Hasta el 30 de noviembre, el MEAM de Barcelona dedica de nuevo sus salas a una antológica de este artista, donde se exponen piezas tan emblemáticas como Desconsuelo, Meditación o Idilio junto a las últimas adquisiciones de este museo, como Vora l’aigua (Cerca del agua) o Juventud
En diciembre de 2014, el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona ya organizó una de las mayores exposiciones dedicadas a Josep Llimona (Barcelona, 1863-1934) para conmemorar los ochenta años del fallecimiento de este escultor, que está considerado como uno de los más destacados representantes de la escultura modernista catalana.
Ahora, este mismo museo vuelve a reivindicar la figura de este creador en una exposición, que bajo título El escultor de Cataluña, muestra un total de 20 piezas adquiridas recientemente por la Fundación de las Artes y los Artistas, impulsora de este mismo museo, para ampliar su colección, una de las más destacadas dedicadas al escultor junto con la del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC).
Manuel Infiesta, director del MEAM, comenta que esta colección es “el embrión de una futura colección de escultura catalana”, ya que entre sus proyectos está reunir un conjunto de obras de los principales escultores de Cataluña desde finales de la centuria del XIX hasta la actualidad.
La presente exposición incluye las obras que constituyen el fondo propio del MEAM, con piezas tan destacadas como Desconsuelo, Meditación o Idilio, junto a otras que no se exhibieron en 2014, como una versión de Vora l’aigua, adquirida por la Fundación a la editorial Hachette y que anteriormente había pertenecido a Salvat Editores, y Juventud o La cabellera, comprada a un particular.
El carácter antológico de esta muestra viene dado tanto por la amplia representatividad de técnicas y materiales utilizados, mármoles, bronces, terracotas y yesos, como por las diversas etapas creativas de Llimona porque como comenta Natalia Esquinas, una de las principales especialistas en el escultor, “están presentes obras de su primera etapa como Ramon Berenguer el Bello o Paje florentino, vinculadas al historicismo, cuando Cataluña mira a su pasado coincidiendo con la Renaixença y justo después de su vuelta de Roma (…). O La modestia (1891), que es una obra que marca el inicio del simbolismo en Cataluña (…). Y Desconsuelo, que conectaría bastante con la obra de Rodin”.
También puede verse un Cristo en la cruz a tamaño natural realizado en yeso, dos piezas funerarias (una de ellas idéntica a la que se conserva en Comillas, Cantabria) y un retrato de su nieto. Por otra parte, una de las piezas más monumentales de la muestra es Cataluña y las ciencias, que deja patente el fuerte vínculo de Llimona con las instituciones y la política catalanas, de esta pieza hay una versión de mayor tamaño en el Institut d’Estudis Catalans, aunque el creador la realizó para la Biblioteca de Cataluña.