Matadero Madrid acoge hasta el 27 de mayo Processi 144_M, entrelazarse con Roma, una exposición que muestra los trabajos de los 24 artistas e investigadores fruto de su estancia en la Academia de España en Roma durante 2016-2017 gracias a las becas que otorga el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Manuel Tori entrevistó el verano pasado para Descubrir el Arte a su directora, Ángeles Albert, y a los residentes
El título de la exposición Processi 144_M, entrelazarse con Roma, comisariada por Enrique Bordes, remite a los ciento cuarenta y cuatro años que hace que la Academia de España se asoma a Roma desde el Gianicolo. Tres siglos en los que la institución se ha consolidado como uno de los centros de creación de gran excelencia que existen, un espacio para el conocimiento, un centro de producción cultural cuya seña de identidad es la multiplicidad de lenguajes creativos y un lugar de encuentro con otras culturas. Mientras que la palabra Processi evoca las vivencias de cada uno de los 920 pensionados que han pasado por la Academia. Experiencias que han necesitado un proceso y cuya huella ha marcado la trayectoria posterior de cada uno de ellos. Por ello, el trabajo que se puede ver en esta exposición es simplemente un inicio que parte de Roma y que muy probablemente se materializará en los próximos años o décadas.
Todo el mundo que viene a la Ciudad Eterna tiene siempre la misma sensación: la historia y el arte viven con nosotros. Roma es y será siempre el testigo –mudo e innegable– de nuestro pasado, conviviendo, en armonía, con lo contemporáneo. Quienes tienen esto muy presente son los 24 pensionistas que han residido durante 2017-2018 en el complejo conventual de San Pietro in Montorio. Un edificio por el que han pasado a lo largo de estos casi ciento cincuenta años muchas generaciones de artistas y directores, en total, 920 pensionados, 27 directores y tres directoras. De los 12 pensionados de sus inicios se ha pasado a los 24 de los últimos años, se han añadido disciplinas como diseño, historia del arte, musicología o cine, y se ha recortado la estancia de tres años a uno. Para la actual directora, Ángeles Albert, hay un factor esencial para fomentar la creatividad: la convivencia diaria de los residentes, que propicia el diálogo y el conocimiento entre todos ellos, derriba barreras entre disciplinas artísticas y facilita la colaboración.
En la Academia, los creadores residentes no tienen límite de edad y proceden de las disciplinas más dispares. Desde las magníficas vistas del Gianicolo –una de las colinas más emblemáticas de Roma–, ninguno de ellos consigue resistirse a la seducción voraz y silenciosa de la Ciudad Eterna. Se dejan llevar. Prefieren aceptar el reto de cuestionar, aunque sea por momentos, la perdurabilidad de lo contemporáneo.
Cuando se trata de arte, a veces, es mejor sucumbir frente a la habilidad que tiene Roma de detener el tiempo. Según el diseñador de moda Víctor Resco, estamos en un periodo de conflicto. Fijándose en la moda de los años treinta y dirigiéndola hacia una mirada más artística, se inspira en el surrealismo italiano y en la pintura metafísica de Giorgio de Chirico: “Reflexiono acerca de las similitudes entre el periodo de entreguerras y la actualidad. Reinterpreto la idea del soldado mediante estampados, con mapas de países de la Unión Europea y ocultando los rostros humanos, como en los maniquíes”. Para Resco, que considera que la arquitectura y el cuerpo están relacionados, su objetivo es también personal: “Quiero hablar de mis sentimientos acerca del tiempo actual, en un momento donde Europa, política y socialmente, está destruyéndose. Todas mis prendas evocan esto, a través de la asimetría o la falta de detalles, se acercan a la estética militar”.
