Una selección de obras maestras de la Colección del MUZA (Museo de Bellas Artes) de La Valeta (Malta) se muestra en el Palacio Barberini de Roma. Una exposición que ha sido posible gracias al cierre temporal de la pinacoteca maltesa y que aborda la relación histórico artística entre Italia y Malta desde el siglo XVII y cuyo eje se centra en en la influencia barroca de artistas como Caravaggio, Mattia Preti, Ribera o Stomer en la isla mediterránea. Hasta el 21 de mayo
Esta exposición, comisariada por Sandro Debono y Alessandro Cosma, forma parte de un proyecto a gran escala de colaboración de las Galerías Nacionales de Arte Antiguo de Roma con los más prestigiosos museos internacionales, una idea que nació con el propósito por una parte de reconocer la calidad de distintas colecciones de fuera de Italia, ayudar a su estudio y, por otra, mostrarlas al público. Bajo el título Mediterraneo in Chiaroscuro: Ribera, Stomer e Mattia Preti da Malta a Roma, esta muestra ha sido posible al cierre temporal del museo maltés y al intercambio bilateral de las dos instituciones, ya que en compensación, una serie de obras de las Galerías Nacionales de Roma enriquecerán una exposición en Malta a lo largo de las celebraciones por su capitalidad de la cultura europea en 2018.
Así pues, un núcleo de 18 cuadros resume la intensa relación histórico-artística mantenida entre Italia y Malta desde el siglo XVII, cuando Caravaggio (de 1606 a 1608) y Mattia Preti (desde 1661 residió en la isla largas temporadas hasta su muerte en 1699) se trasladaron a la isla mediterránea con la insignia de caballeros de la Orden de San Juan, contribuyendo a la progresiva acogida de Malta de la escuela del Barroco romano.
El recorrido expositivo se centra en el legado pictórico de Caravaggio y dedica una sección a los pintores extranjeros activos en Roma a principios del Seicento. De Malta, proceden algunos valiosos trabajos, sometidos recientemente a estudios e intervenciones, como el Santo Stefano de José de Ribera (Giusepe de Ribera, apodado “el Spagnoletto”) que se exhibe junto a otra obra del mismo artista, San Gregorio Magno del Palacio Barberini, y que fue un encargo de la familia Giustiniani; la pintura de pequeñas dimensiones Eraclito, cuya atribución, a raíz de esta exposición, se propone al caravaggista holandés David de Haen; los tres lienzos de Matthias Stomer, Adán y Eva lloran por la muerte de Abel, el Buen Samaritano y la Decapitación del Bautista, que evidencian los luminosos contrastes que caracterizaron sobremanera numerosos óleos en los inicios de aquel siglo, como la Vanitas del Barberini atribuida al enigmático “Candlelight Master” y el Sansón y Dalila también de Stomer.
Hay otro gran apartado dedicado al artista Mattia Preti (“El caballero calabrés”), que tras una activa carrera iniciada en la capital, elegirá Malta para los últimos treinta años de su existencia, aportando una sustancial transformación barroca en la bella isla. Si las piezas propiedad del Barberini, desde la Fuga de Troya a la Resurrección de Lázaro, dan prueba de la consagración del artista, las pinturas de Malta revelarán la habilidad del “caballero” una vez alcanzada su plena madurez profesional, como la conocida Incredulidad de santo Tomás y la pareja de obras recién restauradas, Noé ebrio y Lot y sus hijas.
Clausura brillantemente el itinerario expositivo la extraordinaria Alegoría de la Noble Orden de Malta, realizada por Francesco de Mura (1696-1782) en Nápoles en 1747, en un homenaje a la isla mediterránea y a sus caballeros con una obra oficial y al tiempo misteriosa, firmada por aquel que estaba considerado “el primer pintor” de Malta.
Siguen unas notas sobre los tres grandes protagonistas, que atraídos por el astro de Caravaggio, elaboraron y abrieron nuevos caminos para el barroco emprendido por el gran maestro:
JOSÉ DE RIBERA (Xátiva, 1591-Nápoles, 1562), conocido en Italia como Jusepe de Ribera o lo Spagnoletto, a principios del Seiscientos llega a Roma donde queda fascinado por la pintura de Caravaggio, que reinterpretará en exitosas composiciones. En 1616 se traslada a Nápoles y poco después se convierte en uno de los más afamados pintores de la ciudad, trabajando para importantes miembros de la aristocracia española y para prestigiosas instituciones religiosas con trabajos que marcaron profundamente a los autores napolitanos del Seiscientos. Ya en el cuarto decenio del siglo, atenúa su versión tenebrosa y dramática de la pintura caravaggesca desplegando un cromatismo más claro.
MATTHIAS STOMER (Amersfoort, 1660-Sicilia, 1650) ha sido uno de los mejores caravaggistas flamencos. Probablemente se debió formar en el taller de Gerrit van Honthorst, tomando contacto con los efectos luminosos de la pintura “a la luz de una vela”. Está documentada su estancia en Roma en 1630, posteriormente se dirige hacia Nápoles y finalmente a Sicilia, donde permanece una década y deja obras fundamentales para la difusión y afirmación de la pintura caravaggesca en la isla italiana.
MATTIA PRETI (Taverna, 1613-Malta, 1699) se traslada siendo muy joven a Roma siguiendo a su hermano Gregorio, en concreto en 1630. Tras haber trabajado para el coleccionismo privado, empieza a recibir encargos públicos en Roma, como la importante decoración al fresco del ábside de la iglesia de Sant’Andrea della Valle. Más tarde se traslada a Nápoles y después a Malta. Allí, como caballero de San Juan y pintor oficial de la Orden, realiza la decoración de la catedral de La Valeta y contribuye a definir la nueva línea barroca de la isla maltesa.
Carmen del VANDO BLANCO