Atesora una gran parte del desarrollo artístico en España, a la vez que ha sido testigo del quehacer coleccionista de una familia; bajo estas premisas se presenta la Colección Masaveu como uno de los fondos privados de obras de arte, cuyo valor ya no se mide en euros sino en la admiración por la salvaguarda del patrimonio cultural. Ahora, hasta el 3 de abril, el Museo de Arte Antiga (MNAA) de Lisboa acoge una muestra sobre la colección, diseñada y comisariada por Ángel Aterido, que recorre desde el siglo XIX hasta nuestros días con la idea de hacer una lectura diferente a las tratadas en exposiciones anteriores
Historias de familia
El apellido Masaveu responde hoy ante uno de los grupos financieros y comerciales más consolidados de España, cuyos orígenes se remontan a mediados del siglo XIX y a la figura de Pedro Masaveu Rovira. Su vocación empresarial puso por entonces el punto de mira en la industria asturiana, a la cuál se sumaría su sucesor Elías Masaveu Rivell, fundador de la primera fábrica de cemento artificial en España en 1898.Es entonces cuando podríamos situar el primer gran impulso de su labor de mecenazgo con la apertura de la primera galería de arte en Asturias.
El inicio de la colección llegaría con Pedro Masaveu Masaveu ya en el siglo XX, y en parte, gracias a la ayuda de Enrique Lafuente Ferrari (Madrid,1898-1985),uno de los historiadores españoles más famosos por sus estudios sobre la Historia del Arte español. Un aspecto interesante es la pretensión de esta generación de los Masaveu de llegar cronológicamente hasta la actualidad en la adquisición de las piezas; también en el hecho de combinar técnicas y soportes.
Sin embargo, son Pedro Masaveu Peterson y su hermana María Cristina, quienes al tomar el relevo, consolidan la función de mecenas; el primero formando su propia colección, y la segunda una fundación con su nombre (en el 2006), bajo los principios de velar por la promoción, difusión, conservación, recuperación y restauración del Patrimonio Histórico Español, de la música y del arte. Además de encargar a esta institución el cuidado y la gestión de la preciada colección familiar.
A la muerte de Pedro Masaveu Peterson, sin descendencia, su hermana cumple su deseo de donar su colección privada al ámbito público, lo cuál se reduce al Museo de Bellas Artes de Asturias. Además queda en manos de ella el sumar a la labor de la gestión del grupo familiar a su primo Elías Masaveu Alonso, quién pasa ser accionista y partícipe en la toma de decisiones.Éste fallecerá un año antes que la heredera, abriéndose otra página en la historia de la familia que deben escribir las generaciones del presente.
Un discurso para Lisboa
En cuanto a la exposición, su comisario, Ángel Aterido, ha querido resaltar la idea de haber construido un discurso diferente sobre la colección de los que se habían exhibido anteriormente, como en la exposición del 2013 en CentroCentro Cibeles del Ayuntamiento de Madrid.Ésta analizaba las piezas comprendidas desde el Románico hasta la Ilustración; lo que en la muestra de Lisboa se ha tenido en cuenta para ampliar los límites temporales a principios del siglo XX.
Así bien, en los autores también se ha puesto el empeño de que fuesen fundamentalmente españoles de renombre, y así, con ellos como percha, hablar de un periodo artístico.Son cinco las secciones: Esplendor Edad Media-Renacimiento; Greco-Naturalismo; Barroco; Goya-Ilustración, y Fortuny-Sorolla a la postre de la muestra.Otro de los conceptos que se perciben a lo largo de la exposición y en el que ha insistido el comisario, es en el hecho de enseñar los intereses y las faltas que quizás haya podido cometer la familia Masaveau a la hora de adquirir las piezas. Por ello, el visitante se dará cuenta, por ejemplo, de la predilección por Sorolla; en parte también por la sobre abundancia de su producción tan prolífica.
Entre las carencias denotadas en el discurso está la de la escultura, cuya presencia se debe tan sólo a una talla de Pedro de Mena, que se vincula con el cuadro de San José y el niño de Alonso Cano.Y es por esto mismo,que en la muestra se pueden encontrar varias lecturas más allá del reflejo del patrimonio pictórico español, ya que se ha aprovechado para establecer relaciones entre obras y autores de la colección Masaveu y los pertenecientes a distintos fondos de museos portugueses.
Por ello, explica el profesor Ángel Aterido que en la sede del Museo de Arte Antiga de Lisboa, en el Palacio de del Conde de Alvor, «se ha querido usar los espacios para conseguir puntos de vista conjuntos, facilitar comparaciones y resaltar con estos ‘encuentros’ el espíritu de la Colección.Pero tales diálogos no son únicamente ‘endogámicos’, sino que algunos están expresamente planteados para Lisboa». El comisario pone de ejemplo el Martirio de San Bartolomé del museo lisboeta con el San Andrés de la colección asturiana.
Un discurso, que en cuanto uno comienza a recorrerlo cae en la intención de rehuir de las fichas catalográficas para no dar por sentado una visión predeterminada, y que sea el propio espectador el que juzgue con criterio.
Créditos de la fotografía en portada: Calvario, ca. l460-‐l465. De Joan Reixach.(¿Barcelona?,ca.1415-‐Valencia,ca.1491). Propiedad:Colección Masaveuc.Autor de la fotografía: Marcos Morilla