La esencialidad y el vacío

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El Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear (Cáceres) presenta La perspectiva esencial, una exposición compuesta por 61 obras de 41 artistas que repasa el minimalismo, un movimiento que defiende conseguir los máximos resultados artísticos con los mínimos medios. Un recorrido por los creadores que sentaron los principios teóricos, como Donald Judd, Dan Flavin o Carmen Herrera, y también sus inmediatos precedentes, como Josef Albert o Robert Ryman

Como es habitual en las exposiciones de esta fundación extremeña, la muestra exhibe piezas del fondo de Helga de Alvear, la colección privada de arte contemporáneo más importante de nuestro país y una de las más reconocidas en el panorama internacional. En esta ocasión, el tema que articula la exposición son los “minimalismos” a través de las piezas que forman parte de esta colección. Un total de 61 obras de 41 artistas ocupan la totalidad de los espacios expositivos del Centro de Artes Visuales de Cáceres. Entre ellas, además de las obras realizadas por los artistas que sentaron los principios teóricos y prácticos del Minimal Art, como Donald Judd, Charlotte Posenenske, Dan Flavin, Tadaaki Kuwayama, Carmen Herrera o Carl Andre, encontraremos otras que se encuentran en el origen de este movimiento como precedentes, como Josef Albers, Robert Mangold, Ad Reinhardt o Robert Ryman, de autores que jugaron con sus principios, como Franz Erhard Walther, y de aquellos otros que desde otros movimientos imprimieron a los preceptos de la esencialidad y el vacío un nuevo sentido, como Joseph Kosuth o Peter Roehr. Un recorrido en el que se cruzan con obras más recientes del arte contemporáneo en las que los preceptos minimalistas son releídos desde perspectivas muy diversas, pero todas guiadas por la esencialidad.

Sobre estas líneas, Red/Green + Within + Painting, por Robert Mangold, 1982, acrílico y lápiz sobre lienzo, 304 x 327 cm. Arriba, Untitled Estructura (Green), por Carmen Herrera, 1966/2015, acrílico sobre aluminio, 114 x 152 x 15 cm.

Según explica el comisario en su texto: “En 1962, Camilla Gray publica en la prestigiosa editorial Thames & Hudson El gran experimento: Arte ruso 1863-1922, libro que tuvo mucha difusión en los medios artísticos anglosajones. Algunos de los movimientos de estas vanguardias figuran entre los más destacados antecedentes de aquello que el filósofo inglés Richard Wollheim denominó, en 1965, Minimal Art. De esta manera las prácticas artísticas abstractas, constructivistas y suprematistas que inspiraron los orígenes del minimalismo, junto con el cubismo, De Stijl, Dadá y la Bauhaus crearon un caldo de cultivo favorable para la génesis de las prácticas minimalistas.»

Untitled, por Donald Judd, 1993, madera contrachapada; mesa: 76 x 120 x 240 cm, silla: 76 x 38 x 38 cm (x 12).

«Más tarde, en 1966, tuvo lugar la exposición Estructuras Primarias en el Jewish Museum de Nueva York, donde los minimalistas históricos, Donald Judd, Carl Andre, Robert Morris, Dan Flavin y Sol LeWitt, alcanzaron gran éxito y, por primera vez, mostraron en sus respectivas obras los rasgos comunes del minimalismo: la abstracción, la austeridad, la geometría elemental, el monocromatismo y la repetición. Tales características del minimalismo ortodoxo al principio se aplicaron a las composiciones tridimensionales, pero con el tiempo fueron adoptadas por otras categorías artísticas y se extendieron a otros ámbitos geográficos. Después de más de medio siglo, los criterios minimalistas permanecen vivos y en algunos aspectos han evolucionado a posiciones más o menos heterodoxas, siempre bajo el signo de la vía esencial o, lo que es lo mismo, consiguiendo los máximos resultados artísticos con los mínimos medios”.

Caja vacía. Conclusión experimental nº 1 (A), por Jorge Oteiza, 1996, hierro, 40 x 40 x 40 cm, obra única.

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