Nostalgia y alquimia en baquelita

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Estamos inmersos en la edad del plástico desde hace más de cien años. Este material llegó para quedarse y transformar el mundo. Con él se han creado piezas útiles, bellas y democráticas como las que ha ido acumulando Rafael Ortiz en la colección «Baquelitas y otros plásticos» que ahora expone el Museo Nacional de Artes Decorativas en Madrid hasta el 17 de enero

Luis F, Martínez Montiel (comisario, investigador y docente de la Universidad de Sevilla) cuenta en el catálogo de esta exposición que ya en 1833 el pensador alemán John Adolphus Etzler adelantaba en Un paraíso al alcance de todos… las posibilidades de moldeo y resistencia del plástico. Entonces no se le hizo mucho caso, pero el tiempo le daría la razón. Desde mediados del siglo XIX se fueron desarrollando considerablemente los plásticos naturales, aquellos procedentes de una secreción de un tipo de escarabajo, de la resina gutapercha o el bois durci; los semisintéticos también datan de mediados del XIX y su desarrollo propició el cambio revolucionario que supuso el primer plástico sintético: la baquelita, por Leo Baekeland en 1907. Este plástico es el que da nombre a la exposición que ahora nos ocupa: Baquelitas. Creando futuro, que acoge hasta el 17 de enero el Museo Nacional de Artes Decorativas, en Madrid.

Taza Borun-vita Sleeping Beaker, diseño de A. H. Woodfull, fabricada por Streetly para Cadbury, Inglaterra, 1949, baquelita y celulosa.

Taza Borun-vita Sleeping Beaker, diseño de A. H. Woodfull, fabricada por Streetly para Cadbury, Inglaterra, 1949, baquelita y celulosa.

Lámpara Jumo, diseño de André Monique, fabricada por Jumo Lamp, Francia, Estados Unidos, 1938, baquelita y metal.

Lámpara Jumo, diseño de André Monique, fabricada por Jumo Lamp, Francia, Estados Unidos, 1938, baquelita y metal.

La evolución del material ha sido tremenda, ganando en ligereza, resistencia, transparencia, posibilidades de acabado… En manos de diseñadores industriales, surgieron piezas que cambiaron, para modernizar, el paisaje doméstico, ya fuera metiéndose en su cocina, dibujando juguetes, radios… Como apunta Martínez Montiel, los plásticos son considerados como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, «ilusión o fatalismo». En su contra, hay razones ecológicas. Y lo que puede ser una virtud se convierte en defecto dependiendo de quién y cómo lo trate. Así, su bajo precio, que permite la democratización de un material fácil y cómodo, se traduce en una sobreproducción que no cuida la calidad y el gusto. Las piezas que se exponen ahora (más de 300) proceden de Baquelitas y otros plásticos. Colección Rafael Ortiz y demuestran que en la historia del plástico hay muchos ejemplos sugerentes y atractivos que merecen ser recordados y recuperados.

Tren de juguete Chad Valley, fabricado por Home Retail Group, Inglaterra, h. 1925, baquelita.

Tren de juguete Chad Valley, fabricado por Home Retail Group, Inglaterra, h. 1925, baquelita.

El galerista Rafael Ortiz comenzó su colección de baquelitas y otros plásticos hace veinte años. Empezó a enamorarse del material con las primeras piezas, que encontró en mercadillos, y luego fue creando una red de «intereses baquelíticos» que le han permitido reunir objetos de muy diversas tipologías, unas anónimas y otras de creadores reconocidos como Raymond Loewy, Isamu Noguchi. Gio Ponti o Philippe Starck. Ortiz ha comisariado esta exposición junto a Luis F. Martínez Montiel. El recorrido por la misma tiene algo de viaje nostálgico; de devolver el protagonismo a cosas que un día dejaron de ser cotidianas, como esas radios de líneas curvas que parecen pedir ser acariciadas, los juguetes de otra época, o esos teléfonos contundentes en los que es tenemos que reconocer (aunque sea difícil) el parentesco con los que ahora nos metemos en el bolsillo. El filósofo y escritor Roland Barthes señaló sobre el plástico: «era un asunto de alquimia, de trasmutación asombrosa de un material, que había aterrizado en los hogares, y que era quizás la primera sustancia mágica que había consentido hacerse prosaica». Por eso sigue en pie y por eso se merece una exposición como esta.

 

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