Para celebrar los 35 años de ARCO, nueve instituciones expositivas, que habitualmente no exhiben arte contemporáneo, se han sumado a la gran oferta artística que durante esta semana invade Madrid. Este proyecto, comisariado por Javier Hontoria, propicia un diálogo muy enriquecedor entre las colecciones permanentes de cada centro y las nueve intervenciones que han realizado para esta ocasión nueve artistas. Todas estas propuestas podrán verse hasta finales de marzo, abril o mayo
De las nueve sedes, cinco son competencia administrativa del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y salvo Tabacalera La principal, las otras cuatro tienen como objeto de comprensión y exhibición el patrimonio arqueológico; el arte del siglo XIX; la colección del XVII marqués de Cerralbo, y las tradiciones y culturas del mundo desde la perspectiva antropológica. Por el contenido, es evidente a las instituciones a las que nos estamos refiriendo. La primera parada en la que nos detenemos es el Museo Arqueológico y en el proyecto Naturalezas Naturales (1973-2016) de Fina Miralles.
Esta artista, natural de Barcelona, asimila los retazos del Arte Povera y el Land Art –movimientos surgidos a finales de los años setenta y principios de los ochenta del siglo pasado– para ahondar y confrontar el concepto de lo artificial con el de lo natural. Así bien, en esta instalación la artista enfrenta a elementos de la naturaleza con su mímesis artificial. Entre algunos de los ejemplos que ha utilizado para activar esta premisa están el césped sintético; animales disecados, o un ficus de plástico, versus, vegetales; superficies abonadas de hierba; palomas o gallinas. Un juego en el que se intercala la verdad y la mentira y donde se impone la percepción visual.
La siguiente parada es en el Museo del Romanticismo en el que Fernando García se ha sumergido en la figura, así como en las hazañas del bandolero para reinterpretarlas con un lenguaje que aún lejos de la copia figurativa, nos conecta con el aroma y la esencia del planteamiento romántico. Bajo el título Fleurs et Escargots, su obra mira directamente a uno de los testimonios de la época que se encuentran en el mismo museo, la pintura Contrabandistas en la serranía de Ronda, realizada en 1849 por el pintor sevillano Manuel Barrón y Carrillo.
El artista, que acostumbra a realizar sus obras con elementos orgánicos –en este caso son caracoles, pero anteriormente ha utilizado por ejemplo cáscaras de naranjas– delinea las rutas y los senderos agrestes por los que los bandoleros transitaban agazapados a la espera de asaltar a algún viajero adinerado. «La idea era hacer una lectura del paisaje romántico y, sobre todo, del bandolero, como figura mítica en la pintura de entonces, de una forma muy prosaica y metafórica», concluye Javier Hontoria, comisario del proyecto.
Y de las aventuras de un bandolero, a la casa de un marqués –Enrique de Aguilera y Gamboa– cuya colección ocupa hasta el último espacio del que fue su hogar y hoy es el Museo Cerralbo. Oriol Vilanova ha sido el encargado de intervenir esta institución y lo ha hecho mediante una instalación sonora que complementa la experiencia del visitante mientras contempla la exposición permanente.
El autor, también coleccionista desde hace muchos años, empatiza con el que fuese el XVII marqués de Cerralbo y el amor irracional sentido hacia su colección, que donó al Estado a su muerte. Por ello, la idea del proyecto de Vilanova es interpretar al que pudiese ser el fantasma del marqués que regresa a su casa siglos después, y le declara en palabras su amor a la colección. Con razón, el título de la intervención es «Palabras prestadas».
Por otra parte, Rogelio López Cuenca presenta Accesorios en el Museo Nacional de Antropología. El planteamiento de este proyecto parte, como el propio museo, del imaginario del colonialismo occidental, intruso e invasivo en muchas de las culturas que se estudian en la institución. La idea de otredad como eje principal de los diálogos que ha intentado trazar el autor con lo que se cuenta en la vitrina y los diferentes maniquíes que las flaquean, aprovechando a propósito esa disposición para que el hueco espacial entre unos y otros los rellene con sus reflexiones el espectador. Todos los maniquíes se muestran sin cabeza y vestidos con una indumentaria de trabajo. Un guiño a la reformulación del colonialismo, que aún hoy en día, reverbera con más fuerza que nunca.
«El titulo de la exposición –señala López Cuenca– alude directamente al modo en que la cultura europea ha declarado, construido, el carácter accesorio de las otras culturas, ya sea mediante el exotismo, su idealización o su banalización, pero en última instancia siempre con una intención de sentirlas inferiores. Lo normal ha sido el convertirlas en algo complementario, inclusive en determinados casos prescindibles o hasta malditas en el sentido de su carácter de atraso respecto al estándar de la cultura universal, que sería la occidental».
La última parada tiene lugar en Tabacalera La Principal, en el corazón de Embajadores. El protagonista esta vez es Adriano Amaral, y su intervención ahonda en el espacio que la acoge. Apenas el visitante divisa en un primer vistazo rápido qué es obra y qué es natural del edificio. El juego que establece este autor entre los materiales y la percepción incitan al espectador a mantenerse en estado de alerta constante.
Cinco proyecto que descubren al espectador otras lecturas sobre el pasado y presente. La visita a todas ellas está incluida en la entrada a ARCO; sino se pueden adquirir la entrada específica a cada exposición en su sede correspondiente.
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