Hace seiscientos años nacía en Borgo Sansepolcro este artista que en su tiempo propuso la perspectiva y el espacio, las relaciones matemáticas de los cuerpos y las proporciones del ser humano y de la naturaleza, la ciencia y el color. Su obra cumbre, los frescos que narran la Leyenda de la Vera Cruz en la iglesia de San Francisco en Arezzo destacan por su belleza y por el ambicioso y complejo programa iconográfico. En nuestro número de marzo le hemos dedicado un extenso artículo escrito por el especialista José Manuel Cruz Valdovinos
No se sabe con seguridad el año exacto del nacimiento de Pietro di Benedetto dei Franceschi (Piero della Francesca), algunos historiadores lo sitúan en 1415, aunque la mayoría dan como cierta la fecha de 1416. Lo que sí se puede afirmar con certeza es que tuvo que ser entre 1415 y no más allá de 1418 porque un documento de octubre de 1436 recoge que actuó como testigo de un testamento, por lo que debía tener al menos 18 años. Lo que sí es probado es que vino al mundo en Borgo Sansepolcro y que murió en esta misma ciudad en 1492, como se puede leer en el Libro dei Morti del Archivo Communale de esta ciudad.
Tampoco conocemos mucho de su infancia ni de su formación artística, un aspecto este último que siempre ha provocado opiniones muy diferentes entre los historiadores del arte. Unos defienden que su aprendizaje tuvo lugar en su ciudad natal; en cambio, otros (especialmente Longhi) rechazan esta tesis y afirman que seguramente fue en Florencia. Gracias a varios documentos publicados por Dabell, se sabe que fue ayudante en el taller del pintor Antonio di Giovanni di Anghiart en Borgo Sansepolcro porque ambos figuran en un pago del 21 de octubre de 1436 por la realización de unas enseñas y banderas para la puerta y torres de la muralla de Borgo.
Pero cómo influyo este artista en Piero della Francesa sigue siendo un misterio muy difícil de descifrar porque aunque Antonio di Giovanni sí es un pintor muy documentado no han llegado a nosotros ninguna de sus obras. Así que en este terreno volvemos a entrar en especulaciones. Para un grupo de historiadores, la ayudantía de Della Francesca en este taller era menor, y para otros, en cambio, el hecho de que aparezca en un documento de pago implica una actividad más relevante.
Tampoco podemos hablar mucho sobre el trabajo que el artista realizó en su villa natal y de las influencias que pudo recibir. Hay que tener en cuenta que en esa época Borgo Sansepolcro reunió a un nutrido grupo de pintores, de algunos solo conocemos sus nombres, como Orlando o Matteo di Bruno; y, en cambio de otros sí que han quedado importantes obras, como el famoso Políptico de san Francisco (hoy dividido y dispersos por diversos lugares) de Sassetta; La gloria de santa Catalina de Alejandría entre Ángeles y la Virtud o La Crucifixión, de Pietro Giovanni di Ambrogio, o el Políptico de la Resurrección (en el duomo de la ciudad), que se atribuye a Francesco di Segna (Maestro di Borgo Sansepolcro).
Pero ¿fue importante en la formación de Piero della Francesa digamos este “gusto sienés” que predominaba en la villa? Lo que sí podemos afirmar es que todas estas obras son tardías en relación con la etapa de formación del pintor, hay que tener en cuenta que Sassetta terminó el políptico en 1444, un año antes de que Piero della Francesa recibiera el importante encargo del políptico para la Compañía de la Misericordia. Por esas fechas Piero ya había estado en Florencia y había trabajado con Domenico Veneziano, como sabemos por un documento fechado el 7 de septiembre de 1439.
Según la tesis que defiende el historiador Longhi, sí que fue relevante en la formación de Piero, sobre todo en el conocimiento de la perspectiva, esta estancia del pintor en la ciudad florentina donde estuvo en contacto con las obras de Fra Angélico, Masolino, Masaccio o Paolo Uccello.
Hay que tener en cuenta que las obras que se han conservado del artista son o bien de datación posterior o bien de cronología incierta. El San Jerónimo de Berlín (h. 1450), el Retrato de Sigismondo Pandolfo Malatesta del Louvre (h. 1451) o el Bautismo de Cristo de la National Gallery (de etapa inicial).
Lo que sí sabemos es que Bicci di Lorenzo fue un pintor importante en la carrera Della Francesca, ya que este último le sustituyó a su muerte, en 1452, en la realización de los frescos de Arezzo con la Leyenda de la Vera Cruz, la obra más relevante del pintor del Borgo Sansepolcro. Pero no tanto en el estilo, Di Lorenzo es un artista “de fuerte raigambre gótica, muy distante del estilo de Piero”, afirma Valeriano Bozal en el libro sobre este pintor que publicamos en la colección Grandes maestros en 2004.
Frescos de Arezzo
Pero antes de entrar a hablar de estos frescos, tenemos que pararnos un momento en su estancia en Roma a partir de octubre de 1458 y donde permaneció al menos hasta abril del año siguiente, fecha en la que se le pagan 150 florines por parte de los frescos que está realizando en la cámara del Pontífice Pío II (desgraciadamente perdidos). Y aquí sí que están de acuerto todos los historiadores en que este hecho fue determinante en la carrera del pintor “porque dividiría en dos partes su trabajo en los frescos de Arezzo –añade Valeriano Bozal–. Según algunos autores, este viaje explicaría el conocimiento de la arquitectura clasicista que se evidencia en algunos de sus últimos ‘frescos’ del ciclo”. E incluso, para otros, también en el programa inconográfico de estos frescos
En las escenas de la Leyenda de la Vera Cruz, en San Francisco (Arezzo), Piero della Francesca sigue una secuencia establecida por La Leyenda Dorada. En ellas las historias están ordenadas según el calendario litúrgico, y así “encontramos los episodios relativos a la Vera Cruz en dos festividades distintas: la Invención (el redescubrimiento de la Cruz de Cristo por santa Elena), y la Exaltación (la devolución de la Cruz a Jerusalén por el emperador Heraclio después de que el persa Coroes la hubiera robado)”, comenta Consuelo Luca de Tena en el dossier que publicamos en el número 67 de Descubrir el Arte (septiembre de 2004) con motivo de la restauración de estos frescos. Toda la Leyenda hace de la “sagrada reliquia el nudo material entre el Pecado Original y la Redención”, concluye Luca de Tena.
Esta leyenda no narra una historia lineal, sino que está compuesta de diferentes relatos que a veces son contradictorios. Así que cada pintor no solo tenía que elegir qué episodios quería contar sino también qué versión elegir. Si los antecesores a Piero se habían centrado en la historia material de la Cruz, el programa iconográfico del pintor del Borgo era mucho más ambicioso y complejo. Recoge desde la Muerte de Adán, Veneración del Sagrado madero de la Cruz y encuentro de Salomón con la reina de Saba, Traslado del Sagrado Madero, Tortura del judío, Identificación de la Vera Cruz, El sueño de Constantino, Victoria de Constantino en Puente Milvio (de las dos versiones, muestra aquella en que ésta se produce de forma milagrosa, y el ejército enemigo huye sin lucha), Batalla de Heraclio contra Cosroes, Exaltación de la Cruz y Anunciación. Esta última escena es la que utiliza Piero como nexo de unión entre los episodios anteriores a Cristo y los posteriores.
¿Cuáles son los aspectos que se han señalado como particularmente originales en la iconografía de estos frescos? En primer lugar por la disposición de las escenas en las paredes del prebisterio, “que violenta el orden cronológico más de lo que era habitual”, señala Luca de Tena. En el caso de Piero el relato comienza en lo alto de la pared derecha con la Muerte de Adán, desciende y vuelve a subir para terminar en lo alto de la pared izquierda con la Exaltación de la Cruz; sin embargo, “entremedias, la historia salta para poner más en evidencia los paralelismos formales e iconográficos entre los sucesivos episodios del relato”. En segundo lugar, el pintor decide mostrar la crudeza de las batallas, al mostrar la sangre derramada y no solo las ricas armaduras y oropeles, es la batalla real. Y, por último, es en el único caso que se muestran dos batallas y el único también en que Constantino es un personaje importante.
En resumen, en los frescos de Arezzo, la Cruz no se trata sólo de la santa reliquia, sino que es el “cristianismo mismo, y no sólo la fe, sino los territorios físicos que hacen posible la existencia del cristianismo sobre ellos”, concluye Luca de Tena.
Otras obras
Además de las obras que hemos citado antes, también realizó numerosos frescos en el castillo de los Este en Ferrara (y que se han perdido); el fresco de San Segismundo en la iglesia malatestiana de Rimini (1451); el Políptico de Perugia, o las importantes obras que hizo para Federico Montefeltro, como la famosa Flagelación.
La belleza de las formas simples
Piero della Francesa se había formado como matemático a la vez que lo hacía también como pintor. Este aspecto no solo se deja notar en los tratados que escribiría en su etapa de madurez (De prospectiva pingendi, sobre los procedimientos prácticos de la perspectiva, o Libellus de quinque corporibus regularibus, sobre la identificación de la pintura con la perspectiva), sino que impregna toda su pintura. Como afirma Luca de Tena, “por debajo de la variedad de la forma, del magma de las acciones y las emociones humanas, Piero se atiene a la armonía profunda de los cuerpos geométricos, a la belleza de las formas simples, de sus correspondencias y simetrías”.
Para Piero della Francesa el mundo existía “sólo en cuanto estaba definido por medio de proporciones matemáticas y su vida de pintor estuvo encaminada a demostrarlo en sus obras”, afirma Manuela B. Mena Marqués en el artículo que escribió en el mismo número 67 de Descubrir el Arte.
Y así, aunque aparentemente el relato de los frescos de Arrezo parezca en cierta manera un poco errático, no es así. El ritmo de los episodios, tal y como los distribuyó el pintor en las paredes, tiene un orden en la disposición misma de cada escena y de las figuras que la componen.
Uno de los más grandes pintores de la luz (y para Malraux, el “símbolo de la modernidad”) moría ciego y viejo el 12 de octubre de 1492. Había redactado testamento en 1487, en el que se describía como “sano de mente, de intelecto y de cuerpo”.
Los interesados en leer el artículo sobre Piero della Francesca que hemos publicado en el número 205, podrán adquirir esta revista en formato papel en la tienda de la web o en formato digital en Orbyt.
Muy desagradable intentar leer el artículo con la publicidad dando «saltos» al lado. Me rindo. Ciao