Ansorena Galería de Arte acoge hasta el 3 de mayo la exposición individual del trabajo más reciente de este artista madrileño, pintura y escultura, donde a través de los dobles sentidos y la ironía lleva a cabo reinterpretaciones de escenas y objetos cotidianos
Carlos Tárdez (Madrid, 1976) es un artista multidisciplinar al que podríamos enmarcar en la figuración pero con el plus de que sus pinturas esconden una profunda capa simbólica detrás de una apariencia de cotidianidad. Y es que cómo explica el propio Tárdez, “Mi obra nace de mis experiencias. Intento tener siempre presente la banalidad de lo que hago, porque solo desde la sinceridad sin pretensiones surge la idea. Cada día aparecen y reaparecen nuevos elementos. Por eso no me planteo objetivos. Pinto por una necesidad interior. Es del propio trabajo de donde surgen nuevas preguntas, nuevos proyectos”.
Tanto en pintura como en escultura, ha logrado un gran nivel de calidad que le han hecho merecedor, entre otros muchos galardones, de la Medalla de Honor del Premio BMW en 2010 y en 2018. Este artista madrileño, muy vinculado a Asturias por lazos familiares, explicaba cuando fue galardonado en la última edición de estos prestigiosos premios que aunque no suele presentarse a casi ningún certamen, para este premio siempre “manda algo”. En esta ocasión, el artista envió un cuadro titulado Aquiles, en el que representa a una niña en pijama con un pie descalzo (en alusión al talón de Aquiles). “Es una revisión de la mitología desde un punto de vista irónico y actual; me parece que es una obra redonda y estoy muy satisfecho», reconocía el pintor.
En sus esculturas, Tárdez suele trabajar la resina policromada, en ediciones de 7 ejemplares, consideradas piezas originales en el campo de la escultura. Y sin duda lo son ya que, independientemente del modelado y trabajo de la resina, cada una de sus piezas va pintada a mano de forma individual, lo que garantiza que nunca vaya a ver dos ejemplares exactamente iguales. Para sus pinturas suele utilizar como modelos recurrentes a sus propios hijos, Carlos, Guille y Gala, de 9, 7 y 2 años, respectivamente.
Ahora, Ansorena Galería de Arte (Madrid) acoge una exposición individual del creador, Mitología de interior, donde el artista presenta tanto su obra pictórica como la escultórica, y tantos en unas como en otras existen esas connotaciones mitológicas, dobles sentidos y gran ironía en las reinterpretaciones de escenas y objetos cotidianos que decíamos antes.
Este hecho se hace especialmente evidente en su escultura (en este caso además de las resinas policromadas hay piezas también ejecutadas en bronce), donde utiliza una idea preconcebida o un objeto asociado a un significado y le da la vuelta.
Sobre el lienzo intenta expresar la idea de la forma más directa posible, su técnica pictórica y el realismo empleado son cuidados, generando composiciones sencillas y rotundas en las que el vacío cobra un sentido y en muchos casos lleva el peso conceptual en un tratamiento del espacio que bebe directamente de la pintura abstracta.
El color también tiene una relación directa con la distribución del espacio, la atmósfera y la profundidad. Dando mucha importancia a la influencia psicológica y el valor simbólico del mismo. También es habitual que aparezcan en sus cuadros bandas horizontales o verticales de negro mate que acotan el espacio.
Es una figuración simbólica, con una serie de recursos que han ido enriqueciendo su propia iconografía. El título de cada una de las obras sugiere y refuerza la idea en muchas ocasiones, dejando siempre abierta la interpretación subjetiva del espectador.
En ocasiones, los animales se convierten en los protagonista de sus pinturas, los usa para representar sentimientos o momentos vitales. La elección del animal está relacionada con la idea preconcebida que tenemos de ese animal para describir situaciones cotidianas. En definitiva, busca en los rasgos de su animalidad una analogía que sirva para expresar sentimientos y situaciones humanas.
Cada animal evoca en el artista una serie de sensaciones. El pájaro como símbolo de libertad, fragilidad, el movimiento retenido, pero también, y en especial el gorrión, como elemento social, de ciudad y de campo, que interactúa y es uno y muchos como parte de la masa. El mono como el animal humano. Último escalón hacia el ser humano. Es primo por primate y lo es por familiar. Cobran especial importancia las posturas, la mirada reflexiva y las manos.