¿Cómo producían artesanalmente los etruscos y los romanos? Es la curiosidad que motiva la creación de la diseñadora industrial Mercedes Jaén, especializada en elaborar objetos diseñados en la actualidad, pero inspirados en épocas e incluso técnicas antiguas. Jaén, quien fija su atención sobre todo en la producción de espejos, asegura: “Me fascina beber de las fuentes antiguas para hacer artesanía contemporánea”. Mientras escucha música clásica en su estudio, reflexiona acerca de lo impresionantes que son los objetos artesanales antiguos y su gran sofisticación, teniendo en cuenta la época en la que fueron producidos. Vincular materialmente pasado y presente no es nada fácil, pero tiene su receta: “Soy muy curiosa y me gusta crear. Para mí este proyecto es muy emocionante. Un auténtico desafío”.
Desde que la ganadería y la agricultura se han vuelto más intensivas, la comida parece que ya no es lo que era. Es lo que defiende la artista Rosalía Banet, quien ha realizado una instalación que mezcla pintura y escultura y que se centra en el concepto del banquete romano: “El último periodo del Imperio romano fue una época de decadencia y crisis. Curiosamente, los banquetes eran más excesivos y más atractivos. Este contraste es muy interesante a la hora de compararlo con nuestros días”, explica. Su idea es realizar un banquete actual con esculturas que imitan a la comida real, pero teñida de negro: “Tiene que invitar a la gente a reflexionar sobre lo que comemos. La comida quemada no alimenta sino que intoxica. Es mi interpretación acerca de cómo comemos hoy. Me parece muy importante hablar de la confusión actual, donde nos bombardean con anuncios de productos muy ricos, pero nada sanos. No soy nutricionista, pero hay ciertas industrias que manipulan nuestro paladar”. La similitud entre la época romana y la actual, según ella, “está en el desequilibrio existente en la unión entre exceso y decadencia”. La diferencia, sin embargo, está en la calidad de los alimentos.
La luz natural sigue siendo importante en nuestra vida, pero ya no es tan determinante. Sin embargo, esta puede transformar los lugares interiores, atravesarlos y modificarlos, al igual que los cuerpos. Es el eje creativo de la bailarina y coreógrafa Irene Cantero, quien asegura que la luz, a lo largo del tiempo, ha ido cambiando de significado, al igual que la presencia del cuerpo en los espacios: “En mi proyecto performativo, donde también participa una violinista, trabajo tanto con el cuerpo como con la luz. Y Roma, para eso, es la ciudad ideal”. Según Cantero, es muy interesante cómo la luz artificial está transformando los lugares, creando ficciones y eliminando progresivamente la oscuridad. El suyo, según cuenta, es un ejercicio de proximidad: “Cuando bailo, trabajo con la anatomía para ponerla a disposición de quien está observando para que se reconozca en el cuerpo del otro”.
En la célebre Academia de España en Roma también hay lugar para los investigadores. Xosé Prieto Souto es uno de ellos: “Mi proyecto se centra en rastrear la cultura antifranquista de los años sesenta y setenta y su relación con Italia, sobre todo a través del estudio de las exposiciones de arte. La relación entre la cultura española y la italiana es muy cercana pero está infravalorada”, detalla el experto en medios audiovisuales.
Para la musicóloga Ana Lombardía, unir investigación y divulgación es esencial: “Investigo la música de la biblioteca de María Luisa de Borbón (1782-1824), la primera compositora española de sinfonías de toda la historia. Hija de Carlos IV, vivió entre España e Italia”. Se trata, pues, de una figura hasta ahora desconocida y de suma relevancia: “Fue importante como compositora y como mecenas. Promocionó la actividad musical femenina en Italia y el intercambio musical entre ambos países”. Y comenta como curiosidad que fue ella quien dio a conocer los fandangos y las seguiriyas en Italia. Para Lombardía, es muy importante divulgar el papel de la música hecha por mujeres durante ese periodo.
¿Se puede dibujar el aire? Para Laura F. Gibellini no. Experta dibujante, dedica sus momentos de creación para visibilizar las condiciones atmosféricas de un lugar, sobre todo a través del aire, del agua o de la nieve. Por cierto, ¿es posible trazar, de alguna manera, el cielo de Roma? “La atmósfera romana es muy interrumpida –aclara Laura–. El aire se materializa mucho a través de la luz. Basta con pensar en la fuerza simbólica que tiene sobre el Panteón, por ejemplo”.
