El nombre artístico de Señor Cifrián viene de combinar dos apellidos, el de Esther Señor y Carmen Cifrián. Se conocieron en el primer año de Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia, donde descubrieron su gran conexión y su complementariedad al aunar la poética y las habilidades de cada una de ellas, y, desde 2003, desarrollan su práctica artística conjuntamente. Con la serie Dibujos de humo obtuvieron el primer Premio Ibercaja de Pintura Joven 2015
Esther Señor (Zaragoza, 1982) y Carmen Cifrián (Valencia, 1981) conciben la mayoría de sus proyectos como series, que en algunos casos siguen ampliando sucesivamente. Su trabajo se centra en la elaboración de fotomontajes muy complejos donde aúnan distintas disciplinas: fotografía, collage y escultura. Afirman que les interesa desdibujar los límites que separan las diferentes disciplinas y que buscan lo pictórico en la fotografía y lo fotográfico en la pintura, basculan también entre las artes plásticas y las técnicas artesanales al utilizar materiales y prácticas que se han entendido tradicionalmente como extrartísticas. Para ellas el tiempo no importa, son muy perfeccionistas, detrás de cada uno de sus trabajos hay muchas horas dedicadas a procesos minuciosos de investigación y exploración de todas las posibilidades matéricas y técnicas.
Se sienten atraídas por elementos presentes en la naturaleza y por los objetos sencillos de uso cotidiano, que ellas rescatan y reutilizan en sus obras porque desean que su obra refleje la belleza contenida en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, explorando lo que en ellas hay de poético y de onírico. El resultado, unas obras con gran poder de ensoñación que contribuyen a liberar la mirada del espectador, en un juego surrealizante capaz de inquietar y conmover al mismo tiempo.
Han obtenido numerosos premios y han vivido en países como Finlandia, Canadá o Nueva York, a donde se trasladaron en 2008 al finalizar el Máster en Producción Artística gracias a una beca. Fruto de su estancia en esta ciudad es el proyecto 62 Días, un cuaderno de bitácora o un diario en imágenes compuesto por collages refotografiados de personas y elementos que las acompañaron durante esos dos meses. Las dos artistas han comentado en varias ocasiones que si todos los lugares donde han residido en cierta manera han marcado o inspirado su trabajo, en el caso de Nueva York fue un punto de inflexión en su carrera por el apoyo que en esos momentos representaba una beca que les permitía centrar todos sus esfuerzos en el proceso creativo.
Además de los lugares y la naturaleza, estas dos artistas se sienten influenciadas también por artistas plásticos como Carmen Calvo, Josep Renau, Hannah Höch, Martha Rosler, Chema Madoz, Francesca Woodman, Diane Arbus, Joan Fontcuberta, Marina Núñez, Esther Ferrer, Cristina de Middel o Gervarsio Sánchez.
PREGUNTA. ¿Cómo es el proceso creativo y de trabajo de un colectivo como el vuestro?
RESPUESTA. Nuestra manera de trabajar surge de una manera muy natural. Tras más de diez años trabajando juntas hemos sabido desarrollar una dinámica en la que nos sentimos a gusto gracias a que las dos compartimos las mismas inquietudes e intereses. Por norma general no hay ninguna pauta preestablecida, participamos ambas de cada uno de los procesos, dependiendo en todo caso del tipo de proyecto y cómo se va desarrollando. El hecho de trabajar juntas favorece un diálogo muy constructivo que nos hace reflexionar y llegar a un punto de entendimiento en el que fusionar las poéticas y el imaginario de ambas. Frente a esa anulación artística de la individualidad personal, hemos sabido construir una personalidad híbrida a través de la cual nos expresamos libremente y con la que nos sentimos muy cómodas. En nuestro caso, existe una autoría compartida en la que no reparamos demasiado y una preocupación, sobre todo, por la calidad de la obra final.
P. Vuestra obra destaca porque aúna distintas disciplinas artísticas y porque está formada por series.
R. Con respecto a la técnica, como nos interesa tanto el proceso creativo como la obra final, no nos forzamos a utilizar una técnica u otra sino que la adaptamos a las necesidades de cada proyecto. Habitualmente, cuando trabajamos en una obra, nos interesa escrutar en el propio proceso creativo mediante la experimentación; en la búsqueda del máximo potencial plástico y expresivo existente en un único material de partida. Además, aunque estamos en la era digital, a la hora de trabajar somos muy tradicionales.
Nos gusta rescatar las prácticas como se hacían antiguamente, si podemos revelamos nosotras y nos pasamos horas recortando y componiendo nuestros collages de una manera muy artesanal. Los procesos de nuestros trabajos son lentos porque tienen una factura muy manual. En algunos casos no se percibe en un primer momento, ya que muchos de los collages, las esculturas u objetos acaban siendo refotografiados. Al final, no nos importa tener que dar una gran vuelta antes de llegar a la pieza final, ya que en ese proceso de experimentación, siempre descubrimos técnicas y procedimientos que aplicar en algún otro proyecto y que nos mantienen en un continuo aprendizaje.
P. Habéis comentado que os sentís atraídas por la naturaleza y por los objetos cotidianos…
R. Sí, son materiales con los que hemos trabajado mucho y que van apareciendo cada vez más en nuestro discurso, sobre todo en nuestros últimos proyectos. Poco a poco hemos recopilado miles de plantas que tenemos prensadas y catalogadas para continuar con nuestras series Damnatio Memoriae, Perenne y Dibujos de humo. Nos gusta pensar que al rescatar estos objetos les estamos dando una segunda vida, ya que nos permiten generar diferentes asociaciones que transcienden de su función habitual y abren nuevas lecturas y resignificaciones.
P. La serie Dibujos de Humo obtuvo el primer premio en el certamen de Pintura Joven Ibercaja 2015, ¿cómo surgió este trabajo?
R. La serie nace del propio deseo de explorar un material. Habíamos comenzado a realizar un herbario y el estudio estaba lleno de plantas, elementos naturales y diferentes objetos que íbamos integrando en las series Fotogramas y Perenne, en las que estábamos trabajando simultáneamente. Los Dibujos de humo surgieron de una manera muy experimental jugando con estos recursos y el humo. Además de atraernos por su vinculación estética con lo fotográfico, nos encantó la idea de poder registrar en un papel la huella de estos elementos y hacerla perdurar en el tiempo con un material etéreo e inaprensible como el humo.
P. ¿Qué os ha aportado en vuestra carrera haber ganado este concurso?
R. Para nosotras cada premio o beca que hemos recibido siempre es una alegría. Es algo que nos hace sentir que el tiempo y el esfuerzo que dedicamos a producir una obra no es en vano y, pese a no ser fundamental este reconocimiento para saber que vas por buen camino, siempre ayuda que se reconozca tu apuesta.
Además trae consigo otras muchas cosas como la difusión de tu obra en diferentes plataformas, visibilidad, nuevas sinergias con otros profesionales con los que compartir tus intereses, y en el caso de ser un premio económico, contribuye a hacer frente a los gastos que tenemos y a los que se generan de nuestra producción artística. Desgraciadamente, esta es una profesión no siempre bien remunerada.
Además de todo lo anterior, recibir el premio en Zaragoza conllevó un valor añadido: el feedback de la gente que te conoce. La oportunidad de que familiares y amigos de toda la vida vean lo que hacemos y podamos compartir impresiones.
Hasta el 31 de marzo sigue abierto el plazo para participar en el certamen Ibercaja de Pintura Joven 2017.
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