Eco y Narciso: retrato y autorretrato

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Para celebrar la apertura de las nuevas once salas del ala sur del Palacio Barberini se ha inaugurado una exposición que reflexiona sobre la temporalidad, la representación del poder, el erotismo, lo íntimo y lo exótico a través de una serie de obras de arte antiguo y contemporáneo de artistas que van desde Luigi Ontani a Pietro da Cortona, de Rafael a Richard Serra, de Bronzino a Giulio Paolini o de Piero di Cosimo a Kiki Smith. Hasta el 28 de octubre

La exposición Eco y Narciso. Retrato y autorretrato en las colecciones de las Galerías Nacionales MAXXI y Barberini Corsini, comisariada por Flaminia Gennari Santori y Bartolomeo Pietromarchi y producida por las Galerías Nacionales en colaboración con el Museo Nacional de Artes del Siglo XXI MAXXI, celebra la conclusión de una larga crónica iniciada en 1949, cuando el Estado italiano adquirió el Palacio Barberini para destinarlo a nueva sede de la Galería Nacional de Arte Antiguo.

Sobre estas líneas, Beatrice Cenci, atribuido a Guido Reni, óleo sobre lienzo, 64,5 x 48 cm, Roma, Galería Nacional Barberini Corsini. Arriba, Desnudo femenino de espalda, por Pierre Subleyras, óleo sobre lienzo, 74 x 136 cm, Roma, Galería Nacional Barberini Corsini.

En esos momentos el palacio estaba ocupado en gran parte por el Círculo Oficial de las Fuerzas Armadas y otras entidades, y ahora por fin transcurridos setenta años y un proceso largo y tortuoso, se ha devuelto al museo el palacio íntegramente, una vicisitud que ha condicionado fuertemente la evolución y la identidad misma de las Galerías romanas, fundadas en 1895 como pinacoteca nacional, pero que no llegaron nunca a convertirse en tales.

Retrato de Enrique VIII, por Hans Holbein el Joven, óleo sobre tabla, 88,5 x 74,5 cm, Roma, Galería Nacional Barberini Corsini.

Así, abren al público los espacios reintegrados en el recorrido museal del Palacio Barberini, es decir, el ala entera situada al sur de la planta noble: una sucesión de once espléndidas salas que se asoman a los jardines, que formaban desde el siglo XVII los apartamentos de los cardenales Barberini.

Narciso, por Caravaggio, óleo sobre lienzo, 113,3 x 94 cm, Roma, Galería Nacional Barberini Corsini.

Para el importante evento, las prestigiosas Galerías han organizado una exposición que une el pasado con el presente o, lo que es lo mismo, la historia densamente compleja del Palacio con el actual cometido de las Galerías Nacionales. Por otra parte, un proyecto complejo que ha sido posible gracias a la colaboración con el MAXXI (Museo de Arte del siglo XXI) y que se centra en el tema siempre en vigor del retrato y del autorretrato, a lo largo de un recorrido que se articula entre arte antiguo y contemporáneo y, por ello, se nutre de obras de las respectivas colecciones.

Vestale Tuccia (la Velata), por Antonio Corradini, mármol, 225 x 100 x 85 cm, Roma, Galería Nacional Barberini Corsini. Se expone en el MAXXI.

Eco y Narciso no solo se centra en el género iconográfico del retrato sino que ofrece una reflexión visual y conceptual de la representación de la identidad, como categoría no solo individual sino también colectiva, sobre la función que la imagen ha desarrollado y sigue desarrollando en lo que se refiere a nuestra apariencia, en la mediación de nuestra autopercepción social, cultural, étnica e histórica. Y también indaga sobre la temporalidad, la representación del poder, el erotismo, lo íntimo y lo exótico Y lo hace a través de una serie de obras que establecen un diálogo entre arte antiguo y contemporáneo de las colecciones de los dos museos de artistas que van de De Luigi Ontani a Pietro da Cortona, de Rafael a Richard Serra, de Bronzino a Giulio Paolini, de Piero di Cosimo a Kiki Smith.

La Fornarina, por Rafael Sanzio, óleo sobre tabla, 87 x 63 cm, Roma, Galería Nacional Barberini Corsini.

