El Museo de Salamanca acoge una instalación de Mikha-ez en la que el artista se ha apropiado de un real y pequeño meteorito que impactó en la tierra hace cuatro mil años y lo ha sometido, al igual que lo haría un laboratorio, a un pormenorizado análisis, en su caso “artístico”. La exposición, comisariada por Fernando Castro Flórez, puede verse hasta el 11 de noviembre
Algo tan ínfimo como un asteroide, poco más grande que una casa, era considerado por el Principito de Antoine de Saint-Exupéry como su hogar. Quizás el asteroide Campo del Cielo, que cayó hace unos cuatro mil años sobre la Tierra, sea el B612; un pequeño meteorito metálico que un día fue un planeta sobre el que floreció una flor con espinas, en el que poblaban unos volcanes que había que deshollinar a diario y donde habitaban unos “enormes” baobabs que amenazaban con destruirlo.
En un soplo diminuto de tiempo, y quizás a raíz de un gran impacto, bajo la tutela incansable de la gravedad, este pequeño cuerpo se vio forzado a tomar el camino que marcaría su destino: ser meteorito. Un habitante de un lugar-otro que culmina, bajo la cúpula de la noche, dibujando una estela luminosa y volátil en el cielo terrestre.

Sobre estas líneas, De pie, seis caras y para siempre meteorito, por Mikha-ez & Laura Índigo (en colaboración con Zap_Buj), 2018, coreografía (foto: Juan Borgognoni). Arriba, Campo del Cielo, por Mikha-ez, 2017, 60 x 40 cm, impresión VITRA.
El interés que tiene algo tan fragmentado –a fin de cuentas es un cuerpo herido o mutilado– reside en la capacidad que tiene de poder arrojar algo de luz sobre la formación del Sistema Solar, pues estos cuerpos han permanecido desde los inicios sin sufrir alteraciones en su composición. Una suerte de Hermes, de mensajero de los dioses. Un viajero que conecta el espacio exterior con la Tierra, una narración silenciosa de una trayectoria improvisada. Un “hermano” lejano de Las Perseidas. Este mundo-otro surcado de un espacio remoto desde el núcleo de un cuerpo mayor ya extinto, en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, nunca se imaginó a sí mismo reducido a huesos de metal, arrojando sus verdades sobre lo que ahora se torna para él en hogar.
Algo tan grande como “un mundo cabe en un recuerdo”, dijo Jorge Guillén. ¿Qué es si no este irregular cuerpo de memoria cósmica sellado y, sobre todo, hallado? Porque un recuerdo se halla, ante todo. El meteorito como un corpus brillante al que atesorar en cuyo interior se encuentran los ecos de una evocación dormida.

Cuando el cuerpo metálico del meteorito se hace manto, por Mikha-ez, 2017, 200 x 128 cm, impresión sobre alfombra de velvetón (foto: Javier Ayuso), cortesía de la galería IPSUM.
Se antoja entonces necesario [re]pensar el meteorito como un hogar –una especie de cabaña hedeggeriana– que habitar y en la que [des]velar los misterios que allí acaecen. Y sólo así, tal vez, se logre entender cómo sobre algo tan pequeño pudieron un día convivir una flor con espinas, unos volcanes, unos baobabs y un principito.
Campo del Cielo. 60 x 40 cm. Impresión VITRA. Serie compuesta por seis fotografías que retratan las cuatro vistas laterales y la vista superior e inferior del meteorito Campo del Cielo.

Cómo algo tan pequeño puede sostener algo tan grande, por Mikha-ez, 2018, dimensiones variables, meteorito equilibrado con una pumita.
Cuando el cuerpo metálico del meteorito se hace manto. 200 x 128 cm. Impresión sobre alfombra de velvetón. La alfombra ofrece el cuerpo del meteorito, su textura, como lugar para el descanso, el diálogo o la reflexión. Invita a sentarse o tumbarse, a sentir a través del tacto de las manos y de los pies las fibras entretejidas del algodón de la alfombra, que es en verdad el cuerpo yaciente del meteorito. Un algodón que contrasta con el cuerpo frío de la roca extraterrestre.
De pie, seis caras y para siempre meteorito (en colaboración con Laura Índigo & Zap_Buj. Coreografía en donde el cuerpo humano, primero en una posición anatómica, va relajándose lentamente, hasta ir fundiéndose con la alfombra-meteorito. Adoptando una especie de posición fetal, como si todo esto nos devolviese por un instante a ese momento primero de la vida, al instante en el que todo comenzó. El cuerpo adopta un replegamiento completo, la cabeza se esconde entre las piernas, y entonces ya sólo queda el cuerpo pétreo sobre el manto.
Cómo algo tan pequeño puede sostener algo tan grande. Meteorito equilibrado con una pumita. De uno de los extremos pende de un hilo de acero el meteorito. En el opuesto, suspendida en el aire, descansa una pumita (roca volcánica). A pesar de que el volumen de la pumita es ocho veces superior al del meteorito, ambos rocas se equilibran a través de la tensión del hilo. Así, algo tan ínfimo como este meteorito, que un día fue el centro de un extinto astro, sigue sirviendo de sostén a la materia.

Diálogos sonoros de un meteorito con otros materiales, por Mikha-ez & Crisne (en colaboración con Radio USAL), 2017, 16 audios.
Paradoja de Olbers (en colaboración con Javier Ayuso]. Video-loop. El meteorito gira sobre su propio eje en ambos sentidos bombardeado por haces de luz, flashes que le hacen brillar bajo la cúpula de la noche, luces estroboscópicas que terminan por congelar el lento movimiento de su rotación.
Diálogos sonoros de un meteorito con otros materiales (en colaboración con Crisne y edición de Radio USAL]. 16 audios, CD y estuche metálico. Sonidos producidos por la fricción del meteorito con 16 materiales terrestres. Se establece así una relación física entre el corpus venido del espacio y los materiales seleccionados. Pues a fin de cuentas el meteorito, que ahora habita en la Tierra, se vincula con todo aquello que le circunda, integrándose paulatinamente en su nuevo ecosistema.

Paradoja de Olbers, por Mikha-ez & Javier Ayuso, 2017, video-loop.
Meteorito: Campo del Cielo, Procedencia: Chaco Austral (Argentina). Coordenadas: 27° 28’ 0’’ S, 60° 35’ 0’’ O. Edad del impacto: 4000 años +-80. Método de datación: carbono-14 (14C). Año del descubrimiento: 1576. Tipología: siderito. Fase: metálica- Mineralogía principal: aleación de kamacita. Clasificación estructural: octaedrita gruesa (Og). Clasificación química: grupo IAB. Composición química: 93% hierro (Fe), 6% níquel (Ni), 1% carbono (C), cobalto (Co) y azufre (S) . Dimensiones: 8,75 x 5,72 x 4,05 cm. Masa en el aire: 480,42 gr. Volumen: 62,82 cm3. Densidad: 6,64 gr / cm3.

Cómo algo tan pequeño puede sostener algo tan grande, por Mikha-ez, 2018, dimensiones variables, meteorito equilibrado con una pumita.