El Renacimiento visto desde el Sur

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En el marco del programa cultural de Matera Capital Europea de la Cultura 2019, una exposición narra de manera exhaustiva y plural cómo se gestó entre los siglos XV y XVI este movimiento artístico y sus rasgos identitarios en esta zona italiana: el diálogo con la Antigüedad, el enriquecimiento con la cultura veneciana y adriática y el papel de España. Palacio Lanfranchi, hasta el 15 de septiembre

Tras un largo letargo, esta exposición muestra al público el despertar de un siglo de intensa historia y decisivo para la cultura europea. En la Italia de los Renacimientos, quedaba por estudiar su nacimiento y madurez en el sur, un vacío injustificado que ahora se acaba de llenar gracias a la proclamación de Matera como Capital Europea de la Cultura 2019.

Promovida por el Polo Museal y por la Fundación Matera-Basilicata 2019, la exposición El Renacimiento visto desde el sur. Matera, la Italia meridional y el Mediterráneo, comisariada por la directora del Polo Museal, Marta Ragozzino, junto a Pierluigi Leone de Castris, Matteo Ceriana y Dora Catalano, tiene como objetivo reconstruir, a través de una nueva narrativa visual compuesta por obras de arte raras y preciosas, pero también por objetos y documentos históricos de gran impacto, el florecimiento artístico y cultural del sur de Italia, entre mediados del siglo XV y mediados del XVI, en relación con el contexto más amplio del Mediterráneo. La muestra, que incluye naturalmente un enfoque especial sobre Matera y Basilicata, está integrada y enriquecida por caminos transversales de conocimiento y valorización de las obras de arte del gótico tardío y del Renacimiento diseminadas por toda la región, inamovibles por tipo o tamaño. El resultado, la exposición más atractiva y brillante del vasto programa cultural de Matera 2019.

Se trata de una narración compleja –que incluye desde el largo periodo gótico tardío al surgimiento del Renacimiento sureño, gracias a la producción de los artistas de poniente, al diálogo con la Antigüedad, al enriquecimiento con la cultura veneciana y adriática, al incesante diálogo con España hasta el encuentro con la Matera moderna y las asimilaciones en el Mediodía de este nuevo lenguaje–, que explica las conexiones entre las obras y los contextos culturales. En definitiva, se muestra una historia renacentista diferente a la desarrollada en las grandes capitales del centro-norte del país.

Con un criterio rigurosamente científico, se ha conseguido reunir indiscutibles obras maestras, demostrando que también la Italia meridional, especialmente la olvidada Matera, ha sido capaz de organizar una gran cita artística, para coronar su capitalidad cultural en un increíble contexto.

Veduta de Nápoles, Tabla Strozzi.

La idea innovadora que guía el proyecto científico de la exposición es dejar de lado el punto de vista tradicional sobre este amplio e importante periodo de la historia europea, a través de una reinterpretación interdisciplinaria articulada, atenta a la dialéctica entre «centro y periferia». Una relectura que reúne de manera estimulante diferentes testimonios culturales y científicos que se centran en una historia diferente de la que se desarrolló en las grandes capitales del centro y del norte, como Florencia, Milán, Venecia, Roma, aunque continuamente interconectada con los acontecimientos y lenguajes que caracterizaron a estas capitales.

La exposición hace hincapié también en cómo ese Renacimiento nacido en el sur de Italia está muy relacionado con la geografía del territorio, el omnipresente Mediterráneo y sus puertos, y atravesado por las vías Apia y Trajana, de Roma a Brindisi, que facilitaban los intercambios mercantiles y los encuentros políticos donde se dirimía la guerra o la paz.

Madonna con Bambino e Santi Giovanni Battista ed Adamo, Pietà (cuspide), por Michele Greco da Valona, 1505, temple sobre tabla, Guglionesi, Iglesia de Santa Maria Maggiore.