Además de las nuevas salas, el recorrido serpentea desde el Salón Pietro da Cortona, hasta las Salas Oval y dei Paesaggi, a través de una perspectiva diferente, no cronológica, más allá de las categorías histórico-artísticas con las que se suelen mirar y estudiar las pinturas del pasado.

Magdalena, por Piero di Cosimo, témpera sobre tabla, 72,5 x 76 cm, Roma, Galería Nacional Barberini Corsini.

Su título hace referencia al mito descrito en las Metamorfosis de Ovidio: la ninfa Eco se consume de amor por Narciso que la rechaza y morirá ahogado, castigado por los dioses, mientras intenta capturar su propia imagen de la que había caído perdidamente enamorado, al tiempo que evoca la figura del artista, condenado a perseguir una imagen, un reflejo, una ilusión, metáfora que se reivindica a través del género del retrato y del autorretrato y sus innumerables matices: del poder al erotismo, de lo íntimo a lo exótico, de la temporalidad a la espiritualidad, así como de lo conceptual a lo grotesco.

Se propone un itinerario que repasa desde una amplia perspectiva, si bien no lineal, las 21 grandes obras maestras “de casa” como Marco Benefial, Gianlorenzo Bernini, Bronzino, Caravaggio, Rosalba Carriera, Pietro da Cortona, Piero di Cosimo, Luca Giordano, Hans Holbein, Benedetto Luti, Raffael, Guido Reni y Pierre Subleyras junto con 17 obras contemporáneas –en tres casos realizadas expresamente para esta ocasión y para estos espacios– como Stefano Arienti, Monica Bonvicini, Maria Lai, Shirin Neshat, Luigi Ontani, Giulio Ontani, Yan Pei-Ming, Markus Echinwald, Richard Serra, Yinka Shonibare MBE y Kiki Smith, procedentes del MAXXI, que se entrelazan y dialogan sobre temas como el yo y el otro, la duración y de la temporalidad, la intimidad y la público, la fama y el poder, el erotismo y las convenciones, la identidad y la diferencia. Una confrontación que se completa en el MAXXI, que expone La velata, la famosa y delicada escultura de Antonio Corradini junto con VB74 de Vanessa Beecroft, performance de 2014, por primera vez presentada al público.

Las once nuevas salas, restauradas entre 2015-2017, que se extienden por más de 750 metros cuadrados de recorrido expositivo, constituían el “Apartamento nuevo”, destinado a los cardenales de la familia Barberini, conocido como Apartamento de invierno de Su Eminencia o “del Ponte” porque se abría hacia el llamado “Puente” ideado por el gran Bernini. Junto a las salas de representación, como la monumental Sala del Trono o las dos Salas de la Audiencia del Cardenal, encontramos otras inesperadamente íntimas, como la “Capellina” que se remonta al primer trentenio del siglo XVII.

Hombre invisible, por Yinka Shonibare MBE, 2018, maniquí de fibra de vidrio, algodón estampado en cera holandesa, zapatos de cuero, base de acero, 175 x 73 x 100 cm (foto: Stephen White), Roma, MAXXI, cortesía del artista y e Blain | Southern, Yinka Shonibare MBE, by SIAE 2018.

Los nombres de las otras salas evocan su utilización o se inspiran en la decoración de las paredes: Sala Japonesa, Sala de los Mármoles (donde se exhibían estatuas antiguas) y Dormitorio Invernal. Asimismo, se reintegran en los espacios destinados a la visita pública la Sala Oval, de forma elíptica proyectada también por Bernini, y la Sala de los Paisajes, decorada por Filippo Cretoni y hasta ahora cerradas al público. Y, por último, se añade la escalera helicoidal de Francesco Borromini concluyendo el nuevo recorrido de la visita que se inicia a partir de la escalera de Gian Lorenzo Bernini: el arte y la arquitectura asociados para continuar maravillando a los visitantes.

VB74, por Vanessa Beecroft, 2014-18, C-print digital montada sobre diasec,177,8 x 228,6 cm, Roma, MAXXI, cortesía Fundción MAXXI.

Se trata de un viaje que permite al visitante descubrir y redescubrir y, quizás no solo, para explorar novedades sino como alguien dijo “para probar a renovar nuestra mirada”.

Carmen del VANDO BLANCO

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