El MoMA de Nueva York presenta hasta el 12 de septiembre en la exposición «Dadaglobe reconstruido» los materiales con los que, por iniciativa de Tristan Tzara con Francis Picabia, se habría elaborado una publicación antológica sobre este movimiento artístico y literario. Nunca llegó a editarse, pero esta muestra recupera su esencia
A finales de 1920 Tristan Tzara, poeta y cofundador de Dada, decidió poner en marcha un proyecto interesante y ambicioso: la edición de una publicación antológica sobre el movimiento artístico y literario que llevaría el título Dadaglobe. Con el apoyo del artista Francis Picabia, Tzara envió cartas a cincuenta artistas y escritores de diez países. A todos les pedía lo mismo: un autorretrato, fotografías de sus obras de arte, dibujos y diseños para las páginas del libro. Tzara tenía en mente un libro de entre 160 y 300 páginas, del que pensaba lanzar 10.000 copias. Por razones económicas y desavenencias entre los participantes, nunca llegó a realizarse, pero Tzara conservó la mayor parte del material recopilado. A su muerte, en 1963, este se dispersó entre colecciones públicas y privadas. Esta exposición, organizada con Kunsthaus Zürich y el apoyo de Bibliothèque littéraire Jacques Doucet, reúne por primera vez las obras tras un un exhaustivo trabajo de investigación de Adrian Sudhalter, comisaria junto a Samantha Friedman de la muestra.
Como no podía ser de otra manera tratándose del dadaísmo, el encargo fue muy abierto y permitió responder con mucha libertad, siempre teniendo en cuenta el condicionante del envío por correo (en cuanto a formato y tamaño) y de la necesidad de ceñirse a blanco y negro o solo a tres-cuatro colores en uno de los dibujos. Hubo quienes respondieron mandando material que ya tenían y quienes lo elaboraron expresamente. El apartado de los autorretratos fue el que más se prestó a la nueva creación. En su petición Tzara pedía una imagen de la cabeza, que se podía alterar libremente. Y así lo hicieron. Sophie Taeuber se hizo fotografiar en el estudio del fotógrafo Nic Aluf ocultando la mitad de su cara con su escultura Dada Head. Theo van Doesburg, con su pseudónimo I. K. Bonset, se daba la vuelta y, solo dejando ver la parte de atrás de la cabeza, se rodeaba de un halo de santidad en el que dejaba claro, en francés, que estaba en contra de todo y de todos.
En el apartado de las fotografías de las obras de arte, llama la atención el caso de Man Ray que terminó dando un giro a la petición de Tzara para pasar de fotografías de obras de arte a obras de arte para ser fotografiadas. Los dibujos, en vez de representar ese impulso directo y personal del artista, muestran en gran medida el espíritu del grupo de renunciar a la individualidad con el uso del collage, de textos mecanografiados… Por último, el encargo de Tzara animaba a participar en el diseño del libro y dejaba la puerta abierta a que utilizasen en las maquetas de las páginas solo imagen o imagen y texto. Como muchas de las obras dadaístas combinan estos dos elementos, no es fácil saber cuáles se presentaron como obra y cuáles como maquetas finales. Su deseo era que «cada página explotase».
Como hemos visto, Dadaglobe no llegó a editarse, pero el catálogo que acompaña a esta exposición, editado por Kunsthaus Zürich y Scheidegger & Spiess con diseño de NORM, lo reconstruye acompañándolo de los estudios de este proyecto que ha visto la luz en el centenario del movimiento.