El Museo ABC de Madrid acoge una exposición dedicada a las viñetas humorísticas que este dibujante publicó en el periódico ABC y la revista Blanco y Negro durante los años que duró la contienda. Todos estos dibujos constituyen un conjunto gráfico de gran valor, tanto por la calidad de sus dibujos, como por la soltura en el manejo de los recursos humorísticos o el gran valor histórico de esta particular crónica de la Primera Guerra Mundial. Hasta el 16 de octubre
La exposición Sileno, tambores de guerra. Crónica ilustrada de la Primera Guerra Mundial muestra una selección de 100 dibujos de los más de 4.000 que se conservan en los fondos del museo ABC. Y es que que durante los cuatro años que dura la contienda Sileno publicaba dos o tres viñetas sobre este tema cada semana en el diario ABC y la revista Blanco y Negro, como una sección fija, aunque pasado el tiempo pasa de ocupar la primera página al interior. Además realizaba dos viñetas más semanales para el Heraldo de Madrid.
Todos estos dibujos constituyen un conjunto gráfico de gran valor. En primer lugar por la calidad de los dibujos, pertenecientes a una de las mejores etapas estilísticas del dibujante, “tanto por su gran capacidad de síntesis gráfica como por la desenvuelta precisión a la hora de plasmar los detalles significativos para concretar una escena y su portentosa habilidad para la caricatura personal y genérica”, sostiene Víctor Zarza, comisario de la muestra y profesor de Bellas Artes de la Universidad Complutense.
En segundo lugar por su gran manejo de los recursos humorísticos, la parodia, la metáfora o la metonimia (en el sentido de que a los objetos o otros elementos les corresponde un papel significativo). Estos elementos unido a su gran olfato político hizo que sus chistes se siguieran por parte del público de la época casi como si de editoriales en viñeta se tratara.
Y, por último, este conjunto de viñetas humorísticas es una crónica total de la Gran Guerra que destaca por su comprensión, extensión y alcance, porque aunque el conflicto está tratado en tono humorístico tiene un alto valor histórico y es que sus chistes muestran no solo los episodios bélicos más relevantes (incluidos el preámbulo y las consecuencias), sino también el clima político que se respiraba en nuestro país y las tensiones entre los que defendían la neutralidad y los que querían participar en la guerra o entre germanófilos o los partidarios de los Aliados.
En los dibujos de Sileno hay pocos soldados a punto de morir en las trincheras, cadáveres o cascos ensangrentados. Pero sí abundan muchos que muestran los entresijos políticos de las alianzas entre países, la aparición de los dirigibles, la guerra en el mar, la entrada en el conflicto de los Estados Unidos, la revolución bolchevique o la caída de las viejas monarquías europeas.
Son tres los ejes temáticos en los que podemos dividir su producción sobre la Gran Guerra. El bloque más numeroso es el dedicado a los aspectos militares, el segundo se centra en temas políticos o diplomáticos y el tercero es el que dedica a la situación en España.
A pesar de que Sileno mantiene una postura germanófila y que en algunas ocasiones “abandona la neutralidad de su humor y toma partido por los imperios centrales”, como comenta José Francés, no por eso hace una caricatura sangrante, “dirigida a humillar, su humor fue incisivo pero nunca cruel y chabacano”, añade Zarza.
Lo primero que se encuentra el visitante al entrar en la exposición es una pequeña biografía de Sileno y una cronología ilustrada del conflicto que ayuda a situarse al espectador. Y, además, una serie de historiadores han realizado en cada sección una serie de textos que contextualizan la guerra y que ayudan enormemente a entender la situación política y bélica de esos años, incluido el ambiente político en la difícil neutralidad de España, y, por tanto, a comprender las viñetas humorísticas de Sileno, un aspecto muy acertado porque es una exposición pensada «para todos los públicos», incluidos los más jóvenes.
Esta exposición nació a raíz de la conmemoración del centenario de la Gran Guerra, por eso se ha incluido también una serie de fotografías realizadas entre 1918-1921 por los fotógrafos belgas Arthur Brusselle y los hermanos Maurice y Robert Antony que han llamado Paisajes en la batalla, y que formaron parte de la muestra que el Museo de Brujas dedicó a este conflicto.
La exposición sigue un orden cronológico que a veces es roto porque para el comisario era importante aunar temáticas. Arranca con el apartado 1914 y finaliza en 1918. Es muy interesante ver las alegorías que utilizaba Sileno para representar a los países y las alianzas entre ellos y con qué precisión dibujaba a cada uno de los ejércitos.
Entre todas ellas, hemos elegido unas pocas. ¡La gran farándula! ¡Todo el mundo en danza! (2 de agosto de 1914), que trata sobre el origen del conflicto; La paloma de la paz (7 de noviembre de 1915), sobre las esperanzas truncadas, o Corrida extraordinaria (9 de agosto de 1914), una alegoría sobre la neutralidad española; ¡La gran piñata de este año! (21 de febrero de 1915), sobre los dirigibles; A río revuelto… ganancia de los peces neutrales (21 de marzo de 1915).
