Una historia de la abstracción en España

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Hasta el próximo 29 de abril se puede visitar en la Galería Guillermo de Osma de Madrid la exposición dedicada al arte abstracto realizado en España entre 1948 y 1968, fechas marcadas por la irrupción del grupo Pórtico en Zaragoza y las investigaciones realizadas por varios artistas en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid. Compuesta por 50 obras entre pintura y escultura, integra una impresionante nómina de artistas españoles del siglo XX

Esta exposición está comisariada por el galerista Guillermo de Osma, pero antes de recalar en su galería de Madrid -donde se puede visitar desde el pasado 16 de febrero y hasta el próximo 29 de abril- se mostró en el Museo Francisco Sobrino de Guadalajara. Y es que Francisco Sobrino, fundador en 1960 en París junto a varios artistas franceses y argentinos del GRAV, una de las asociaciones de arte cinético más relevantes, es uno de los nombres importante de una muestra llamada a revisar la evolución de la abstracción en España en las dos décadas que van de 1948 a 1968. Con motivo de la exposición se ha editado un interesante catálogo con textos de Alfonso de la Torre, Ángel Llorente, Inés Vallejo y el artista Tomás García Asensio, donde están reproducidas todas las obras que se reúnen la muestra.

El Grupo Pórtico fue fundado realmente en 1947 a raíz de una exposición celebrada en la librería Pórtico de Zaragoza con obras de, entre otros, Santiago Lagunas, Fermín Aguayo y Eloy Giménez Laguardia. Serían los pioneros en España en la exploración de nuevas vías estéticas que ya se estaba viviendo en Estados Unidos y otros países europeos. La exposición en la galería Guillermo de Osma (Madrid) precisamente comienza con dos cuadros de Fermín Aguayo y Santiago Lagunas.

Viento I, por Martín Chirino, 1958.

Viento I, por Martín Chirino, 1958.

Como recuerda la presentación de la exposición, el informalismo se difundió en España gracias en gran parte a las jornadas desarrolladas en 1949 y 1950 en Santillana del Mar conocidas como la Escuela de Altamira. Allí se juntaron artistas extranjeros y españoles para debatir la situación del arte moderno y compartir ideas sobre los caminos a seguir. Estas reuniones dejan huella en la muestra de la galería madrileña con obras de Tony Stubbing y Modest Cuixart. Precisamente este último, junto a otros artistas, entre ellos Joan-Josep Tharrats y, especialmente, Antoni Tàpies, crearon el grupo catalán Dau al Set, que según fue avanzando la década de los 50, evolucionó a un informalismo matérico. Se incluyen en la obra de arte materiales bastos, collages, se desgarra la tela e incluso se quema…

Brita, por Antonio Saura, 1956.

Brita, por Antonio Saura, 1956.

Por otro lado, varios artistas en Madrid se reunieron desde 1957 en torno a una agrupación llamada El Paso, y bajo este nombre realizaron obras de gran interés y singularidad. Como indican el libro Arte en España (1939-2015= ideas, prácticas, políticas de Jorge Luis Marzo y Patricia Mayayo (Manuales Arte Cátedra), este grupo «representó tanto la culminación del proyecto abstracto-expresionista español como su propio canto del cisne. El triunfo de El Paso se produjo casi simultáneamente al declive general del informalismo internacional». En este grupo se reúnen nombres clave: Manolo Millares, Antonio Saura, Martín Chirino, Manuel Rivera, Juana Francés, Rafael Canogar y Luis Feito. Muchos artistas veteranos como José Caballero o Julio Ramis se adhirieron en esta nueva línea plástica.

En torno al hispano-filipino Fernando Zóbel, se congrearon otros artistas abstractos como fue Gerardo Rueda y Gustavo Torner, Estos tres crean en 1966 el Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas de Cuenca con fondos de su colección particular. La exposición se fija también en la obra de dos artistas que por esos años desarrollaron su carrera en Nueva York: José Guerrero y Esteban Vicente. A diferencia de lo que sucedía en España en ese momento, su trabajo se caracteriza por el uso intenso del color. Los tonos brillantes y puros de Guerrero (imagen superior: El cruce II, 1975) reflejan una «sensibilidad colorista relacionada con la luminosidad mediterránea, como indica el catálogo de la exposición».

Festivo, por Pablo Palazuelo, 1954.

Festivo, por Pablo Palazuelo, 1954.

Paralelamente a los artistas informalistas, la muestra incluye piezas de otros artistas fundamentales como Jorge Oteiza, Pablo Palazuelo o Eduardo Chillida, que tendieron a composiciones más estructuradas con evidentes referencias geométricas, haciendo especial hincapié en la obra escultórica. El ritmo de la obra que aquí recogemos (Festivo) es expresivo de su acercamiento a la abstracción de carácter geométrico donde la clave reside en «su interés por las leyes de la naturaleza en la creación de espacios cósmicos y psíquicos», tal y como indica el catálogo de la exposición.

En este sentido, cabe destacar la trayectoria del Equipo 57, que trabajó con la galería parisina especializada en arte geométrico Denise René y perseguía una renovación del arte, cargando contra el individualismo, los salones-capilla, los marchantes interesados, los premios organizados y las críticas veniales. Entre ellos se encuentran Aguilera Mate, Juan Cuenca, José Duarte o Agustín Ibarrola. Y a todos ellos hay que unir la figura de Francisco Sobrino y su arte cinético, con el que empezamos esta reseña. más relevantes.

Composición, por Tomás García Asensio, 1968.

Composición, por Tomás García Asensio, 1968.

Siguiendo esta línea más geométrica, la exposición se cierra con una serie de obras realizadas por los artistas que participaron en las investigaciones desarrolladas dentro del recién inaugurado Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid a finales de los años 60, aplicando los últimos avances tecnológicos de la incipiente industria informática a la creatividad plástica. En palabras de Tomás García Asensio tomadas del catálogo de la exposición, «El quid de la cuestión creo que está en que en ese seminario se pretendió aproximar dos clases de pensamientos, o de conocimientos, el artístico y el científico. Que se consideraban, y seguramente se consideran todavía, totalmente antagónicos, excluyentes. Creo que lo que se pretendió fue negar la mayor. O, por lo menos, afirmar que tal incompatibilidad no era necesariamente cierta, o que no era cierta en todos los casos. Y todo el seminario se aplicó denodadamente a esa tarea».

Monturiol, por Manolo Millares, 1971.

Monturiol, por Manolo Millares, 1971.

 

One Reply to “Una historia de la abstracción en España”

  1. Ramiro Rangel dice:

    Maravilloso, me encartan las exposiciones de obras de arte abstracto, pronto asistiré a una exposición de arte de Gabino Amaya Cacho basado en puntillismo abstracto, sera en Noviembre en Madrid, sus obras son maravillosos llenas de colores llamativos, ademas de que su profundidad refleja movimiento.

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