El Centro Andaluz de la fotografía (CAF) inicia una nueva etapa de exposiciones rindiendo un homenaje a los hitos que han marcado la historia de la institución y a los maestros de la fotografía de Almería. La Sala AFAL acoge una exposición dedicada a la trayectoria vital de este singular médico canadiense, sus acciones humanitarias y los novedosos métodos que desarrolló durante su estancia en España. Hasta el 3 de marzo
El CAF de Almería acaba de inaugurar una nueva sala en la planta baja de su edificio con el nombre de Amalia López Cabrera (Almería, 1838-Madrid, 1899), la primera mujer de la que se tiene constancia que en nuestro país abrió un estudio de trabajo propio como profesional.
Por otra parte, la sala de la planta baja llevará a partir de ahora el nombre de Imagina, un tributo al magno proyecto que a principios de los años noventa llevó a cabo Manuel Falces y que se debe considerar como el germen del Centro Andaluz de la Fotografía y, sin duda, un hito en la historia de la fotografía de nuestro país.
La amplia sala de la primera planta pasará a llamarse Sala AFAL para reconocer desde esta institución la importantísima labor que este proyecto, nacido de la mano de José María Artero y Carlos Pérez Siquier en Almería, supuso para el desarrollo del lenguaje fotográfico en España.
A estas tres salas se suman la ya inaugurada sala de proyectos que lleva el nombre del fotógrafo almeriense Jorge Rueda y la de plaza contigua al edificio del CAF, que lleva el nombre de Manuel Falces, y donde todos los días desde hace ya un año hay una programación activa de imágenes proyectadas, así como otro tipo de actividades.
En cuanto a las nuevas exposiciones, el CAF ha inaugurado temporada con Norman Bethune. El crimen de la carretera Málaga-Almería (sala AFAL), una muestra (comisariada por Jesús Majada Neila) dedicada a la trayectoria vital de este singular médico, sus acciones humanitarias y los novedosos métodos que desarrolló durante su estancia en España.
Tras participar en la Primera Guerra Mundial como sanitario, Norman Bethune (Gravenhurst, Canadá, 1890-Tang, China, 1929) se convirtió en un reputado cirujano torácico, que diseñó un innovador instrumental quirúrgico para el tratamiento de la tuberculosis. Conmovido por la pobreza que, tras la gran crisis, se vive en Canadá en los años treinta, ejerce la medicina social, atiende a los más desfavorecidos y defiende, con pasión, políticas novedosas de sanidad pública.
La creciente pujanza del fascismo en Europa le atormenta y, abandonando su envidiable situación profesional, decide venir a España en 1936 para poner sus conocimientos al servicio de la causa republicana en la Guerra Civil. Crea en Madrid el Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre, uno de los primeros sistemas de transfusión móviles del mundo. En febrero de 1937 se dirige con sus colaboradores a Málaga y presta una ayuda vital a la población civil que, ametrallada y bombardeada desde tierra, mar y aire, huye en masa hacía Almería. Norman Bethune, en un relato desgarrador, y su compañero, Hazen Sise, con las fotografías que tomó, dieron testimonio inequívoco de aquel trágico éxodo, uno de los sucesos más terribles y desconocidos de la Guerra Civil española.
Bethune regresa a Canadá para recaudar fondos para el Servicio Canadiense de Transfusión. Pero ya no vuelve a España: piensa en que su ayuda es más necesaria en China, invadida por los japoneses. Llega en 1938, organiza la sanidad del Octavo Ejército, forma numeroso personal sanitario y ejerce una labor incansable como cirujano de campaña. A finales de 1939, en una operación sin guantes, se corta con el bisturí, la herida se infecta y al poco muere de una septicemia.
En su país, Norman Betune es símbolo del compromiso solidario de Canadá con el mundo. En China la figura de Bethune se ha convertido en leyenda y hoy sigue siendo para los chinos un héroe nacional. Y, en cambio, en España apenas es conocido.
Hay personajes que subyugan por encima de ideologías, confesiones o pronunciamientos políticos. Son esos personajes altruistas, solidarios, desinteresados y generosos que dedican su vida a una idea. Son esos personajes en quienes la idea que les marca el camino les lleva siempre a ayudar a los demás. Son esos personajes a quienes los jóvenes deseosos de cambiar el mundo miran como punto de referencia. Entre estos personajes se encuentra Norman Bethune.
Esta exposición trata de reivindicar su figura y homenajear tanto a Norman Bethune como a todos los malagueños que sufrieron aquel descomunal desastre de febrero de 1937. La muestra fotográfica (56 imágenes) está acompañada de 56 textos explicativos y está dividida en tres capítulos: Norman Bethune (16 fotografías), una semblanza biográfica del cirujano canadiense; Bethune en España (14 fotografías) se centra en la labor realizada en nuestro país, especialmente centrada en los trabajos del Servicio Canadiense de Transfusión, y El crimen de la carretera Málaga-Almería (26 fotografías) narra las peripecias y desventuras vividas por la población civil. Son 26 fotografías obtenidas por el equipo de Bethune, las únicas existentes: fue la primera vez que la población civil, absolutamente indefensa, fue bombardeada de forma sistemática.
Por otra parte, la Sala Imagina presenta la exposición Una aproximación al retrato almeriense, 1839-1939, comisariada por Donato Gómez; en la Sala Jorge Rueda se puede ver la muestra Medi Terraneum. Un mar entre tierras, de María Rosa Aránega; la Sala Amaria López Cabrera acoge Retazos del siglo XIX en la colección del Centro Andaluz de la Fotografía, compusesta por 20 copias originales de algunos de los pioneros en fotografiar Andalucía, en concreto Charles Clifford, Louis Mason, Amela, Leygonier, Reinoso, Jean Laurent, Beauchy, Francis Frith o Leon Levy, y en la plaza Manuel Falces, en uno de los laterales del edifico del CAF, al ponerse el sol se proyecta en loop el vídeo Mediterráneo, producido por el CAF con el Niño de Elche, el gran artista hetorodoxo del flamenco. En el vídeo, rodado en el Playazo de Rodalquilar-Níjar, el artista canta a un mar Mediterráneo que se ha convertido en la frontera entre un mundo rico y pobre, un mar ya cementerio de más de 35.000 seres humanos que ansiaron llegar a este norte y que sucumbieron en el intento. Un poema de Gamoneda es recitado al mismo tiempo que se escuchan las olas de mar romper contra las rocas de la playa.