La artista plástica argentina utiliza en sus cuadros materiales como el plástico, el vidrio o el papel que desechamos para llamar la atención sobre la necesidad de cuidar el planeta. Sus piezas destacan por el constante juego de texturas y el uso del color de una manera muy provocativa
Nacida en Mendoza (Argentina), esta creadora se inició en la pintura con cuatro años de la mano de Adelina Tarditi y poco después bajo la tutela del pintor Eduardo González. Su formación académica en Bellas Artes tuvo lugar entre su ciudad natal y Buenos Aires, donde realiza diversas exposiciones colectivas e individuales. Con tan solo veinte años, Marcela Once se traslada a Madrid, donde arranca una nueva etapa, con una notable evolución en su carrera.
La artista, muy comprometida con el medio ambiente, en sus cuadros usa materiales reciclados como una manera de llamar la atención sobre la degradación del planeta y la necesidad del cuidar el entorno. Una de las señas de identidad de su trabajjo es el constante juego de texturas, tamaños, nuevas técnicas o la provocación con la que maneja el color.
En sus obras, el espectador se encontrará con materiales molidos como el plástico o el vidrio, cuadros hechos con botellas rotas, papeles reciclados o pigmentos naturales, sobre tabla, que vuelven a posicionar a Marcela Once como una de las artistas más comprometidas con esta causa.
En sus propias palabras: “Estas obras están trabajadas con sutileza, mezclando la materia reciclada con arenas, serrín y pigmentos, intentando contribuir un poquito con el medio ambiente, usando lo que descartamos en nuestro día a día y que el resultado sea desapercibido sin caer en lo evidente, en una obra conceptual, ligera y etérea”.
Tras más de veintisiete años en nuestro país, la artista ha conseguido estar presente gracias a sus exposiciones en lugares emblemáticos como la Plaza Mayor de Madrid, la plaza Antonio Banderas de Marbella o recientemente en la Feria de Arte Contemporáneo “Affordable ArtFair Milán 2019”, como artista representada por la galería Van Gogh de Madrid.
Su objetivo es seguir concienciando a través del arte para que el reciclaje acabe siendo tan cotidiano como los materiales que usa, y que sus obras no sean noticia por apostar por la conservación de, al fin y al cabo, nuestro hogar y nuestro futuro.
La pintora también está muy comprometida con la integración social. El pasado 10 de junio llevó a cabo una perfomance en Cement Design (marca internacional de referencia en la fabricación de cemento decorativo), en el barrio madrileño de La Latina (Cava Baja), en la que participaron personas con discapacidad intelectual de la Fundación AMÁS Social.
Así, junto a la pintora, estos participantes, armados de rodillos, espátulas, pinceles y el cemento decorativo, crearon un cuadro abstracto de 1,55 x 1,20 centímetros al que pusieron por título El despertar de la unión. Una obra que fue donada por la artista y Cement Design a la Fundación AMÄS Social.