Por primera vez en España podrán verse las obras La Sagrada Familia, una pintura manierista flamenca del Renacimiento que se desarrolló en Amberes (hasta enero de 2018), y el monumental Retrato de Adolfo Best Maugard, que el artista mexicano pintó en París en 1913, una etapa crucial en su trayectoria artística (hasta el 18 de junio)
La Sala 17 del Museo Lázaro Galdiano acogerá durante todo el año de 2017 La Sagrada Familia de Pieter Coecke van Aelst (Alost, h. 1540-Bruselas, 1550). La llegada de esta excepcional tabla, que visita por primera vez España, ha sido posible gracias al acuerdo de intercambio entre el M-Museum Leuven y el Museo Lázaro Galdiano. Este último museo prestó a la institución de Lovaina la obra Visión de Tondal, cuya autoría ha sido establecida recientemente como una obra del taller del Bosco, para la exposición celebrada el verano pasado En busca de la utopía.
La Sagrada Familia de Pieter Coecke es un excelente ejemplo de la rica producción pictórica del Renacimiento de la ciudad belga de Amberes. En ella se percibe la influencia de pintores italianos como Rafael, tanto en la ejecución de las figuras como en la inclusión de motivos decorativos propios de la arquitectura clásica. Es una obra que el artista realiza en la madurez de su trayectoria.
El tratamiento de las transparencias en la camisa del niño y en el velo que cubre a la Virgen denota el virtuosismo con el que Pieter Coecke retrata los tejidos. La obra incorpora elementos del bodegón flamenco, con una sutil referencia a la fugacidad de la vida y a la necesidad de la redención del pecado. Las frutas que elige son, la manzana para aludir al pecado original y las uvas para referirse al Cáliz de Cristo. La temática religiosa del cuadro se completa con un gran medallón situado al fondo que representa la historia de Isaac y Abraham.
Pieter Coecke van Aelst fue el suegro de Pieter Brueghel el Viejo, tío del también pintor Joachim Beuckealer y abuelo de Pieter Brueghel el Joven y Jan Brueghel de Velours. Se casó con Anna van Dornicke, hija del pintor Jan van Dorniche, y cuando este falleció heredó su taller. Tras la muerte de su primera esposa volvió a casarse con Mayken Verhulst Bessemers, una artista que consiguió fama por sus acuarelas y miniaturas.
La tabla se exhibe junto con la que realizó el que fuera su suegro y maestro de este artista, Jan van Dornicke (1510-1530), el tríptico de la Adoración de los Magos (h. 1501-50), que ingresó en la colección permanente del Museo Lázaro Galdiano antes de 1926 y que había pertenecido a Cánovas.
En la tabla central el pintor representó a uno de los Magos arrodillado ante al Niño que, en brazos de su Madre, se vuelve hacia él dándole la mano; en segundo término aparece un segundo Mago acompañado de otros dos personajes; al fondo, un paisaje montañoso con ciudad amurallada y puente levadizo con una multitud pasando sobre él. En la tabla de la izquierda, el Rey Negro, de más de medio cuerpo, y en la lejanía aparecen torres y murallas. En la tabla de la derecha está representado san José con un paisaje al fondo y el portal con el pesebre, el buey y la mula. Ambos artistas pertenecen a la corriente manierista de la pintura de Amberes que introdujo una mirada italianizante en la pintura flamenca del Renacimiento.
Esta cesión temporal de La Sagrada Familia es un anticipo de la gran exposición temporal Una colección redescubierta. Tablas flamencas del Museo Lázaro Galdiano, que abrirá al público el próximo mes de octubre. Esta muestra, que ocupará varias salas del museo, es el resultado de varios años de trabajo de investigación de la colección de tablas flamencas renacentistas que adquirió José Lázaro Galdiano a lo largo de su vida.