Recorriendo las ocho secciones de la muestra, se ahonda en los temas tradicionalmente estudiados además de crear confrontaciones entre autores, obras y contextos históricos, y que dan como resultado la actualización de los conocimientos con nuevos elementos. Un total de 250 obras, donde predomina la pintura pero donde también tienen especial importancia las esculturas, los libros incunables, manuscritos, textiles, bronces, cerámicas, astrolabios y valiosas piezas orfebres, un núcleo difícilmente reunido en otras exposiciones. Además de acompañar al visitante en un viaje ideal que atraviesa el Mediterráneo, a partir de Nápoles, gran capital por aquel entonces, para llegar a muchos otros lugares: la península ibérica, provenzales, insulares…, sin olvidar los orientales del Adriático, de Venecia hacia abajo a lo largo de Apulia e, incluso, por la costa de enfrente del estrecho mar.

La muestra arranca con la toma de posesión del último soberano francés Renato de Anjou, que fomentó el arte y la llegada a Nápoles de artistas y obras procedentes del norte, Francia, Flandes, posteriormente sigue con la dinastía aragonesa, con Alfonso el Magnánimo, amante de las artes y de las letras y que se inspiraba en la Antigüedad para celebrar su poder, que dio sesenta años de estabilidad tras un periodo marcado por los conflictos. Este soberano abrió las rutas marítimas a los artistas catalanes y valencianos, que influyeron, junto a los maestros flamencos, en la evolución en clave renacentista de la cultura artística sureña aún tardogótica. Continúa con sus sucesores, Ferrante y Alfonso II, y prosigue hasta la apertura del siglo XVI bajo el imperio y del virreinato en esta franja geográfica. El periodo histórico contemplado en la exposición finaliza con el año 1535, cuando Carlos V reconquista el Mediterráneo al tomar Túnez con su armada y restablece el equilibrio tras un periodo conflictivo. A su vuelta hizo paradas en las principales ciudades del virreino: Palermo, Mesina y Nápoles, donde lo recibió el virrey Pedro de Toledo.

Retrato de Carlos V.

De un país mediterráneo, como el nuestro, exactamente de Valencia llega un precioso azulejo del siglo XV, mientras de la región de Umbría se puede ver un notable fragmento de Pinturicchio junto con una instalación site specific de fuerte impacto visual en la vecina iglesia del Carmine.

Como es sabido, el Renacimiento ha sido exhaustivamente analizado, así que no se trataba de volver a narrar esa época gloriosa para la Italia del centro-norte, sino de demostrar que el sur del país también tuvo una parte protagonista –madurada con las aportaciones históricas angevina, aragonesa, española y con la red de relaciones económicas y comerciales con el Mediterráneo y el norte de Europa–, acuñando un lenguaje propio, diverso y original respecto al experimentado en el centro de la Península, la reconfirmada cuna del Renacimiento italiano.

Escultura de Donatello.

Así pues, disponemos de un criterio original que ha sabido acoger en su propio seno el aire renovador procedente –incluso del norte más alejado, Flandes–, de la Italia norteña, de Venecia, Florencia y Roma, dialogando continuamente con las culturas de los países asomados al Mediterráneo occidental –sobre todo España– pero también en contacto con el Mediterráneo oriental, desde el Adriático, a Grecia y a Constantinopla.

Valga citar el nombre de Antonello da Messina, que supo nutrirse de esta encrucijada de culturas, de estímulos, para crear una obra magnífica que se convirtió en el manantial donde bebieron los artistas del sur, denominados “locales” por su ubicación geográfica, pero “universales” por su exterminado alcance.

Trittico Madonna col Bambino e la Regina Maria di Castiglia, S. Michele, S. Girolamo, por Jacomart Baço y Joan Reixach, témpera sobre tabla, 80 x 30 cm (centro) y 80 x 2′ cm (lateral), Stadelsches Kunstinstitut.

La exposición recorre la historia de las vías artísticas y culturales en el Mare Nostrum, en los periodos reinantes de Renato de Anjou, de Alfonso I de Aragón y del virreinato español, cuando esta zona se convirtió en un importante colector de actividades artísticas, políticas, lingüísticas y científicas, en conexión con Cataluña, Valencia, Véneto, Albania y Grecia. Un soplo artístico de amplio alcance que enriquecía el sur de Italia entre los siglos XV y XVI.

Carmen del VANDO BLANCO

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