Medina Azahara: la ciudad brillante

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El Conjunto Arqueológico cordobés se halla inmerso en la carrera para lograr la designación oficial de Patrimonio Mundial por la Unesco. La candidatura, impulsada por la Junta de Andalucía, es la única propuesta española de este año y será evaluada en 2018. Ofrecemos a nuestros lectores diez aspectos poco conocidos de esta ciudad califal

Situado a tan solo unos minutos de la ciudad de Córdoba, el yacimiento posee una inconmensurable belleza que no todo el mundo conoce y una excepcionalidad que puede ser clave para la consecución de este título. Por este motivo, vamos a hablar de diez aspectos poco conocidos sobre Medina Azahara.

Sobre estas líneas, vista general de la ciudad. Arriba, detalle del edificio Basilical superior, aunque también recibe otros nombres como casa militar o del ejército (Dar al-Yund) o casa de los visires (Dar al-Wuzara). De planta basilical está integrada por cinco naves más una sexta perpendicular a las anteriores en el lado sur.

El primer punto es que se trata de uno de los mayores yacimientos arqueológicos de España y uno de los más representativos de Europa de época medieval. Además esta ciudad palatina es uno de los complejos monumentales más originales de la arquitectura andalusí y del arte islámico. Tiene forma rectangular, unas dimensiones de 1.515 por 745 metros y una superficie intramuros de unas 112 hectáreas.

La Casa de Yafar recibe su nombre por el primer ministro Ya´far ibn Abd al-Rahmán. Su estructura se articula alrededor de tres ámbitos, público, íntimo y servicio, organizados en torno a sus correspondientes patios

El segundo aspecto es que lo que podemos ver cuando visitamos Medina Azahara es solamente el 10 por ciento de la extensión del primitivo conjunto califal, una ciudad palatina del siglo X cuyo carácter excepcional reside en haber mantenido ocultos e inalterados en su integridad sus restos, en uno de los momentos de mayor plenitud de la arquitectura y la cultura andalusí.

Cierva en bronce, esta pequeña pieza fue realizada como un surtidor de agua, últimas décadas del siglo X y los primeros años del siglo XI, Museo Arqueológico de Córdoba.

Tercero, Medina Azahara fue mandada construir por el primer califa de al-Ándalus, el omeya Abd al-Rahman III, a tan solo 8 kilómetros al oeste de la antigua Córdoba. El califa la bautizó como Madinat al-Zahra, que en árabe significa “la ciudad brillante”. Por este motivo, el eslogan de la campaña para la candidatura a Patrimonio Mundial es “Medina Azahara, ciudad califal. Enamórate de la ciudad que brilla”.

Cuarto, frente a la versión legendaria de que fue una ciudad creada por el amor del califa hacia una de sus favoritas, la investigación revela que responde a un acto simbólico, con antecedentes en el mundo islámico, de crear una nueva capital, representativa de una nueva situación política mediante la cual Abd al-Rahman III pretende reforzar su autoridad frente al coetáneo califato fatimí, que se encontraba en expansión en el norte de África.

Capitel de «avispero», mármol y decoración vegetal, Museo Medina Azahara (Córdoba).

Quinto, las ruinas ya nos dan una idea de la envergadura y la espectacularidad de la antigua Madinat al-Zahra. Grandes jardines, salas preciosamente decoradas, vistosas fuentes y estanques y espectaculares arcadas hicieron de ella una especie de Versalles de la época, hasta el punto de que muchos autores árabes llegaron a concluir que Medina Azahara era una de las ciudades más impresionantes jamás construidas por el ser humano.

Interior del denominado como Salón de Abd al-Rahman III o Salón Rico, uno de los espacios más valiosos del conjunto arqueológico y emblema de la ciudad califal.

Sexto, el Salón Rico, denominado así por la riqueza de su decoración, se erige en una posición central dentro de la ciudad y fue el lugar en el que se recibía a las embajadas extranjeras. Así, comitivas procedentes de los reinos cristianos del norte de la Península, del Imperio Romano Germánico, de Bizancio y, sobre todo, del Magreb desfilaron por la ciudad califal y contemplaron su opulencia, extendiendo después por todo el mundo la imagen de una ciudad poderosa e impresionante para el viajero.

Bote de marfil (píxide) del príncipe Al-Muguira, siglo X, procedente de Medina Azahara. Ahora se expone en el Museo del Louvre (París).

Séptimo, la ciudad de Medina Azahara fue construida en torno al año 936 como símbolo de la grandeza y el esplendor del reinado del califa. Sin embargo, fue destruida tan solo unas décadas después fruto de las guerras que terminaron con la dinastía de los Omeyas en al-Ándalus, entre los años 1010 y 1013.

La casa de la Alberca, situada al oeste de la Casa de Yafar y al sur del patio de los pilares, es un edificio en el que el núcleo es un patio central con una alberca.

Octavo, Almanzor, primer ministro de Hisham II, que se hizo con el control de facto del califato tras la muerte de al-Hakam II, debido a la minoría de edad del heredero, construyó su propia ciudad palatina, llamada Madinat al-Zahira. Situada al este de Córdoba (hasta hoy no ha podido ser encontrada) y en su momento llegó a hacer sombra a la mismísima Madinat al-Zahra.

Cerámica decorada en color verde manganeso, exclusiva de Medina Azahara, de donde se expandirá al resto del califato.

Noveno, tras la destrucción de Madinat al-Zahra, las ruinas fueron sometidas a un prolongado expolio, incluso en época cristiana, los sillares de las murallas y otros edificios se extrajeron para ser reaprovechados en nuevas construcciones en Córdoba. Poco a poco la vegetación acabó cubriendo de manera total su extensión y se olvidó donde se ubicaba Medina Azahara. No es hasta mediados del siglo XIX, cuando se recupera la memoria histórica de la ubicación de la mítica ciudad.

Y aquí hacemos un paréntesis para hablar del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco (Burgos, 1843-Madrid, 1923), la primera persona al que se le encomendó las excavaciones de la antigua ciudad palatina. Unas excavaciones que comenzó en 1910 y que se prolongaron hasta su muerte. El arquitecto recogió en una Memoria todo lo que se descubrió en dichas excavaciones y que se publicó póstumamente.

Arco cincelado en mármol blanco, Museo Medina Azahara (Córdoba).

Y es precisamente de esta Memoria de donde rescatamos este párrafo que da idea de las condiciones en las que tuvo que trabajar Velázquez Bosco y su equipo: “El estar destinada la finca en que los restos o ruinas de Medina Azahara se hallan enclavados a dehesa de pastos para ganadería de reses bravas, obliga a tener perfectamente cercada y defendida la parte en la que los trabajos de excavación se realizan” ( y además ha sido preciso) “construir casetas y cobertizos para viviendas de los obreros “ (y) “tener guardias que habiten allí y lo vigilen todo el año de día y de noche, sin lo cual desaparecerían todas las herramientas y todo lo encontrado que tenga valor material y pueda ser transportable”.  Los interesados en conocer más a fondo el trabajo que llevó a cabo Velázquez Bosco pueden hacerlo en el artículo de Carmen García Iglesias en el número 213 de DESCUBRIR EL ARTE, y que puedes adquirir en nuestra tienda.

Exterior del Salón Rico.

Y décimo, para la candidatura de Medina Azahara a Patrimonio Mundial de la Unesco, se ha diseñado una campaña de imagen basada en un logo que simula los tres arcos de herradura entrelazados que se repiten en muchas de las construcciones de la ciudad, en concreto, los de la puerta de la “Casa de Yafar”.

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