Una investigación que han llevado a cabo el doctor y profesor de la Universidad Libre de Bruselas, Didier Martens, y la conservadora jefe del Museo Lázaro Galdiano, Amparo López. Los dos especialistas han estudiado cuidadosamente la colección desde sus características materiales y estilísticas. Además de la exposición este proyecto incluye la publicación de un catálogo razonado que recogerá este casi centenar de obras, con más de un 50 por ciento de nuevas atribuciones.
Diego Rivera
Dentro del programa “Arte Invitado”, el Museo Lázaro Galdiano acoge hasta el 18 de junio, también por primera vez en España, el monumental Retrato de Adolfo Best Maugard de Diego Rivera (Guanajuato, 1886-Ciudad de México, 1957). Esta obra de 1913 ingresó en la colección del Museo Nacional de Arte (INBA) de la Ciudad de México en 1983 gracias a la donación de Arturo Arnaiz y Freg.
Diego Rivera se instaló en París en 1912 junto a su esposa, la pintora rusa Angelina Beloff (1879-1969), después de una breve estancia en Madrid y de haber viajado por Londres y diversas ciudades belgas. La pareja se alojó en el bohemio barrio de Montparnasse, donde entablaron relación con Picasso, Braque, Sonia Delaunay, Mondrian, Modigliani o Chagall, así como con varios integrantes del movimiento futurista italiano. Coincidieron también con artistas mexicanos como Zárraga, Montenegro y Best Maugard (Ciudad de México, 1891-Atenas, 1964), conocido como Fito Best, quién había acudido a París para copiar piezas arqueológicas prehispánicas por encargo de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes mexicana. Estos estudios formarían parte de su Método de dibujo, manual con fundamentos teóricos de 1923, muy influyente en artistas de generaciones posteriores.
Vídeo Explícame una obra del Museo de México
El monumental retrato pintado por Rivera, expuesto en el Salón de los independientes de 1913, es un buen ejemplo de las influencias que las vanguardias ejercieron en el artista mexicano. Apreciamos en él un reflejo de los experimentos que por entonces realizaba Delaunay: abandono del cubismo y de las formas geométricas en favor de un estilo más colorista, luminoso y abstracto. Rivera maneja con maestría la alternancia de colores pero, sobre todo, en esta pintura se percibe la influencia del movimiento futurista fundado por Marinetti, cuyo manifiesto, redactado en 1909, promovía la “fe” en las máquinas.
La elegante figura de Best Maugard, retratado como un dandi, se contrapone al paisaje urbano de la Estación de Montparnasse, confundiéndose el vapor de la locomotora con el humo de las chimeneas de las fábricas. Siguiendo los postulados futuristas, Rivera representa, mediante la multiplicación de líneas y formas geométricas, la velocidad, la tecnología, el mundo moderno que va dejando atrás el pasado.
Una noria gigante, cuyo eje coincide con la mano enguantada, centra la composición. Se trata de la noria construida en 1900 para la Exposición Universal que se instaló en el Campo de Marte, junto a la Galería de las Máquinas, en la avenida Suffren. Con sus 100 metros de diámetro, 400 toneladas de peso y sus 40 barquillas con capacidad para 1.200 personas, fue la noria más grande del mundo hasta finales del siglo XX y un referente de la modernidad.
Best Maugard abandonó París a los pocos meses de que se pintara este retrato para regresar a un México en plena revolución. Diego Rivera permaneció allí unos años más; su llegada a México en 1921 coincidió con la renovación de la pintura mural impulsada por José Vasconcelos, primer Secretario de Instrucción Pública. Por esas fechas, Best Maugard trabajaba activamente en las Escuelas de Pintura al Aire Libre, ideando coreografías, dirigiendo películas.
La visita de este cuadro al museo madrileño ha sido posible por el acuerdo de colaboración firmado en 2015 entre las dos instituciones. El Museo Lázaro Galdiano cedió varias piezas de su colección para la exposición Yo, el rey, celebrada en Ciudad de México del 1 de julio al 18 de octubre de 2015.