En el Palacio Barberini se ha inaugurado una excepcional exposición de la producción gráfica del «príncipe» del Barroco italiano, que además exhibe, pinturas, esculturas, manuscritos y objetos del artista. Una selección de 120 obras que permite documentar casi toda la trayectoria artística de este autor italiano y muchos de sus proyectos clave para la Ciudad Eterna. Hasta el 24 de mayo
La sede más prestigiosa, el Palacio Barberini, despliega una excepcional exposición comisariada por Jeannnette Stoschek, directora del Gabinete de Dibujos y de Estampas del Museo de Lipsia, y por Sebastian Schütze, director del Instituto de Historia del Arte de la Universidad de Viena, así como por Giovanni Morello, responsable de los Museos de la Biblioteca Apostólica Vaticana y conocido estudioso de la obra de Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598 -Roma, 1680). Es la primera vez que se ha conseguido reunir este gran corpus y la única de esta envergadura dedicada a la producción gráfica del «príncipe» del Barroco italiano, que, además de los dibujos, expone esculturas y objetos realizados por el mismo autor.
Se ha logrado «devolver» temporalmente a Roma una selección de 120 obras, en su mayoría dibujos procedentes de Lipsia, que ya dedicó a este tema la exposición Bernini, Erfinder des baroken Rom, clausurada el pasado mes de febrero. De hecho, el Museum der bildenden Künste de Lipsia custodia uno de los más conspicuos fondos de dibujos de Giovan Lorenzo Bernini: 200 ejemplares que ilustran toda la actividad artística del maestro barroco. Pertenecientes en parte a la colección de la reina Cristina de Suecia, fueron adquiridos por la ciudad de Lipsia en 1713 a un anticuario romano. Un precioso archivo que, atravesando diversas vicisitudes, documenta casi toda la trayectoria artística de Bernini y muchos de sus proyectos clave que han marcado tan profundamente la faz de Roma, produciendo ejemplares modelos del Barroco en Europa y en el mundo.
De las obras presentadas del «dibujante», y gracias al Museo de Lipsia, que posee el núcleo más conspicuo de autoría probada de Bernini, se exhiben 80 dibujos, de los cuales 50 proceden de Lipsia, unidos a pinturas, bocetos y manuscritos.
El talento creativo de Gian Lorenzo Bernini resulta exhaustivamente evidenciado en esta exposición al haber convocado todas las tipologías, desde los velocísimos esbozos hasta los dibujos de fino acabado, desde figuras a arquitecturas y artes decorativas.
Así pues, cuelgan, entre otros, los dibujos para la Capilla Chigi en Santa María del Popolo y para la Capilla Cornaro en Santa María de la Victoria con el estremecedor Éxtasis de Santa Teresa y también para la elaborada fuente de los Cuatro Ríos en la plaza Navona, del genio del barroco.
Del Bernini dibujante se añaden todas las «academias» que el artista siguió realizando, hasta en 1675 cuando estaba en París, además de los retratos, que demuestran su capacidad de interpretar a losl personajes, así como sus autorretratos. Y por si fuera poco, se pueden ver tres caricaturas, un género que recuerda al maestro como uno de sus fundadores.
Especialmente numerosos son los dibujos dedicados a la Basílica de San Pedro y su decoración durante los pontificados de Urbano VIII Barberini y Alejandro VII Chigi, desde el Baldaquín a la tumba del Papa Barberini, de la Cathedra Petri a la columnata de la plaza de San Pedro y a la Escala Regia, así como los dos aguafuertes de 1651 que inmortaliza las máquinas pirotécnicas de los fuegos artificiales –encendidas el 21 y 22 de octubre de 1651, en la plaza de España delante del Palacio, actual embajada de nuestro país–, que celebraban el nacimiento de la Infanta de España. Sorprendente se demuestra el proyecto para el sepulcro del papa Urbano VIII de 1627, realizado a cuatro manos, por Bernini y Borromini: el diseño escultórico firmado por Bernini y el arquitectónico por Francesco Borromini –al que el escultor dejaba la parte más engorrosa de los cálculos– antes de declararse rivales y hasta enemigos según la crónica.
Se sabe que para Bernini el conocimiento del dibujo y su constante práctica eran fundamentales para sus proyectos artísticos, tanto en la escultura como en la pintura, además de útiles herramientas para ahondar en la obra de uno de los máximos exponentes del Barroco, como brinda esta cita puntual, que se extenderá y completará con Barroco en Roma, de próxima apertura en la capital italiana.
Y valga esta exposición como respuesta al acto vandálico perpetrado por algunos hinchas holandeses en uno de los monumentos más representativos del Barroco romano, la fuente de la Barcaccia realizada por Pietro y Gian Lorenzo Bernini en la visitadísima Plaza de España.
Carmen DEL VANDO BLANCO