por la indumentaria femenina de esa época a través de la pintura y el cine
La pasión por la moda en Francia y en Inglaterra en el siglo XVIII se puso de manifiesto a través de la pintura rococó y hoy en día también se puede apreciar gracias al cine. María Antonieta, reina consorte de Francia y Navarra y casada con Luis XVI de Francia, marcó el ritmo de la moda en Versalles. Considerada frívola y derrochadora, destacó por su extravagancia y su pasión por la indumentaria. Años antes, Jeanne-Antoinette Poisson, conocida como Madame Pompadour, la amante más célebre del rey Luis XV de Francia, fue una gran promotora de las artes, y, sobre todo, de la moda. Por otro lado, en Inglaterra una de la mujeres que más sobresalió por su belleza y su estilo en el vestir fue Georgiana Cavendish, duquesa de Devonshire.
El vestido
Los entornos en los que se exhibían estos vestidos eran sobre todo las fiestas galantes, las mascaradas y los bailes, en los que el lujo, la magnificencia y el refinamiento decorativo cobraban una gran importancia. Asímismo, el artificio y la superficialidad eran clave, por lo que la moda debía de ser el reflejo de la pompa y la sofisticación. La monumentalidad y la ornamentación de los palacios estaban en armonía con los enormes trajes de la época, dotados de gran riqueza gracias a tejidos sedosos, coloridos y brillantes.
Sin embargo, uno de los rasgos más característicos de la indumentaria y el peinado del siglo XVIII fue su libertad creativa y su exuberancia, en cierta medida muy similares al horror vacui (miedo al vacío) de las paredes de los palacios, que con sus mármoles y elementos fantasiosos ejemplificaban la mentalidad caprichosa de la época.
Los vestidos femeninos adquirieron líneas sueltas y vaporosas, y los amplios escotes se consiguieron a partir del corsé o chaqueta entallada que llegaba hasta las caderas. Los vestidos más utilizados en Francia y en Inglaterra fueron:
El vestido a la francesa o robe à la française: un traje de etiqueta en la corte francesa hasta la Revolución de 1789. Consta de falda, sobrefalda y un peto triangular que cubría el pecho y el estómago bajo la apertura frontal del vestido. Se llevaba encima del corsé.
El vestido a la inglesa o robe à l’anglaise: una bata que incorporaba sus propias ballenas, de modo que podía prescindirse de cotilla y peto. Es muy característico el aguijón que el jubón de esta bata dibuja sobre la parte posterior de la cintura.
El vestido “a la polonesa” permitía lucir los zapatos, lo que supuso una grandísima revolución para la historia del calzado, Comienza el recogido de faldas polonesas hacia 1760 que consiste en tres bullones sobre las caderas. En el siglo XVIII se entendía que era un traje de paseo, arreglado pero cómodo.
El peinado
El rey Luis XIII de Francia fue quien puso de moda las pelucas a partir del siglo XVII, que evolucionaron en ese misma centuria hasta llegar al pouf, un estilo de peinado muy conocido en la Francia del periodo Rococó. Creado por el peluquero Léonard Autié, fue popularizado por la reina María Antonieta, quien lo lució en la ceremonia de coronación de Luis XVI provocando que numerosas damas francesas tomaran como ejemplo su tocado. Pronto se hizo popular en el Reino Unido, donde Georgiana Cavendish, duquesa de Devonshire, se hizo notablemente famosa por su cabello.
El pouf tenía un elevado coste y podía aumentar su tamaño utilizando almohadillas o cojines de lana rellena de borra (corcho desmenuzado), lana de vellón o plumón. Su altura variaba entre los 30 y 60 centímetros, y además, era un tocado muy sofisticado y creativo, pues en él se introducían ornamentos y decoraciones como plumas, perlas, animales, lazos, barcos y otros elementos novedosos.
Para elaborarlo se requería mucha paciencia, ya que se tardaban horas hasta que obtenía la forma deseada. Para crear la base, se colocaba encima de la cabeza un fino armazón de alambre, o bien un cojín triangular, como soporte. Sobre este se extendía el cabello natural y los postizos, que se enrollaban en bucles o tirabuzones. Una vez modelado y recogido, se empolvaba la superficie con polvos de arroz blanco o gris, y se procedía a colocar la decoración.
Para lavarlo, en lugar de aplicar agua y jabón, extendían una capa de pomada con los dedos sobre el cabello, añadían polvos, y entonces peinaban y cepillaban enérgicamente. Terminaban con la aplicación de más polvos de arroz, que daba el aspecto mate y grisáceo o blanco de moda. El peinado se mantenía alrededor de una semana o dos, hasta que ya no era higiénico o ya no podía mantener su forma, y entonces sencillamente se soltaba el cabello, se lavaba y se rehacía el peinado de nuevo.
Los complementos
Los sombreros con plumas, a veces de avestruz, los guantes, los lazos y las joyas eran los complementos más utilizados en la época de María Antonieta.
María Antonieta
La marquesa de Pompadour
Georgiana Cavendish, duqueda de Devonshite
Saskia GONZÁLEZ VOLGERS