El Museo del Prado y la National Gallery de Londres dedican una excepcional exposición monográfica al singular pintor del Cinquecento y primer retratista moderno por la intensidad de sus retratos y la sofisticación de los recursos plásticos e intelectuales. Comisariada por el director de la pinacoteca madrileña, Miguel Falomir, y el experto de la Universidad de Verona, Enrico María dal Pozzolo, la muestra podrá verse hasta el 30 de septiembre en el Prado
Lorenzo Lotto (Venecia,1480-Loreto,1556-57), considerado el gran maestro del retrato y el más innovador por su gran libertad estilística, nació en la ciudad lagunar donde se formó probablemente en el taller de Alvise Vivarini o con Giovanni Bellini. Asimiló la obra de los artistas del norte de Italia, Giorgione y Tiziano, así como del norte de Europa, Durero y Holbein. También recibió la herencia de Rafael, con quien trabajó en el Vaticano.
Los interesados en profundizar en el retrato en el Renacimiento podrán hacerlo en Descubrir el Arte, número 132, junio (ahora en quioscos o en kioskoymás o Orbyt), al que dedicamos nuestro tema En portada, compuesto por un artículo sobre el retrato en Venecia, otro sobre Lorenzo Lotto y esta exposición, los dos escritos por Fernando Checa; Luis Reyes, por otra parte, aborda el retrato de Leonardo y Florencia y, por último, también dedicamos un artículo a los retratistas del norte de Europa cuya autora es María Cóndor.
Lotto era coetáneo de Tiziano, aunque eran muy diferentes tanto en su forma de encarar el retrato, el estilo como la forma de vida. Tiziano era un artista que sabía moverse en los círculos de poder y brillaba en la corte veneciana como retratista de artistas, reyes y papas, mientras que Lotto no encajaba en un ambiente tan competitivo, amén de que su peculiar estilo no era del gusto de la nobleza, además quería imponer su criterio artístico frente a lo que se suponía que había que hacer para triunfar, lo que se traducía en la falta de encargos. Deeprimido por su fracaso buscó otra clientela, alejada del centro de poder, iniciando su labor itinerante como pintor y desarrollando una gran actividad en Treviso, Las Marcas, Bérgamo y Venecia. En estos lugares, el maestro pudo llevar a cabo su obra con más libertad, y sus vicisitudes económicas le condujeron a desarrollar una gran sensibilidad hacia los pobres y desarraigados. Como afirma Miguel Falomir “Lotto ofrece la otra cara del renacimiento”.
Lotto conoció tanto el éxito como el fracaso, cayó prácticamente en el olvido tras su muerte y fue a finales del siglo XIX cuando el historiador del arte Bernard Berenson (1865-1959) escribió la primera monografía sobre su arte en 1895, Lorenzo Lotto. Un ensayo sobre la crítica constructiva del arte, que lo consagró como el primer retratista preocupado por reflejar los estados de ánimo y, en consecuencia, el primer retratista moderno. Una puesta en valor que aunque no ha hecho más que acrecentarse sobre todo desde la década de 1980, ninguna exposición o publicación monográfica ha abordado hasta la fecha sus retratos, lo que otorga a esta exposición un carácter pionero.
De sus viajes por Italia, abierto a múltiples influencias, consiguió introducir destacadas novedades en el género retratístico. Así, en Bérgamo, su etapa más interesante, pudo disfrutar de la libertad que le ofrecían las élites de la ciudad lo que le permitió crear esquemas representativos inéditos como en el retrato matrimonial que reunía a los cónyuges dentro de un mismo campo visual, acompañados de objetos y elementos susceptibles de una lectura simbólica: datos sobre su estatus, aficiones o aspiraciones.
Otra aportación al retrato fue el formato apaisado en lugar del vertical, lo que le permitía “ampliar el campo” de visión e incluir numerosos objetos que hablan de la vida personal de los retratados, sus inquietudes y sus aficiones, dentro de una atmósfera melancólica en muchos casos. En general, todos sus retratos se caracterizan por su intensidad expresiva, invención compositiva y penetración psicológica. Según Miguel Falomir, Lotto “tenía curiosidad por saber de ellos y con sus efectivos y singulares recursos trasmite al espectador el mismo interés por conocer quién eran estos retratados”.
Además de profundizar en aspectos conocidos de la retratística del maestro italiano, como su variedad tipológica, su profundidad psicológica o su complejidad simbólica, Lorenzo Lotto. Retratos explora otros más novedosos, como el trasvase de soluciones expresivas entre retrato y pintura religiosa, la importancia de los objetos incluidos en los retratos como testigo de la cultura material de la época, o el proceso creativo que subyace tras su realización.
La exposición, compuesta por treinta y ocho pinturas, diez dibujos, una estampa y una quincena de esculturas y variados objetos incluidos en sus retratos, como un rosario de 1600, un anillo de oro del siglo XVI o una camisa masculina de encaje y lino (1650-1700), aporta una mirada singular a sus realizaciones a través de estos objetos como testigo de la cultura material del Cinquecento. Asimismo, la muestra indaga en el modo en el que Lotto concebía y ejecutaba sus retratos para lo que dada las escasez de estudios técnicos, cobran una importancia excepcional los dibujos que se muestran junto a las pinturas, rara vez expuestos.
En definitiva, la variedad de tipologías que empleó; el simbolismo, a veces evidente y a veces oculto, de sus retratos; la profundidad psicológica que imprimió a los modelos, o la importancia que otorgó a los objetos para definir el estatus, las aficiones y las aspiraciones de sus efigiados confieren tal intensidad a sus retratos que podría decirse que Lotto reflejó como ningún otro artista una Italia en profunda transformación.
Hasta Madrid han viajado obras procedentes de su Venecia natal, Treviso, Bérgamo –una ciudad donde se encontró particularmente a gusto y donde su labor fue más fecunda–, Roma y Las Marcas, realizadas a lo largo de cincuenta años.
La singular y notable exposición, que cuenta con el patrocinio de la Fundación BBVA, podrá visitarse hasta el próximo 30 de septiembre en las salas A y B del edificio de los Jerónimos.
Carla TORRES