Con una vocación clara de poner el foco sobre el arte emergente, una edición más JustMad ocupa la sede del Colegio de Arquitectos con dinámicas atractivas y frescas que llevan el arte al corazón de la ciudad. Este año predomina la pintura, junto a ella cogen peso lenguajes como el arte sonoro y el electrónico que presenta interesantes propuestas. Poca fotografía esta vez, pero de una calidad altísima. Hasta el 28 de febrero
JustMad reúne cincuenta expositores, cuarenta de ellos en la sección general, lo que significa casi el doble que en la edición de 2015. Con representación de diez países, el tronco lo forman las galerías madrileñas, catorce en total con una presencia importante de los espacios de Malasaña y Chueca. Nos encontramos así con una feria con raíces en su barrio y miras muy altas, que pretende servir de altavoz al arte emergente en la exposición comercial y en un programa que promueve el debate y descubrimientos (pincha aquí para conocer el calendario de eventos).
Entre esos descubrimientos está qué está pasando entre arte y new media. El salón de actos del Colegio de Arquitectos de Madrid reúne propuestas muy interesantes de este campo como la que lleva la galería valenciana Punto de Hugo Martínez-Tormo: 3DlighterPrinter_Glass Bottle, que en esa composición luminosa se plantea la dicotomía entre tecnología y ecología, o los premiados en la segunda convocatoria de arte electrónico experimental, convocado por EX Asociación de Arte Electrónico y Experimental. EX también comisaría la propuesta de arte sonoro en la que se incluye un proyecto educativo de la escuela infantil Zaleo.
Esas propuestas de arte sonoro y electrónico son interesantes pero minoritarias en la exposición, como también lo son los ejemplos de instalaciones como la de algodón (tejido y dulce) de Food of war. La técnica que predomina en esta edición es, sin duda y como destacaba en la presentación de JustMad Gregorio Cámara -director de la feria-, la pintura. Hay ejemplos de hiperrealismo como los de Kepa Garraza, que expone con Combustión Espontánea y con la galería Altamira. Para que el ojo no engañe y nos haga pensar que estamos ante fotografías conviene acercarse a los lienzos y buscar la huella precisa del óleo. El contenido de su obra tiene que ver con límiites difusos, esos que desorientan al espectador al no saber si se encuentra ante realidad y la ficción en el tratamiento de las imágenes y de la información.
Hiperrealista es también la obra que presenta Gabriela Bettini en la galería Silvestre. Sus interiores vacíos retratados en gran formato conviven con una escultura-instalación de Ella Littwitz, detrás de la que hay una curiosa historia sobre fronteras entre árabes e israelíes, tierras de nadie y un singular regalo de navidad: la devolución por parte de Israel a los niños de una escuela árabe de las pelotas que caían en una zona de nadie minada.
Volvemos a la pintura para fijarnos en otra forma de abordar el tema de las fronteras de la mano de Desi Civera que con un proyecto titulado con este nombre explora los límites que todos debemos atravesar en todo proceso de crecimiento personal, tal y como se cuenta en la web de EsPositivo, la galería con la que acude a JustMad. Nos llama también la atención la potencia del tratamiento del color de la obra de Rubén Martín de Lucas que interviene con collage y óleo sobre impresiones digitales de fotografías tomadas por él. En el stand de la galería asturiana Bea Villamarín muestra parte de su serie La aldea flotante, la expresión sobre lienzo de todo un trabajo de experimentación y documentación que le ha llevado a Vietnam, Camboya y Myanmar y que en la página web del artista se describe de forma poética: «La Aldea Flotante es el retrato de una humanidad, de una forma de vida, precaria, pero en equilibrio, como una hamaca que se mece sobre una casa que se balancea».
En otra galería asturiana, Aurora Vigil-Escalera, encontramos los cuadros de Jorge Hernández de un estilo muy «hopperiano», como decía el director de la feria, Gregorio Cámara. Sus escenas cinematográficas se visten, tras el acrílico, con resina en un acabado especial. Una de sus obras, Vicious, es la que encabeza este texto.
El arte urbano es otro de los capítulos por los que esta edición de JustMad muestra un interés especial, tanto que ha puesto empeño en promover actuaciones en la ciudad aunque determinados escollos burocráticos han reducido las intervenciones, por el momento, a una en la fachada trasera del Teatro Lara.
Pero la feria ha sabido atraer también ese arte urbano capaz de exponerse en un cubo blanco. Un buen ejemplo es Sr X que presenta en la galería de Gijón Viky Blanco esas obras suyas en las que se suceden las capas y las apropiaciones de materiales como ocurre con el arte que se hace en la calle.
Esta galería asturiana representa asimismo en la feria a Julio Rey, especialista también en reciclar y recuperar la actualidad a la que le tiene atado su profesión (seguro que todo el mundo recordará las viñetas que firma con José María Gallego) para transformarla en piezas de una expresividad sin igual y un trazo fino. El retrato de Woody Allen es un buen ejemplo, como también lo es su delicada manera de fundir en una a la niña afgana Sharbat Gula y a la adulta envejecida que fue fotografiada años después. En la obra de Rey nada eclipsa esa mirada de ojos verdes.
La galería madrileña Modus Operandi nos sorprende con una obra «pintada» en plastilina por Rafael Jiménez, un artista al que le preocupan el tiempo, la historia, la memoria personal y colectiva. De nuevo, hay que acercarse mucho para descubrir el secreto de la técnica. En el mismo stand emociona la obra de Álvaro Escriche con las fotografía intervenidas con acrílico y collage en una representación de la agonía y el sufrimiento. Delicadas y estremecedoras.
Este trabajo de Escriche nos conduce a una galería portuguesa: Alecrim50, que expone un trabajo de Pedro Rapoula en el que interviene como un cirujano sobre fotografías antiguas para tratar el tema de la identidad y de la memoria. Sus palabras explican muy bien su planteamiento: «Hay tanto de voyerismo como de crueldad en este ejercicio de acercamiento. Me meto a fondo en vidas que no me dicen nada. Las destruyo. Las manipulo. Las reinvento. Las rescato al anonimato».
En vez de negar la identidad, Almudena Casas indaga en lo que esta esconde. Fotografía a personas por la calle y las dibuja aisladas de todo, para concentrarse en su expresión, su actitud. Un paso más, le anima no solo a indagar en qué hay dentro de cada quien, sino en expresarlo, por eso en determinadas obras los fondos desnudos se visten con los pensamientos, sueños y demás que guardan dentro de sí.
Decíamos al principio que en esta edición había poca fotografía, pero muy buena. ¿Por ejemplo? El trabajo de Eva Díez devolviendo la luz a casas deshabitadas en la galería Marisa Marimón; el stand de Blanca Berlín con, entre otras propuestas, una edición especial de primates de Isabel Muñoz, o la impresionante y potente imagen de Soledad Córdoba en la galería Gema Llamazares.
Terminamos nuestro recorrido animando a que el lector se acerque a JustMad para conocer de primera mano estas y otras propuestas interesantes. como el stand de Bernal Espacio que vuelve a emocionarnos con el diálogo silencioso de Cristina Mejías en Temps vécu, la provocativa pieza de Mario Soria en N2 Galería o el grabado al aguafuerte de Miriam Contrera, muy delicado y con sugerentes texturas, expuesto en Alomar Ediciones.
Arriba: Vicious, por Jorge Hernández. Galería Aurora Vigil-Escalera.
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