Por primera vez se rinde homenaje al grupo de ilustradores españoles que con sus trazos y dibujos acompañaron a la modernidad en su paso por España. El título bajo el que se les tributa es Cambio de luces. Ilustración española de los setenta; una muestra curatoriada por Felipe Hernández Cava y que se puede visitar en el Museo ABC de Madrid hasta el 7 de febrero
Son cinco mujeres y seis hombres con un total de 114 obras los que nos dan a conocer el cambio que experimentó España a partir de 1970 en el terreno de la ilustración.Un trabajo que a ojos de la crítica ha sido calificado en ocasiones de infantil,quizás por la impresión y la estética que se percibe a simple vista, porque en cuanto a lo que realmente significó y supuso su discurso en relación con las nuevas pedagogías de la democracia, fue toda una revolución. Una revolución en trazos.
Todos los autores presentes en la exposición vivieron los años finales del franquismo y los primeros de la nueva etapa política;por tanto asimilaron en sus trabajos ese cambio de la represión a la libertad, y de la censura creativa a la aceptación de lo heterogéneo. Unas ideas que también se canalizaron en los propios ilustradores que comenzaron a poner en tela de juicio el valor de la figura del ilustrador, reclamando la importancia de su papel equitativamente con la del escritor de los textos. Entre otros aspectos solicitaron «que se pusiera nuestro nombre en la cubierta de los libros, algo impensable en ese momento» señala el ilustrador Miguel Ángel Pacheco.
La causa por la que protestaban no era para menos, ya que si rompieron de lleno con algo fue con dar vida propia a la ilustración; el dibujo debía contar por igual que las palabras del texto, ambos narran la misma historia pero con matices diferentes.Como si de un cuento infantil se tratase, se podría decir que la ilustración hasta entonces había sido la niña pequeña dependiente de la mano adulta, pero se soltó y empezó a opinar por si misma en los hechos y personajes. Esto conllevó a que la ficción despertase aún más en la imaginación del lector para recrear la historia.
Por otra parte, cuesta creer que los once artistas que se muestran ahora en el Museo ABC, hayan mantenido algún nexo en común; ya que sus estilos son tan variados como sus individualidades.Los diversos lenguajes que utiliza cada uno abarcan desde la brillantez de colores en las animaciones de José Ramón Sánchez (Santander, 1936); las escenas multitudinarias y detallistas de los estereotipos del nacionalismo catalán de Pilarin Bayés (Vic, Barcelona, 1941); la línea de influencia oriental de los dibujos de Karin Schubert (Postdam, Alemania, 1944), hasta las ilustraciones de Carmen Solé Vendrell (Barcelona 1944) con la extrema sensibilidad en el trazo que retrata las causas sociales.
En palabras del comisario, Hernández Cava,«esta es una exposición de once de los mejores ilustradores españoles de los años setenta del pasado siglo, que modificaron el rumbo general del dibujo español y volvieron a sintonizar plenamente con una modernidad con la que, por razones políticas, no habíamos podido mantener hasta ese momento un diálogo fluido». Lo que no quedan son razones para perderse este viaje al pasado aún para muchos sin descubrir.