Seguramente el amor que sintió Goya por su nieto fue el mismo que el que sienten todos los abuelos con sus respectivos descendientes, sea la época que sea. Sin embargo, no todos los nietos tienen como abuelo a uno de los maestros de la historia de la pintura de España. Ahora el Museo Goya-Colección Ibercaja expone precisamente la obra «Mariano de Goya» realizada por el artista entre 1813-1815, y que aún siglos después desde su creación, continúa despertando pasión y admiración
En 1948 el historiador Diego Angulo transcribió y publicó en uno de sus trabajo la frase que escondía el último retrato que Goya dedicó a su nieto, la cual decía: “Goya á su / nieto en 1827 / á/ los 81 de su / edad”. A raíz de este estudio el experto recordó entonces dos aspectos importantes sobre el pintor: el alarde que hacía al final de su vida de haber llegado a viejo -murió a los ocho meses- y el interés que tenía en que ésto se supiese, y en segundo lugar, cómo las obras sobre su nieto demuestran que fue pintor de niños como pocos lo habían sido a lo largo de la historia. Angulo también remarcaba «la ternura y la belleza admirable que trabajó sobre la figura de Mariano».
Las conclusiones del historiador se recordaron hace unos años –en 2013 cuando el Museo Meadows en Dallas (EE.UU) compró este último retrato del nieto de Goya- para debatir otra de las teorías que relacionan a Goya con la pintura de Manet . Sobre todo porque para los historiadores del arte son estos retratos de Mariano los que se rememoran cuando se contemplan las primeras obra de Manet. Con esta hipótesis hacen hincapié en la influencia que pudo tener el pionero del Romanticismo en el revolucionario de la pintura moderna. Dos figuras que abrieron camino e incidieron en acercarse a la realidad para narrarla de la forma más verosímil.
Esta teoría se basa en el planteamiento de la psicología, la técnica, así como la calidad pictórica que bien se aprecia en este retrato de Mariano a la edad de entre 7 y 9 años. Claramente hay una intención de querer transmitir mucho más que una mera imagen de un familiar. La partitura de música y la forma en la que aparece vestido ya se perciben como pistas que hablan del niño o quizás de la visión que tenía (quería) su abuelo de él.
La pieza hoy día es propiedad de los herederos del Duque de Alburquerque, de quién recoge la historiografía que lo adquirió de los sucesores del pintor y gracias a la colaboración del artista Federico Madrazo que actuó como mediador. No obstante, esta pintura se ha exhibido en público en numerosas ocasiones: la primera fue en 1900 en el barrio de Goya de Madrid; poco después formaría parte de la Exposición nacional de retratos celebrada en 1902. A partir de 1913, tras exponerse en una muestra sobre pintura española de principios del XIX, se volvería a ver en el Prado donde estuvo colgado durante 18 años. A las exposiciones públicas regresaría en 1992 precisamente en una que tuvo lugar en Zaragoza.
De nuevo en este 2016 el Museo Goya nos presta la oportunidad para volver a contemplar de cerca a «Marianito», ya que desde 2003 no la habíamos vuelto a ver.
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