En la exposición «Representaciones pictóricas del jardín moderno: de Monet a Matisse», la Royal Academy of Arts de Londres permite disfrutar de los acercamientos a la naturaleza domesticada de grandes pintores de los siglos XIX y XX. Descubrimos con ellos en estos jardines lugares para experimentar y abrir la puerta a corrientes artísticas de vanguardia. Hasta el 20 de abril
Como no podía ser de otra forma al tratar sobre el jardín moderno en la pintura, Claude Monet (1840-1926) es el punto de partida para iniciar un viaje que concluirá en los años 20 del siglo XX. Monet, el gran exponente del movimiento impresionista, es uno de las grandes pintores de jardines de toda la historia del arte. Se enfrentaba a ellos no solo con los pinceles, su relación comenzaba mucho antes: era él el que los diseñaba, sembraba y cuidaba. En su papel de jardinero utilizaba los ojos del pintor. Eran dos facetas indisolubles hasta el punto de que él mismo llegó a decir que su jardín en Giverny era su más bella obra de arte. Allí creó el paisaje que quería pintar. En la exposición se recogen cuadros de toda su carrera, pero destaca de forma especial la presencia del tríptico Nenúfares (1916-19) procedente del Museo de Arte Nelson-Atkins de Kansas City, el Museo de Arte de Cleveland y el Museo de Arte de Saint Louis, Missouri. Monet pintó estas obras en su última etapa, cuando trabajaba en las Grandes Decoraciones que donaría al Estado francés al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La forma en la que Monet plasma lo que ocurre en su estanque anticipa la abstracción.
No dejamos a Monet, aunque esta vez para fijarnos en su papel de co-protagonista en un retrato que le hizo su amigo Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) en Argenteuil en 1873. El otro gran protagonista de este óleo es el jardín, que ya no es solo un fondo o un escenario. Pintado con la pincelada rápida del impresionismo, dice tanto de Monet como lo hace su figura ya que el artista se proyectaba en su jardín. Esta obra es considerada en la exposición londinense como una oda a la pintura de jardines y al impresionismo.
La Royal Academy sigue avanzando y lo hace fijándose en cómo ese acercamiento impresionista al jardín influyó en artistas de fuera de Francia, como el norteamericano John Singer Sargent (1856-1925) que visitó a Monet en Giverny, o el alemán Max Liebermann (1847-1935). En la exposición hay una de las tantas vistas que el pintor realizó de su jardín a orillas del Wannsee en Berlín, de pincelada libre y dominio del color. Como ocurre con Monet, el jardín de Libermann es también una prolongación del artista: lo diseñó y planificó con la colaboración del entonces director de la Kunsthalle de Hamburgo, Alfred Lichtwark, con ambientes delimitados por usos de gran belleza. Y, como hiciera Monet, lo pintó una y otra vez. En el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid hay una muestra: se expone, en la colección permanente, La nieta del artista con su niñera en el jardín del Wannsee (1923).
Otro particular autorretrato sin figura es el que se hizo Joaquín Sorolla (1863-1923) a través de su jardín, el que ahora se puede visitar al acudir a su casa museo en Madrid. El pintor fue quien diseñó y dirigió el desarrollo del jardín, con gran influencia de lo que había visto en Sevilla. Granada y Valencia. La exposición de Londres además de recoger vistas de este espacio exterior íntimo, muestra un retrato que Sorolla realizó al artista y diseñador industrial Louis Comfort Tiffany entre una fiesta de flores.
En la exposición hay otro representante español: Santiago Rusiñol (1861-1931), que pintó una maravillosa colección de jardines entre los que se encuentran los de la Alhambra o Aranjuez, y de los que la Royal Academy destaca, como también lo hace con el francés Henri Le Sidaner (1862-1939), su halo de misterio. De Henri Matisse (1867-1954) se subraya su acercamiento de los aspectos espirituales y de Vasili Kandinski (1866-1944) la forma en la que utilizó las formas y motivos de la naturaleza para experimentar con la abstracción. Como Monet, Matisse, Kandinski, Paul Klee (1879-1940) o Emil Nolde (1867-1956) también disfrutaban con las labores de jardinería: son otros ejemplos de esta retroalimentación entre pintura y jardinería que tanto benefició a las dos facetas. En las vanguardias, el color y su tratamiento adquieren la fuerza y el protagonismo que los efectos de la luz tienen en los jardines impresionistas.
Cerramos este paseo con uno de los jardines que la Royal Academy of Arts distingue como de ensueño. Es un óleo en el que Pierre Bonnard (1867-1947) retrata a su mujer y en el que todo (el color, la luz, la composición) emana paz y sosiego. De nuevo es el jardín del pintor y, de nuevo, este espacio abierto se convierte en un tema de intimidad con el artista. Preocupándose por los efectos de la luz, utilizando el color para crear formas, escondiendo símbolos tras las flores y las plantas o invitando simplemente a soñar o a contemplar, estos artistas que ahora se reúnen en Londres (antes lo hicieron en el Museo de Arte de Cleveland, en Ohio, donde la exposición pudo verse entre el 11 de octubre de 2015 y el 4 de enero de este año) utilizaron el jardín para recuperar el paraíso e incorporarlo a sus investigaciones pictóricas.
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