El programa curatorial MAPA, comisariado por Guillermo Espinosa, vuelve a Estampa por segundo año y lo hace con un proyecto que gira en torno a la Hibridación, un concepto que surgió en la posmodernidad, con una selección de obras de distinto signo e intenciones en la que confluyen varios géneros artísticos
MAPA es una sección paralela que nació en la edición anterior de Estampa con la idea de aportar una lectura de conjunto sobre un tema. Lo que proponen es empezar a establecer claves históricas del arte actual o analizar mediante qué proceso hemos llegado al arte de nuestros días.
Si en la edición de 2015 Guillermo Espinosa planteaba un proyecto que analizaba la pintura actual española, con representación de obras de artistas que habían nacido a partir de los años setenta, para este año ha optado por un tema más genérico y, en cierta medida pedagógico, el análisis de las posibles claves que la posmodernidad ha aportado al arte o qué conceptos han variado desde que entramos en la edad posmoderna. A partir de ahí Espinosa se dio cuenta de que “uno de los temas de los que no se ha hablado pero que es fundamental como pilar de la posmodernidad o de los discursos metafísicos era la hibridación, es decir, cómo ha cambiado radicalmente esa separación de disciplinas que había hasta entonces, y cómo ahora los artistas utilizan toda las disciplinas en función de lo que le pide la obra que están creando, y no solo hablamos de disciplinas artísticas, sino también de otras materias del conocimiento, desde la ciencia a la antropología”.
Partiendo de la idea de que los artistas ya no se definen por una disciplina, sino que son capaces de utilizar cualquier herramienta que les ayude a construir la idea o la forma estética que quieren desarrollar, Espinosa ha hecho una selección de obras de artistas de 10 galerías que trabajan desde estos principios híbridos, es decir, el conjunto que se muestra está compuesto por piezas que participan de diferentes disciplinas y líneas discursivas.
Hay una buena selección de lo que se llama pintura expandida, que por otra parte es una tradición de la pintura española, y que goza de gran actualidad en estos momentos gracias a artistas como Ángela Cruz o Nacho Criado o uno de los más jóvenes representantes, Ana H. del Amo (galería Fran Reus). También es muy interesante el trabajo de Sonia Navarro, que utilizando “técnicas escultóricas, derivas, encuentros fortuitos de materiales, realiza piezas a medio camino entre lo que podría ser una escultura convencional o una pintura tradicional”, añade Espinosa.
Hay otro apartado que muestra las producciones híbridas a través de vías discursivas conceptuales sobre fotografías que son intervenidas con pintura o fotografías que parten de una intervención pictórica sobre la fotografía para obtener otra vez una imagen fotográfica. También está el caso de la hibridación en el sentido puramente discursivo, como Pere Llobera (galería F2), un pintor conceptual muy interesante que trabaja generalmente desde su propia autobiografía o de referentes personales, y del que se exhibe una selección de piezas, desde un proceso escultórico que realmente es como un ready made, un jarrón chino destrozado y pegado con silicona, hasta un cuadro que es sintomático de esta apropiación del discurso que hablábamos antes al reproducir un cuadro en esa pintura imprecisa del artista que realmente es un fotograma de ET.
También hay obras de María Cañas, una videocreadora que trabaja desde parámetros del cine documental y el archivo histórico, recaptura imágenes porque ella piensa que no hacen falta más y prefiere trabajar con materiales anteriores que procesa. Utiliza técnicas del lenguaje cinematográfico documental pero también del cine experimental o del videoarte. Está también presente Antonio R. Montesinos, un joven artista andaluz que aplica conceptos políticos sobre la construcción de la urbe o la sociedad de consumo.
De Luis Rife, un artista que es un instalador y que trabaja con espacios arquitectónicos, se muestra Tres grados de inclinación, un proyecto conceptual compuesto por obras de otros artistas que están colocadas torcidas y con una inclinación de 3 grados, una lectura política y una alusión a la mordida del 3 por ciento en la política catalana.
Y en un proyecto como este no podía faltar la artista Marina Núñez, una pionera a finales de los ochenta en lo que se llamó arte híbrido, realizado totalmente en ordenador y que se vinculaba con la ciencia médica, y que siempre ha trabajado “con lo cyber, con la descomposición cultural y con ciertos planteamientos de la ciencia-ficción como una realidad presente”, puntualiza Espinosa. De ella se pueden ver varias obras que son unas alteraciones y un fabuloso vídeo.
La mayoría de las obras de la sección MAPA están expuestas en lo que los organizadores denominan “la plaza”. Pero hay otras piezas que se muestran en el propio espacio de la galería, como el caso de los artistas Juan Hidalgo y Alicia Martín (galería Adora Calvo). O el caso del joven performer José de la Mano.
En resumen, una sección que permite ver cómo estos procesos de hibridación llevan ampliando el arte desde los años cincuenta, donde las disciplinas estaban perfectamente delimitadas, y lo interesante es comprobar que el gran motor para que el arte actual sea tan diverso y tan rico es precisamente la libertad que tienen los artistas para poder utilizar cualquier herramienta en función de su idea.
Ángela SANZ COCA