¿Cuál es el límite que una persona traspasa cuando decide matar a otra? Para la dibujante Antonia Santolaya es un momento en el que un individuo “se asesina a sí mismo, asesinando”. Su trabajo, tomando como gancho el terrorismo de las Brigadas Rojas de los años setenta en Italia, explica con virtud lo actual que resulta ahondar en la soledad de quien, a partir de unos desajustes personales, pasa a ser autor de violencia: “Todo queda disfrazado por el idealismo, pero en realidad se trata siempre de una manipulación y un juego de poder. A veces esa manipulación no la ejecuta quien manipula, sino quien consigue que otro lo realice. Y se esconde”. Para la inspiración de Santolaya, la Ciudad Eterna ha sido muy útil: “Roma tiene diferentes capas, donde el pasado y el presente están juntos”. El miedo, la violencia y la rabia permanecen de hecho en todas las épocas, desde los romanos y hasta hoy, “solo los protagonistas cambian”. El resultado: una novela gráfica con guión de Felipe Hernández Cava sobre los convulsos años setenta en el Trastévere.
Quien trabaja también con las capas temporales de la Ciudad Eterna es el fotógrafo David Jiménez: “Busco un acercamiento poético, evocativo, profundo. Para mí, el arte es un método de conocimiento pero que habla con otro lenguaje, con otros códigos, que no son los mecanismos racionales”. Para Jiménez, que fotografía fragmentos de esculturas, monumentos, arquitecturas, o escaleras, lo importante “es cómo estos fragmentos se combinan entre sí. Lo que puede ser una topografía es en realidad el detalle de un mármol. Así pues, el microcosmos y macrocosmos se relacionan (…). Las formas pueden dialogar, porque expresan cosas más allá de un juego visual”. La única dificultad para el fotógrafo es, sobre todo, alejarse de los tópicos de Roma: “Apuesto por unas nuevas formas de mirar, para pensar de modo diferente”.
Con música jazz de fondo, en uno de los estudios con mejores vistas de la Academia, el pintor Miki Leal trabaja con el gran formato para seguir las pistas –y redescubrir su actualidad– de los protagonistas del Grand Tour, cuando los románticos del siglo XIX consideraban Italia y Grecia una etapa obligada para reconsiderar Occidente a través de la época clásica. “Cuando llegué a Roma no sabía qué me iba a encontrar –confiesa Leal–. Pero una vez aquí, la ciudad llega a modificar la concepción de muchas cosas y perspectivas que tenías ya preconcebidas. Roma es a la vez cercana e infinita”.
Si Roma, por definición, está estratificada en varias capas, la que más le interesa al pintor Santiago Lara, es la más profunda, la de los inframundos: “El mío es un recorrido por las catacumbas y las antiguas criptas, al repasar la estratificación histórica de la ciudad”. ¿El objetivo? Buscar una nueva visión del infierno contemporáneo: “Realizo un descenso simbólico remontándome a los inicios del cristianismo. Desde un punto de vista subjetivo y poético, trato de conectar con lo salvaje”.
Su colega, el pintor Santiago Ydáñez, especialista en el gran formato, está trabajando en un proyecto que investiga las relaciones culturales entre el sur y el norte de Europa. Además, su estancia en la academia ha propiciado un cambio en el modelo de sus pinturas influenciado por la visión de los caravaggios que se encuentran en Roma y por los frescos de Villa Livia.
El proyecto de la historiadora del arte de origen cubano Suset Sánchez es un terreno totalmente virgen: “Mi cometido en la Academia es investigar el archivo y la colección de Jorge Carruana Bances, un artista cubano que estuvo en el exilio desde 1970, en Italia”. Se trata de un creador muy desconocido: “Su obra prácticamente no se conoce en su país, entre otras cosas porque su producción fue sobre todo en Europa”. Su estancia en la colina del Gianicolo tiene dos claros objetivos: “Catalogar y a la vez promocionar toda su obra”.
