Para celebrar los sesenta años que han transcurrido desde que José Lázaro Galdiano mostrase en el Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa por primera vez al público la colección que había reunido durante su estancia en Nueva York, la Fundación-Museo que lleva su nombre en Madrid acoge una muestra de estas piezas, que fueron las últimas adquiridas por este coleccionista.Esta exposición se puede visitar hasta el próximo 20 de marzo
José Lázaro ya había abandonado España al inicio de la Guerra Civil y se había establecido en París, pero viendo el clima bélico que se respiraba en Europa, y aconsejado por algunos amigos franceses, decide marcharse a los Estados Unidos el 9 de noviembre de 1939, tenía 77 años, y lo hace a bordo del transatlántico Rex2. Decide instalarse en la ciudad de Nueva York, donde permanece hasta 1945, fecha en la que regresa de nuevo a España.

Fotografía de José Lázaro Galdiano, h. 1940 © Museo Lázaro Galdiano, Madrid. Arriba, Gran vaso, denominado Copa del Emperador Rodolfo II, segunda mitad siglo XVII, piedras duras, cincelado ©Museo Lázaro Galdiano, Madrid.
En la ciudad neoyorquina se instala en el Hotel Pierre en la Quinta Avenida, un lugar muy cercano a las grandes galerías de arte, como Hammer, Shaeffer, Parke-Bernet, Demotte, Wildenstein (donde organizó la exposición Lucas and his son en marzo de 1942) o Durlacher Bross.
Gracias a su amistad con Walter W. S. Cook, fundador y director del Institute of Fine Arts y especialista en arte medieval español y al que había conocido en alguno de sus frecuentes viajes a España, Lázaro entabló relación con algunos coleccionistas, museos y galeristas de la ciudad, como la Kress Foundation o Paul J. Sachs (director del Fogg Arts Museum de la Universidad de Harvard).

Medallón de plata con cabeza de Sileno, Cultura Helenística, h.300-200 a.C. © Museo Lázaro Galdiano, Madrid.
Integrado en la vida cultural y artística neoyorquinas, Lázaro Galdiano impartió alguna conferencia como la que tuvo lugar el 18 de mayo de 1944 en el Institute of Fine Arts sobre La elegancia de la raza española. La joyería y la orfebrería, que fue muy elogiada por la prensa neoyorquina.
Lázaro Galdiano, que quería ampliar su colección de arte y bibliográfica medieval y renacentista español y europeo, empezó a ser asiduo visitante de galerías como James ST L. O’Toole, Shaeffer, Kende y Parke-Bernet, en donde adquirió la mayoría de las piezas que forman la Colección de Nueva York.

Capricho alegórico: la avaricia, de Eugenio Lucas Velázquez, 1852, óleo sobre tabla © Museo Lázaro Galdiano, Madrid.
Compró también las obras procedentes de la venta Hearst (formó parte del Comité Hearst, reunido en marzo de 1941 con el fin de seleccionar una serie de obras de la colección para venderlas a beneficio de las mujeres y los niños necesitados) en la galería Hammer en enero de 1941 (como la excepcional Madonna Cernazai de Niccoló di Giovanni Fiorentino).
Cuando en 1945 regresa a España lo hace acompañado de esta colección que ha reunido durante estos cinco años en Nueva York. Pero primero recala en Portugal, en concreto en el Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa, donde se expone por primera vez al público. Esto fue debido a que mediante la mediación del embajador portugués en Washington, Lázaro pide permiso al Gobierno luso para que las obras permanezcan en este museo mientras tramitaba los permisos correspondientes para poder trasladarla a Madrid.

Madonna Cernazai, de Niccolò di Giovanni Fiorentino, h. 1480-90, piedra de Istria © Museo Lázaro
Galdiano, Madrid.
En abril de ese año llegan las obras a bordo del barco Quanza al museo lisboeta, embaladas en trece cajas, y «valoradas a efecto del seguro en 100.000 dólares, exigiendo un depósito de garantía bancaria de 620.000 escudos que fue asumido mediante garantía del Estado», comenta sobre su traslado a Portugal Carmen Espinosa, conservadora del Museo Lázaro Galdiano y comisaría de esta exposición.
Durante el mes de mayo Lázaro trabaja en la catalogación de las piezas y el 21 de junio, fecha de la inauguración de la exposición, se presenta también un catálogo razonado. La muestra permaneció abierta hasta octubre, aunque las obras se quedaron embaladas en este museo durante un año más.
Esta exposición fue recogida por la prensa portuguesa, donde destacaron piezas como la Taza de Julio César, el conjunto de esmaltes bizantinos (los conocidos como esmaltes Botkin) y el gran vaso de cristal de roca Copa del emperador Rodolfo, la colección de esmaltes (entre ellos, el Tríptico de la Pasión), los bronces, marfiles, joyas (sobre todo, el estuche de oro esmaltado en forma de libro, atribuido a Cellini). Además, Lázaro dio una conferencia que versaba sobre la influencia de los coleccionistas hispánicos en la historia del arte.

Taza Aldobrandini, Roma, h. 1570-80, plata dorada © Museo Lázaro Galdiano, Madrid.
En el mes de julio el coleccionista llega a España y se hace cargo de su palacio Parque Florido (Madrid), donde en 1939 se había instalado el Consejo Supremo de Justicia Militar, y comienza las obras de reforma del edificio. En noviembre de 1946 las piezas salen de Lisboa y llegan a la estación de Delicias (Madrid), «donde quedan retenidas en la aduana hasta el 13 de enero de 1947 que son entregadas en Parque Florido», comenta Carmen Espinosa.
Todo el año de 1946 lo dedica el coleccionista a la preparación de la llegada de la Colección de Nueva York «realizo obras, revisó a fondo las piezas devueltas por la Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico, lo que motivó una salida importante de pinturas y de objetos por necesidad de espacio, como leemos en una carta dirigida por Lázaro al coleccionista catalán Santiago Rocamora, fechada en Madrid el 9 de enero de 1947, cuatro días antes de la entrega de las piezas: ‘V. manifestó deseos de adquirir algunas piezas de las que yo he de vender, por falta de local para dar entrada en mi casa, saturada de arte, a mis colecciones de Nueva York y París'», añade Carmen Espinosa.

Gran Plato con las armas de Felipe III el Bueno, Manises (Valencia), segundo tercio del siglo XV, cerámica esmaltada, reflejo metálico © Museo Lázaro Galdiano, Madrid.
Ya con la colección de Nueva York en casa, Lázaro comenzó a preparar la edición del catálogo en castellano. Una labor que quedó interrumpida por la muerte del coleccionista el 1 de diciembre de 1947. Y aunque quiso acabarlo su amigo, albacea testamentario y primer conservador de las colecciónes, Antonio Rodríguez-Monino, «tampoco pudo hacerlo. Por esta razón, al cumplirse sesenta años de la exposición celebrada en Lisboa, hemos hecho realidad el deseo de Lázaro publicando el catálogo de su Colección de Nueva York.», finaliza Espinosa.
Este catálogo ha seguido el mismo orden que dio José Lázaro Galdiano cuando lo publicó para la exposición Colección Lázaro de Nueva York del museo de Lisboa.