De animales y seres humanos

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El Museo ABC (Madrid) acoge hasta el 16 de junios dos exposiciones centradas en la ilustración. Antonio Santos muestra 33 dioramas originales realizados para el libro Cuentos de la selva de Horacio Quiroga (Premio al Libro Mejor Editado en 2018) y Javier Pagola presenta 200 piezas que reflejan un mundo poblado por extraños personajes, de figuras y formas que se regodean en el imaginario del Bosco, Antonio Saura y del expresionismo en sus distintas vertientes

La exposición Cuentos de la selva exhibe en el Museo ABC los 33 dioramas originales que Antonio Santos (Huesca, 1955) realizó para ilustrar Cuentos de la selva del urugüayo Horacio Quiroga publicado por la ediotorial Nórdica. Una edición que ha sido recientemente galardonada con el Premio al Libro Mejor Editado en 2018 del Ministerio de Cultura.

Portada del libro Cuentos de la selva. Arriba, Búfalo. Todas las imágenes © Antonio Santos, VEGAP, Madrid, 2019.

En sintonía con el relato original de Horacio Quiroga, Antonio Santos recrea el lado más hostil de la selva a través de sus dioramas, o lo que es lo mismo, relieves creados por la superposición de planos de cartón pintado con acrílico. El objetivo del ilustrador es generar un juego de sombras a partir de las distintas capas, capaz de adentrar al visitante en un mundo de penumbras en el que no se siente seguro, transportado por unos momentos a la naturaleza más salvaje. Entre sus protagonistas, el visitante se encontrará con el oso hormiguero, el tigre, la boa constrictor, el puma o la serpiente de coral. Un total de 33 escenas que representan el variopinto ecosistema de la selva amazónica.

El diorama original era un escenario teatral oscurecido que servía como dispositivo para la visualización de imágenes. Fue inventado por Louis Daguerre y Charles Marie Bouton y expuesto por primera vez en París en 1822. La palabra “diorama” procede del griego “di-“ (a través de) “orama” (una vista). En 1900 evolucionó convirtiéndose en el diorama actual: la réplica a pequeña escala de una escena. Hoy en día se encuentran a menudo en los museos de historia natural para lograr una ilusión con profundidad espacial y realismo de un suceso histórico o una escena panorámica.

Boa constrictor.

Cuentos de la selva es lectura recomendada en las escuelas de América Latina. De igual manera, se invita al lector español, sin importar la edad, a acercarse a este relato, hermanándose así con el lector latinoamericano. Seguidor de Edgar Allan Poe y de Rudyard Kipling, Quiroga retrata, por un lado, al ser humano, y por otro, a la naturaleza –poderosa y terrible–. Ilustrada por Antonio Santos, editada por Diego Moreno, y con diseño y maquetación de Pep Carrió, la edición de Cuentos de la selva publicada por la editorial Nórdica es para muchos la mejor publicada hasta la fecha.

Leer los ochos relatos que componen el libro es como adentrarse en una selva llena de animales y algún que otro humano, donde unos viven situaciones emocionantes y a veces peligrosas, pero siempre contadas con grandes dosis de humor. De cómo se las ingeniaron los yacarés para salvar su río frente a la amenaza del ser humano, o por qué los flamencos se sostienen siempre sobre una pata, y se emocionarán con la historia del pequeño coatí que sacrificó su libertad para vivir con unos niños, o con la tortuga que salvó la vida de un hombre cargándolo sobre su caparazón. Porque estos Cuentos de la selva son, ante todo, un canto a la naturaleza y a la solidaridad.

Jirafa.

Cuando era niño, Antonio Santos visitaba a menudo el Museo Etnográfico y el Museo de Ciencias Naturales de Madrid con su padre. Fascinado con cada diorama –vitrinas que representan las distintas especies del mundo en su medio natural–, el artista sentía, a través de su mirada infantil, cómo los animales cobraban vida y movimiento. Desde entonces tiene una obsesiva fijación por esa manera de representar y explicar la realidad, como se plasma en los treinta y tres dioramas expuestos en el Museo ABC.

Horacio Quiroga Forteza nació en Salto, Uruguay, en el año 1878 y falleció en Buenos Aires en 1937. En ese periodo de tiempo viajó a París, vivió en la selva, se casó dos veces, tuvo dos hijos y construyó un barco. Considerado el maestro del cuento latinoamericano, destacó, además, como dramaturgo y poeta. Entre sus relatos destacan Historia de un amor turbio, Cuentos de amor, de locura y de muerte y Cuentos de la selva. A los cincuenta y nueve años, enfermo y tras una vida marcada por las tragedias, decidió poner fin a sus días ingiriendo cianuro.