¿Puede un paisaje invitarnos a reflexionar a través de la historia? El pintor Santiago Giralda apuesta por la reconsideración de la idea de paisaje mediante la pintura: “Busco lo sugerente y lo personal. Me encantaría pintar un paisaje en el que cupiese la idea de un mundo posible y que se pueda contemplar a través de la emoción, la memoria y la experiencia del espectador”. Para ello hay que seguir determinadas técnicas: “La dificultad reside en que el paisaje no sea algo descriptivo, sino un espacio que permita reflexionar sobre nuestro entorno. Y que trascienda de nuestra intimidad”. Giralda describe a la perfección qué supone para los creadores llegar a la Academia: “Como todos los artistas, pretendo estar en lo contemporáneo con el objetivo de ser original. Llegar a Roma, sin embargo, comporta volver atrás. De golpe. La Ciudad Eterna tiene tanta belleza alrededor que me ha reconciliado con el arte y su función, vinculada a la aspiración del ser humano por crear belleza y por intentar superarse a sí mismo. Desde Roma te das cuenta de lo que es capaz el ser humano si se lo propone”. Así, las siete colinas de Roma son las protagonistas de la serie de pinturas realizadas durante su pensionado.
Beatriz Ruibal ha recogido en una filmación el círculo artístico del Trastévere de los años setenta a través de sus antepasados. Tyto Alba relata en un cómic los paseos nocturnos, a causa del insomnio, de un maduro Fellini.
Estrella Torrico habla en su trabajo sobre las pasquinadas, es decir, los mensajes que las clases populares italianas plasmaban en distintas esculturas de la ciudad, a modo de protesta, en tiempos de censura. Y, por otra parte, Estibaliz Sadaba se centra en el activo papel de las mujeres en la Antigua Roma.
Aitor Lara ha encarado un proyecto fotográfico en el que se ha inspirado en el concepto de la razón poética de la filósofa María Zambrano, que vivió durante años exiliada en Roma. Joan Casaramona ha traducido a imágenes la novela Una novelita lumpen de Roberto Bolaño. El colectivo Los Bravú (Dea Gómez + Diego Omil) ha conseguido que los personajes de sus libros den el salto del papel al lienzo, influidos por la pintura renacentista italiana. El escritor Juan Gómez Bárcena ha creado la obra literaria Ovidio en el Ponto sobre los nueve años de destierro del célebre poeta romano Publio Ovidio Nasón.
Claudio Sotolongo ha mapeado el conjunto de respuestas emocionales a los espacios de cine italiano rodado en Roma. El arquitecto Carlos Higinio Esteban (Carlos Cartama) ha analizado y cuestionado los ambiciosos proyectos urbanísticos, tanto el número de viviendas proyectadas como la calidad misma de los proyectos, que se llevaron a cabo en la Roma de los años sesenta y setenta.
La Real Academia de España en Roma, institución vinculada al Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, tiene el cometido de promover una mayor presencia cultural española en Italia, desarrollar un mejor entendimiento de las culturas de ambos países y una mayor vinculación cultural entre Europa e Iberoamérica. Fundada en 1873 en la ciudad del arte por antonomasia, esta sigue siendo hoy en día un instrumento esencial en la política cultural exterior española. Su directora, Ángeles Albert, defiende desde sus maravillosas vistas sobre la Ciudad Eterna, que “todos somos consumidores culturales, bien sea escuchando una canción o viendo una película. O incluso disfrutando frente a un videojuego”. Para ella, no habría pasado, presente ni futuro sin los “creadores” en el sentido más amplio posible: “La cultura nos permite desarrollar algo que no tienen las máquinas. La imaginación y la intuición”.
Durante el periodo de la exposición se celebrarán tres citas de “Los desayunos de la Academia”, que darán continuidad a los instituidos por Ángeles Albert en Roma. Se trata de encuentros entre los becarios y distintas figuras de la cultura que se unen para desayunar y dialogar.
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Tres imágenes del montaje de la exposición en la Academia de Roma: