El Palazzo delle Esposizioni de Roma acoge hasta el 1 de mayo la muestra «Botero. Via Crucis. La Passione di Cristo», en la que el artista colombiano recorre la pasión y muerte de Jesucristo, a través de 27 óleos y 34 dibujos de sorprendente dramatismo, persuasivo cromatismo y seductora belleza
Tras su antológica de 1991, una serie de secuencias presentadas en 27 óleos y 34 dibujos, realizados entre 2010 y 2011, recorren las 14 estaciones de la vía Dolorosa de Jesús, según Fernando Botero, que vuelve al Palacio de las Exposiciones de Roma, nueva etapa después de Nueva York, Medellín, Lisboa y Panamá. Una exposición itinerante como el artista colombiano, de los más populares del mundo, que distribuye su actividad entre París, Nueva York, Montecarlo y Pietrasanta en Toscana.
El ciclo de imágenes recogido en esta exposición, donado por Botero al Museo de Medellín de su país, en la celebración de su 80 cumpleaños en 2012, da vida a uno de los grandes temas de la iconografía sagrada desde el Renacimiento, que, como explica el pintor: “a continuación fue siendo cada vez menos frecuente y ya en tiempos de la Revolución Francesa había prácticamente desaparecido. Una bellísima tradición iconográfica en la que los artistas introducían la vida diaria en la historia. Y yo me he tomado la misma libertad de mezclar ciertas realidades latinoamericanas con el tema bíblico”.
El contenido cargado de emoción estimula a reflexionar sobre la pasión y muerte de Jesucristo; un ciclo en el que Botero, respetando la fuerza de su estilo propio, propone una mutación de sus motivos, precisando: “he realizado esta serie porque describe un momento fundamental de la vida de Jesús. No existen elementos satíricos en este trabajo que está empapado de un gran respeto”.
De hecho, estas obras representan un cambio de rumbo en la carrera del artista sin eclipsar el estilo original e inconfundible de la expresión que lo ha hecho famoso.
Como explica el crítico de arte Conrado Uribe, autor del ensayo en el catálogo: “por primera vez en las obras de Botero hace una incursión el drama y, por esta razón su trabajo puede ser considerado como un nuevo curso. Aquí la continuidad de lo anterior se acompaña a las transformaciones que enriquecen y potencian las obras y sendas interpretaciones. Indudablemente, cambios importantes en la carrera del pintor y escultor colombiano”.
Entre las características que las distinguen se evidencia el sorprendente cromatismo que invade los lienzos de seductora belleza. Al igual que en sus pinturas de la prisión de Abu Ghraib de 2005, estas obras figuran la Pasión de Cristo con potente intensidad y no sólo por los acontecimientos representados sino también por la capacidad de Botero de transmitir pathos y emoción. También aquí, crueldad y drama, se espanden por medio de formas sólidas y reconfortantes. Entre la producción boteriana, ésta confirma un momento crucial con la presencia del drama, que constituye un nuevo capítulo en la carrera del artista. En este tema sagrado, su mirada parece dirigirse a la condición humana, al dolor, a la injusticia y al sufrimiento del mundo actual.
Entre las características principales de esta serie, el público encuentra la consueta maestría en la composición y en los colores, si bien a un observador atento la paleta del maestro le resultará sin duda más viva y más persuasiva aún, por su contraste con el tradicional imaginario relativo al tema del sufrimiento de Cristo. Una vez más emergen referencias a las obras maestras del arte universal y a sus obras precedentes, junto a los personajes antiguos aparecen los modernos y los escenarios del pasado se incrustan en los espacios contemporáneos, expuestos en pleno Jubileo de la Misericordia.
La donación por parte de Botero al Museo de Antioquía, ha convertido esta institución en la más completa poseedora de obras de Botero en el mundo y un válido punto de información para cualquier investigación de su arte, gracias también a su propio centro de documentación.
Carmen del Vando Blanco