Con un total de ochenta obras, de las cuales, algunas no se han visto nunca antes en España, aterriza una retrospectiva sobre Eduard Munch en el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid. Lo extraordinario de esta exposición, Munch. Arquetipos, es que rompe moldes y clichés del creador al indagar el discurso expositivo sobre su verdadero valor: concentrar en una imagen temas humanos tan universales como el amor, los celos, la muerte o la melancolía. En Descubrir el Arte de octubre le dedicamos un amplío dossier a la trayectoria del artista
Corría el año 1984 cuando se celebró la última exposición en España sobre el artista noruego. Fue toda una expectación, ya que habían transcurrido casi treinta años desde que algunos expertos anunciasen la valía de la obra de Munch, y el deber del mundo del arte por reconocerla de manera internacional.Hoy en día el objetivo se ha cumplido, y como bromeó en la rueda de prensa Guillermo Solana «tiene el privilegio de haberse convertido en un artista con emoticono propio en las aplicaciones tecnológicas». En realidad su figura no, sino la obra estereotipada de su trabajo: El grito.
- El artista y su modelo, 1919-1921.Óleo sobre lienzo. Munch-museet, Oslo.
- «El grito», 1895. Lápiz litográfico y tinta china. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
- Adán y Eva, 1909. Óleo sobre lienzo. Munch-musset, Oslo.
Precisamente de rupturas con las etiquetas e iconos es de lo que trata este discurso expositivo, curatoriado por Paloma Alarcó, jefe de conservación de pintura moderna del Museo Thyssen, y Jonove Steihaug, director de colecciones y exposiciones del Munch Museet.»Lo que estamos intentando con nuestras muestras es adentrarnos en las nuevas corrientes de la historiografía contemporánea, que consisten en abandonar los grandes tópicos para presentar a los artistas vistos desde otros ángulos», señalaba Alarcó. De la obra de Munch cabe decir muchas cosas, pero la narración del discurso ha evitado el encasillar en compartimentos estancos sus piezas según ‘épocas’, que a su vez se limitan por años.» En este trabajo hemos partido de que Munch es un pintor que supo muy bien fusionar esas barreras de lo personal y lo universal para mostrar asuntos que todo el mundo puede compartir», concluye la curadora.

En portada, «La tormenta», 1893.Óleo sobre lienzo. The Museum of Modern Art, Nueva York. Sobre estas líneas, «Bajo las estrellas»,1900-1905.Óleo sobre lienzo. Munch-museet, Oslo.
Otro san martín que se ha cargado sobre las espaldas de Munch, es que cuando regresa a Noruega en 1909, e ingresa en sus últimos años en un psiquiátrico, su obra pierde fuera. Una premisa cuando menos cierta, como demuestra la serie de pinturas de Mujer vampiro; en la cuál está desarrollado el planteamiento de años anteriores sobre esa absorción y posesión que ejerce el amor tanto a nivel psicológico como físico.Es entonces en este universo creativo, que se acentúa aún más la carga emocional vista en El grito de finales del siglo XIX. También los retratos de mujer pelirroja, narran con una evidencia clara (valga la redundancia), el perfil de la femme fatale o la femme fragile que estaban ocupando no sólo los temas pictóricos postimpresionistas o simbolistas, como los de Tolouse Lutrec, sino además los literarios, teatrales, etc.
A tenor de esta relación con otras disciplinas artísticas, es transcendental señalar la estrecha colaboración a lo largo de la trayectoria de Munch con el dramaturgo Henrik Ibsen; para quién elaboró distintas escenografía, cuyos temas hablaban de la muerte y la enfermedad, como en las propias piezas del creador plástico.Inclusive, y no quedaría forzado, hablar de un reflejo en la pintura de Munch de esos sonidos estridentes de las composiciones de August Strindberg; músico con el que mantuvo una amistad.
«Munch es un artista muy literario, muy narrativo – resaltaba Paloma Alarcó- igual que lo es el arte contemporáneo actual. Sobre todo hay un aspecto que lo ejemplifica muy bien, y es el hecho de la reiteración de temas en sus obras, pero trabajados con diferentes técnicas y materiales. Lo que le permite aportar matices y hallazgos nuevos al contenido emocional». Casi podríamos mirarlo como una idea metafísica, que tiene mucho que ver con el concepto del continuo retorno. En las diferentes versiones del grito o del beso, que el Thyssen expone en grabado, choca al espectador, que a pesar de ser una imagen tan asimilada en su interior, la impresión no es la misma; habla de algo similar desde una perspectiva diferente. Igual que la exposición.
Queda añadir la enorme generosidad por parte del Museo de Munch de Oslo, junto a la de otros coleccionistas privados como el mexicano Juan Antonio Pérez Simón, sin los cuales el discurso hubiera quedado demasiado flaco.
Información útil
Además de la muestra, el Museo Thyssen Bornemisza de Madrid ha organizado una serie de actividades paralelas entre las que se encuentran ciclos de cine, teatro y jornadas de arte, y que puedes consultar aquí .También el visitante que lo desee, podrá adquirir el catálogo de la exposición en la tienda del museo, y el Cuaderno de viaje. Noruega y Edvard Munch, escrito por Paloma Alarcó, comisaria, y Clara Marcellán, con fotografías de Gisela Fernández-Pretel. Esta última publicación recorre los lugares del fiordo de Oslo en los que residió el pintor y que inspiraron muchas de sus obras.
Para los lectores de Descubrir el Arte, en el número de octubre, además de ser Munch nuestra portada, se dedica un amplío dossier escrito por Valeriano Bozal, Manuel Antón y Marie-Claire Uberquoi sobre diferentes aspectos de la trayectoria del artista así como de la exposición.
S. VALVERDE
Quisiera saber si se puede conseguir el libro Cuaderno de Viaje de Edvard Munch.. Vivo en Valencia, o sea lejos de donde se celebró la exposición.
Mi sobrina estudió Artes Plásticas en Panamá y su pre tesis la hizo sobre la vida de E. Munch.
Y me gustaría obsequiarle el libro.
Gracias.
El libro lo están vendiendo en muchas librerías. En concreto, lo tienen en La Casa del Libro, si no hay librería de ellos en Valencia lo puedes comprar en su página web.