El pintor regresa al Palacio Real de Milán con 20 obras maestras como la Sagrada Familia con san Juanito, Salomé con la cabeza de Juan el Bautista, San Girolamo o San Francisco en éxtasis. Una exposición que está fundamentada en las nuevas investigaciones científicas y en los novedosos estudios documentales que han permitido datar de manera más exacta las obras juveniles del artista. Hasta el 28 de enero
“Caravaggio comenzó con su arte algo simple, la pintura moderna”, con estas palabras André Berne-Jofffoy, secretario de Paul Valéry, dejaba patente la importancia de la obra del pintor italiano. Sin embargo, ese reconocimiento no había sido así durante siglos. El caravaggismo fue un verdadero ejemplo para muchos artistas del Seiscientos en Italia y en Europa, un influjo que se interrumpió muy pronto al ser eclipsado por otros pintores de su época como Rembrandt, Rubens o Poussin. No fue hasta el siglo XX que su figura fue recuperada y encumbrada gracias a los estudios que se llevaron a cabo del barroco y con ello el aprecio por el manierismo y de uno de sus mayores exponentes: Caravaggio.
Si bien de Michelangelo Merisi, apodado Caravaggio (Milán, 1571-Porto Ercole, 1610) lo que prevalece en el imaginario colectivo es sobre todo su vicisitud humana (por una vida tumultuosa) sobre la artística, fue una personalidad misteriosa y aún no completamente desvelada. Sin embargo, y como podría deducirse por el título de esta exposición, Dentro de Caravaggio, esta muestra no se adentra en los meandros de su difícil carácter –proyectado a través de escasos escritos de contemporáneos suyos no siempre benévolos–, sino que trata de enfocar desde una nueva perspectiva la extraordinaria producción artística de Merisi.
Y para ello se sustenta de dos claves fundamentales de lectura: las investigaciones diagnósticas y los nuevos estudios documentales que han podido asignar una datación más exacta a las obras juveniles, en base a las nuevas fechas aparecidas en los documentos, como en los procedentes del Archivo del Estado en Roma y Siena y a los resultados de los análisis científicos. Unos datos que enriquecen la historia del arte aunque todavía quedan misteriosos vacíos en la actividad de Caravaggio debido a la falta de noticias entre el fin de su aprendizaje con Simone Peterzano en Milán en 1588 y su llegada a Roma a principios de 1596, solo hay una referencia al pintor en una escritura de Milán de 1592.
En estos estudios que se han llevado a cabo ha aparecido recientemente un manuscrito inédito de Gaspare Celia en el que se habla de las dificultades económicas del joven artista milanés, que trabajaba para Lorenzo Siciliano. Unas penurias económicas que se mitigaron mucho cuando Prospero Orsi le presentó al cardenal Del Monte, que se convirtió en su patrón.
La actividad artística de Caravaggio se concentra en una quincena de años en los que contribuyó de manera decisiva a renovar radicalmente la técnica pictórica por el realismo de sus figuras religiosas que casi rozan el naturalismo temprano, así como la utilización de modelos que elegía entre la gente de más baja condición: prostitutas, mendigos, chicos de la calle. Y que dan como resultado unas obras de un barroco muy emocional por el uso de las luces y la sombras y su gran dominio del claroscuro.
Ahora la capital lombarda vuelve a homenajear al gran artista y uno de sus hijos predilectos, dedicándole una profunda atención en esta exposición del Palacio Real, que reúne por primera vez una veintena de obras maestras suyas que difícilmente pueden verse juntas. Además, y por primera vez, sus lienzos estarán acompañados por las respectivas imágenes radiográficas que facilitan el conocimiento de su proceso creativo al mostrar su idea inicial, sus correcciones, arrepentimientos o ajustes en la composición –como en San Juanito del Palacio Corsini donde en el dibujo subyacente puede verse un cordero que ha desaparecido de la pintura final.
Como afirma la comisaria, Rossella Vodret: “Gracias a las radiografías y reflectografías que se han llevado a cabo en las 22 obras autógrafas presentes en Roma han salido a la superficie algunas constantes en las modalidades de ejecución por parte de Caravaggio, pero a la vez se han encontrado otros elementos inesperados y hasta ahora totalmente desconocidos porque entre las capas de pintura se han podido ver una serie de figuras escondidas. Además, hay nuevos hallazgos que acaban para siempre con el mito de que Caravaggio no dibujaba jamás en el lienzo antes de pintar al aparecer en los estudios radiológicos dibujos preparatorios en sus obras juveniles”.
La diagnosis artística es un método de estudio establecido en el siglo XIX, y que actualmente se basa en una serie de análisis científicos (radiografías, reflectografías, estratografías), que análogamente a las investigaciones médicas aportan informaciones tanto de la técnica de ejecución como del estado de conservación de las obras de arte. Los relativos exámenes técnicos consisten en penetrar bajo todas las capas pictóricas para descubrir en los dibujos subyacentes desde la preparación del lienzo en adelante lo que permite seguir todas las fases y cambios realizados antes de la obra definitiva.
En este sentido, tras la campaña de investigaciones llevada a cabo entre 2009 y 2012 en las obras romanas de Caravaggio por parte del Instituto Superior para la Conservación y la Restauración de Roma y del Opificio delle Pietre Dure de Florencia se ha continuado con ulteriores e importantes exámenes diagnósticos en las otras obras expuestas, incluidas las que han llegado desde fuera de Italia. De todas ellas se presenta una innovadora elaboración gráfica que facilita la lectura a todos los visitantes.
De formación lombarda, fue en Roma donde Caravaggio se reveló como pintor realizando pequeños lienzos de modesta apariencia pero con contenido y materia pictórica elevadísimos y revolucionarios. Y fue en 1600 cuando Caravaggio optó por un cambio decisivo al recibir el encargo de pintar la Capilla Contarelli en la iglesia de San Luis de los Franceses en Roma, el primer encargo público de lienzos de grandes dimensiones, para el que se le concedió un año solo para la terminación de la obra y una compensación económica extraordinaria para la época: 400 escudos. En estos cuadros, partiendo de la preparación oscura, Caravaggio añade solo los claros y medias tonalidades, pintando solo las partes iluminadas. Es decir, no pinta las figuras enteras, sino solo una parte. En todo el resto del cuadro no hay nada: el fondo oscuro y las partes en sombra están realizadas solo con la preparación, no hay pintura.
Prestigiosos préstamos como la Sagrada Familia con san Juanito del Metropolitan, Salomé con la cabeza del Bautista de la National Gallery, San Francisco en éxtasis del Wadsworth Atheneum Museum of Art, Marta y Magdalena del Detroit Institute, San Juan Bautista del Nelson-Atkins de Kansas City o San Jerónimo del Museu Monserrat de Barcelona colman un interés in crescendo en Caravaggio.
Carmen del VANDO BLANCO