En El pabellón cubre las mercancías (20 de junio de 1915) es muy revelador comprobar cómo Sileno criticaba a Estados Unidos, “al dibujante le afectó enormemente el Desastre de 1898″, señala Zarza; en este caso, Sileno representa a Estados Unidos como el tío Sam (algo que utilizó muchas veces) y en viñetas posteriores es el propio presidente Wilson el que aparece en sus dibujos, aunque en una de ellas le disfraza como la estatua de la libertad.
Muy interesante también es una viñeta del 4 de julio de 1915, Ser o no ser: este es el problema, donde dibuja a un John Bull convertido en Hamlet, rodeado de obuses y de acorazados, solo que en vez de “reflexionar frente a una calavera lo hace ante un globo terráqueo, una imagen que luego utilizará Chaplin en el Gran Dictador”.
Y, por último, una caricatura de 1918 refleja magistralmente el nuevo orden mundial. En ella el presidente Woodrow Wilson aparece como una especie de Papa Noel en torno al cual baila un corro de países agradecidos (incluido España) que son representados como niños, en alusión al nacimiento de la Sociedad de Naciones. Pero Sileno también quiso “materializar con la estampa de estas alegres criaturas una metáfora de esa esperanza que, tras la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, la mayoría de la población mundial abrigaba con respecto a un futuro de paz y de bienestar”, concluye Zarza. Una esperanza rota apenas veintiún años después cuando otra guerra mundial asoló el planeta.
Biografía de Sileno
Pedro Antonio Villahermosa y Bora (Zaragoza, 1869-Madrid, 1945) se licenció en Derecho en 1889-1890 con una nota media de aprobado y es que parece ser que no dedicaba todo su tiempo y sus energías a estudiar esta materia, sino que lo que verdaderamente le apasionaba era dibujar, como lo demuestra el hecho de que en 1888 ya había publicado bastantes dibujos en la revista humorística El cocinero.
En 1890 abandona su ciudad y se matricula en la facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid para hacer el doctorado, aunque, como comenta Víctor Zarza, es posible que el “verdadero motivo de su viaje a Madrid no fuese otro que dedicarse al dibujo profesionalmente porque por mucho que he indagado en archivos no he encontrado ningún dato que acredite que terminase su doctorado”.
Dos años después, en 1892, ya está colaborando en otra revista también humorística, Monigotes, donde firma por primera vez con el seudónimo de Sileno. “El Sileno que hallamos en Monigotes resulta todavía un tanto simple, impersonal, aunque indiscutiblemente dotado para el dibujo humorístico”, comenta Zarza.
Si hablamos de un hito fundamental en la carrera de Sileno y también de la prensa satírica española, es el nacimiento el 14 de noviembre de 1895 de la cabecera Gedeón, un semanario satírico. Fue concebido por un grupo de periodistas (Sileno y Joaquín Moya Ángeles, entre los dibujantes, y Luis Royo Villanueva, José de Roure y Francisco Navarro Ledesma, entre los plumillas) que se reunía habitualmente en la cervecería Iberia de Madrid.
La portada y la contraportada se imprimían mediante litografía a dos colores, rojo y negro, lo que fue decisivo en la manera de trabajar de Sileno porque tuvo que pasar del típico dibujo a línea a otro más complejo en matices para poder sacar el mayor partido posible al claroscuro. Además percibimos otra novedad estilística “aumentar desproporcionadamente el tamaño de las cabezas con respecto a los cuerpos, hasta alcanzar un aspecto decididamente grotesco”, sostiene Zarza.
El equipo fundador decidió que había que poner rostro al nombre de la cabecera. Cada uno de los dibujantes llevó a cabo su propuesta, siendo elegida finalmente la que realizó Sileno. Su Gedeón “era la caricatura del cerillero de la cervecería donde se reunían, y desde entonces sus facciones –entre picarescas y bonachonas, como las definiera José Francés– quedarían íntimamente ligadas al nombre de Sileno”, comenta Zarza. Este personaje era una especie de pepito grillo.
Es en Gedeón donde nace y se afianza el Sileno caricaturista de asuntos políticos, que será con el que se acabe identificando toda su carrera, como reconocían en el prólogo del libro Caricaturas que se publicó en 1918: “La caricatura política tiene en España pocos cultivadores afortunados. Destaca singularmente entre ellos Sileno, por su ingenio sutil y por la certera intención –exenta siempre de agresividad antipática– con que a diario recoge la actualidad política (…) y lo concreta en un rápido dibujo y en unas pocas palabras”. A finales de 1909, Torcuato Luca de Tena compró este semanario que mantuvo hasta 1912, integrándolo a partir de entonces como una sección fija de tres páginas en el suplemento dominical del ABC, para terminar desapareciendo en 1916, aunque Sileno mantuvo vivo este personaje hasta 1936.
Ángela SANZ COCA