Leopardo.

El escenario de muchos de sus relatos está situado en la selva de Misiones, en el norte argentino, donde se retiró del mundanal ruido y que hoy es un lugar amenazado por la depredación del ser humano. De este lugar, extrajo las situaciones y personajes de sus cuentos con animales, para nosotros exóticos, y situó a los humanos en situaciones de peligro, en un mundo lleno de inundaciones, lluvias torrenciales y la presencia de animales feroces.

Mandril.

Yo-Tú. Pagola en papel

Javier Pagola (San Sebastián, 1955) ha hecho del dibujo su principal arma creativa para configurar un mundo poblado de extraños personajes, de figuras y formas que se regodean en el imaginario del Bosco, Antonio Saura y del expresionismo en sus distintas vertientes.

Otra situación. Todas las obras por Javier Pagola © Javier Pagola, VEGAP, Madrid 2019.

“Durante muchos años he pensado que podría hacer mi obra simplemente dibujando. ¿Y por qué no? Los tiempos que corren lo permiten. Por fin se admite que un buen dibujo puede valer más que kilómetros de telas mediocres”, dice el propio Pagola. “El dibujo para mí tiene ese lado espontáneo de algo que nos llama la atención, ese lado que siempre me gustó de ‘más es menos’. Y también esa manera rápida de expresar emociones, pensamientos… Siempre me ha interesado el artista como voyeur, el artista mirón, al que no se le escapa nada y luego procesa”, zanja.

Comisariada por la periodista y comisaria Laura Revuelta, la muestra reúne 130 dibujos de temáticas diversas, 35 caras (rostros de corte expresionista), 13 libros de artista, una recreación de su estudio –mundo en el que está inmerso su imaginario creativo– y un vídeo en el que el propio Javier Pagola explica los vericuetos en los que se enmarca la forma y el fondo de su trabajo.

Fiesta, VEGAP, Madrid 2019.

“Las criaturas de Pagola tienen algo de los ‘duendes’ a los que se refiere Klee, y se encuentran a medio camino también: no son niños, no son viejos, tienen algo de los dos, el aspecto de clowns tristes y la ligereza de joviales fantasmas. Por eso cuando nos hallamos delante de una obra suya, de estilo inconfundible, yo no digo nunca, ‘mira: un pagola, sino mira: Pagola’”, escribe el escritor Andrés Trapiello.

Las salas del Museo ABC que acogen esta exposición no presentan un recorrido ni una cronología al uso. “No hay orden ni demasiado concierto en esta muestra; más bien un cúmulo desordenado de sensaciones, de inquietudes, de vaivenes, de corrientes que se cruzan, de subidas y bajadas a unos infiernos que por momentos se tornan en paraísos. Espejismos. Monstruos y ninfas. Enanos cabezudos y voluptuosidades varias”, explica Revuelta.

Cara, VEGAP, Madrid 2019.

El verdadero objetivo de la exposición Yo-Tú. Pagola en papel es adentrase en la mente de un artista cuyo modo de trabajo no atiende a un espacio o un tiempo controlado. Mesas donde se muestran muchos de sus dibujos, de sus bocetos, de sueños y pesadillas. Vitrinas donde se exhiben algunos de sus libros de artista, de pequeño formato pero de intensidad creciente a medida que pasan las páginas. Papeles de gran formato en los que las formas reproducidas atrapan al espectador desde el primer golpe de vista. Y, para concluir y entender mejor su forma de entender el dibujo, la recreación de un estudio imaginario del artista donde, durante varios días de la exposición, el propio Javier Pagola estará trabajando, añadiendo in situ un capítulo nuevo a su inagotable y prolífica trayectoria.

“Ingravidez, bidimensionalidad, acumulación, prioridad del grafismo, libertad de tratamiento, presencia de la ironía; estas son, quizás, algunas de las características más evidentes que definen en su complejidad la obra de Pagola, uno de los artistas más interesantes del actual momento estético español. (…) La imagen que ofrecen muchas de sus obras es precisamente la del coherente y lúcido ordenamiento de un material seleccionado, gradualmente extraído tanto de una particular objetivación de la realidad como de una imaginación desbordante. Todo un material frágil, irónicamente precisado en la claridad del contorno, puebla con delicadeza y con humor un espacio mental, el escenario de la irrisoria trasposición de los mitos contemporáneos, el gran circo del mundo, un novedoso jardín de las delicias”, Antonio Saura.

Javier Pagola, VEGAP, Madrid 2019.

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