La fotógrafa hispanoalemana presenta por primera vez su trabajo en el Centro Andaluz de Fotografía de Almería. Un proyecto que gira en torno a la transformación de su propia imagen que se complementa con una serie de acciones a modo de happening que experimenta qué prejuicios y reacciones sufre con las distintas personalidades mostradas. Hasta el 27 de mayo
La obra de Miren Edurne Herrán Olías (Ingolstadt-Donau, Alemania, 1978), que vive a caballo entre Berlín y Madrid, gira en torno a la cotidianidad, el encuentro y la comunicación entre los seres humanos. Consciente de cómo las nuevas tecnologías y la red catalizan y magnifican los estados emocionales, se sirve de estos nuevos sistemas sociales y dinámicas de comunicación para contextualizar algunas de sus propuestas. Otra de las constantes de su trabajo es la participación del público porque da sentido a la obra y la dota de un carácter performativo.
Bajo el título Futuro perfecto, el Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) de Almería dedica una exposición por vez primera a la fotógrafa hispanoalemana. Un trabajo que muestra el resultado de un proyecto que comenzó mientras cursaba, gracias a la beca Roberto Villagraz, el master de EFTI de Fotografía Contemporánea y Proyectos Personales, y que gira en torno a la transformación de su imagen y, a modo de happening, la realización de una serie de acciones con la finalidad de experimentar qué prejuicios y reacciones sufre con las distintas personalidades mostradas.
En la muestra hay un apartado de documentación en el que se exhibe gran parte del proceso del proyecto y todo el material relativo a la investigación, como libros, artículos o referentes artísticos. Sophie Calle, Cindy Sherman y Orlan son los grandes referentes de este trabajo, pero hay muchos más (se muestran en la documentación). La exposición está dedicada a David Bowie y sus alter-egos.
Edurne Herrán entiende la idea de identidad como un “proceso de elaboración constante. Somos la suma de nuestros yoes anteriores, y con cada decisión que tomamos o acto que realizamos, continuamente estamos transformándonos. Los demás también forman parte de este proceso personal, y ayudan a que nos maleemos a medida que transcurre el tiempo y las experiencias vividas (o deseadas). Comencé a preguntarme acerca de la plasticidad del futuro; al igual que modificamos y moldeamos nuestro aspecto exterior, nuestro futuro también se (de)forma. Cada acto que realizamos tiene sus consecuencias, y cada decisión que tomamos nos abre una nueva puerta”.
En este trabajo, como en gran parte de su obra anterior, el transcurso del tiempo y la autobiografía están presentes. Y añade que “planteo una serie de acciones, casi a modo de juego; algo que denomino ‘experimento sociológico a pequeña escala’. Me proyecto hacia el futuro desde distintos presentes; analizo, imagino y transformo ese tiempo que está por llegar. No se trata de una cuestión de exploración del autorretrato, sino que utilizo mi imagen y referente para convertirme en un medio que busca varios fines. Cuestiono temas personales y universales: cómo nos prejuzgan y prejuzgamos, el miedo y la inseguridad ante un futuro laboral incierto, las preocupaciones que retumban en nuestra psique, la maleabilidad del futuro y de nuestra imagen personal, la necesidad de aprobación ante los demás…”.