La Sala Canal de Isabel II rinde homenaje a este fotógrafo que publicó sus primeras instantáneas en la revista asociada a la Movida, Nueva Lente. Del blanco y negro de sus primeros tiempos se acercó más tarde al color que terminó haciendo suyo. La exposición madrileña, que incluye una parte de su trabajo más conocido y clásico, se centra en las últimas series en color. Hasta el 16 de abril
La exposición Campano en color, de la Sala Canal de Isabel II de Madrid, comisariada por Horacio Fernández, es resultado de la concesión al artista madrileño del Premio Cultura de la Comunidad de Madrid, en su categoría de Fotografía, en 2013. Tal vez esta muestra le haga por fin justicia a Javier Campano (Madrid, 1950), fotógrafo poco conocido del gran público, perteneciente a esa especie de eslabón perdido de la fotografía española que cubre una generación entera: hablo de la que fue bisagra entre los fotógrafos activos en los años cincuenta y sesenta y los de generaciones más jóvenes y contemporáneas.
Campano, de formación autodidacta, se inició profesionalmente en la fotografía en 1975 y publicó sus primeras instantáneas en la mítica revista asociada a la Movida, Nueva Lente, una publicación que quería romper con esa visión nítida y documental de la fotografía, para acercarse a una visión más conceptual. Desde sus primeras exposiciones en las galerías Amadis y Buades, los grandes protagonistas del trabajo de Campano son la ciudad y los interiores urbanos. El Museo Reina Sofía le dedicó en el año 2004 una gran retrospectiva con el título de Javier Campano. Hotel Mediodía. En 2013 fue galardonado con el Premio Cultura, en la categoría de Fotografía, concedido por la Comunidad de Madrid.
Campano es un artista modesto y silencioso, ocupado en fijarse en detalles banales capaces de atrapar y retener su atención, un voyeur atento y sensitivo, íntimo hasta en sus retratos de calles, farolas o señales de tráfico. Durante mucho tiempo dedicado al blanco y negro, se acercó luego al color que terminó haciendo suyo para dar constancia de sus paseos por la ciudad que le aloja o por otras, hogares de paso.
Fue también durante mucho tiempo, sobre todo en su época monocolor, un retratista de lugares privados, ambientes recogidos, sombras ligeras o precisos motivos en tejidos, objetos, pocas veces personas. Campano es más de cosas que de gente. Si bien se incluye en esta exposición una parte de su trabajo más conocido y clásico, el grueso de la muestra se centra en las últimas series en color (muchas de ellas inéditas), incluyendo varios soportes, desde la copia tradicional hasta los polaroids e incluso publicaciones editoriales como fotolibros o catálogos.
En la presentación de esta muestra, Jaime de los Santos (director general de Promoción Cultural de la Comunidad de Madrid) destacaba “el carácter poético de cada una de las imágenes de Campano, de esos pedazos de ciudad que conforman la escenografía del mundo moderno, de nuestro existir; vistas abstractas de espacios concretos, cotidianos”. Y es que Campano en sus paseos por Nápoles, Nueva York, Palermo, Lisboa o Madrid no retrata los grandes monumentos sino que su mirada se detiene y luego atrapa rótulos callejeros, señales de tráfico o anuncios publicitarios, unos aparentemente «insignificantes» detalles pero que en realidad son una gran vía de comunicación de las ciudades.
Muchas de esas últimas imágenes le acercan a un mundo pop y colorista, vibrante, como si deseara salir de una amada soledad, un natural retraimiento o una meditación voluntariosa. O captar con absoluta franqueza esos regalos visuales que nos dona la vida y que los ojos, algún día, o las piernas o la cabeza podrían no dejarnos aprehender.
Marie Geneviève ALQUIER