Fernando II de Aragón, el rey que construyó un imperio

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La exposición Fernando II de Aragón, el rey que imaginó España y la abrió a Europa, en el palacio de la Aljafería de Zaragoza, muestra el mundo político, artístico, social y cultural de su reinado a través de 150 piezas procedentes de ocho países. Por primera vez, se podrán contemplar cinco de los retratos individuales que se pintaron del rey y los de Isabel y Fernando, procedentes de la colección de la reina Isabel II de Inglaterra y que salen por primera vez del Reino Unido

Esta exposición forma parte de un gran proyecto que realizará distintas exposiciones sobre el reino de Aragón, la razón de que hayan comenzado con la figura de Fernando II (Sos, 10 de marzo de 1452-Madridejo, 23 de enero de 1516), que representa casi ya el final de la monarquía aragonesa, según Javier Callizo, director general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, «tiene mucho que ver con la proximidad de la celebración en 2016 del quinto centenario de su muerte, y queremos aprovechar esta efeméride redonda para reivindicar una vez más la figura de este rey, que fue un monarca fundamental, como así fue reconocido por los príncipes europeos del Renacimiento, en la génesis de España, en el proyecto de unidad de los reinos peninsulares, con el que sentaba las bases de lo que sería la arquitectura política del país que todavía conocemos y al mismo tiempo fue el gran monarca universal, el Carlo Magno de le época, utilizando una analogía famosa».

La exposición está construida en torno a 150 obras que recuerdan sus cincuenta años de reinado, las obras en sí mismas son magníficas, pero su valor aumenta al verlas en conjunto, en un discurso expositivo que destaca por su coherencia y que aporta una lectura muy interesante del papel político de este monarca y de su visión universal. Ha sido comisariada por los profesores Carmen Morte, Ángel Sesma y José Félix Méndez.

Fernando II de Aragón, pintor inglés anónimo, h. 1500-10, Royal Collection Trust / @ Her Majesty Queen Elizabeth II, 2015. Arriba, detalle del retrato.

Fernando II de Aragón, pintor inglés anónimo, h. 1500-10, Royal Collection Trust / @ Her Majesty Queen Elizabeth II, 2015. Arriba, detalle del retrato.

Un proyecto muy complicado por la cantidad de piezas reunidas y por la variedad de procedencias, 78 instituciones prestadoras de la mayor parte de los países europeos, de los principales museos de Europa y con una particularidad, se han logrado reunir todos los retratos que existen en el mundo de Fernando II de Aragón, y que en algunos casos, nunca habían salido de su residencia habitual, como el caso de los retratos de Fernando y de Isabel, que forman parte de la Colección Real de Isabel II del Palacio de Windsor.

Lo primero que hay que señalar es que en este caso el continente de la exposición se ajusta como un guante al contenido porque el magnífico palacio mudéjar de la Alfajería, que después de la reconquista en 1118 por Alfonso el Batallador pasó a ser la residencia de los reyes aragoneses, acogió a los Isabel y Fernando cuando visitaban Aragón. «La exposición está desplegada en las salas que eran las de los Reyes Católicos, y en los techos se pueden ver el yugo y las flechas de finales del siglo XV, símbolos de los monarcas, y que se pueden contemplar en distintas obras exhibidas en la propia exposición», comenta Carmen Morte, una de las comisarías de la muestra.

Isabel II de Castilla, pintor inglés anónimo, h. 1500-10, Royal Collection Trust / @ Her Majesty Queen Elizabeth II, 2015.

Isabel II de Castilla, pintor inglés anónimo, h. 1500-10, Royal Collection Trust / @ Her Majesty Queen Elizabeth II, 2015.

El itinerario de la exposición se articula en cuatro ámbitos: La conciencia de un Linaje, El Centro de una Gran Constelación, Un Mundo Interior de Contrastes y El Reconocimiento de Fernando de Aragón como Monarca Universal. Entre las obras seleccionadas figuran pinturas, esculturas, orfebrería, joyas, armas, grabados, miniaturas, documentos, textiles y cerámicas, en un arco cronológico que va de 1452 a 1516, desde finales del Gótico a principios del Renacimiento. Para la ocasión, una veintena de piezas han sido restauradas por la dirección general de Patrimonio Cultural de Aragón.

Un gran árbol genealógico de los Reyes de Aragón da la bienvenida al visitante en la Escalera de los Reyes Católicos y le introduce en la primera parte de la exposición, La conciencia de un linaje, que a su vez está dividida en tres salas, las dos primeras se sitúan en las salas conocidas como de los «pasos perdidos», anteriores a la del Trono, y la última, en el Salón del Trono. Se muestra la «genealogía real, los antepasados más próximos de Fernando II y su descendencia –explica Carmen Morte–. Aquí están los cinco retratos individuales de medio cuerpo de Fernando el Católico, pintados al óleo sobre madera, procedentes del Museo de Poitiers, del Kunsthistorisches Museum de Viena, del Staatlichen Museen-Gemäldegalerie de Berlin y de la Society of Antiquaries de Londres. Junto a ellos los retratos de Fernando II y de Isabel de Castilla (1500-1510), procedentes de Windsor».

Sala del primer ámbito de la exposición. Foto: Carlos Moncino.

Sala del primer ámbito de la exposición. Foto: Carlos Moncino.

También se exhiben las capitulaciones matrimoniales (fechadas el 18 de octubre de 1469 en Valladolid), el estoque de ceremonia que viene de la Armería del Palacio Real y una vitrina con exquisitas joyas, y que algunas de ellas están reproducidas en los retratos, como dos que vienen del Victoria&Albert Museum de Londres (un colgante en forma de cruz de oro con rubíes y perlas y una insignia de sombrero), el repostero con el lema Tanto Monta de la Catedral de Toledo, con brocado de oro y el escudo de armas de los soberanos, o la gran escultura en madera policromada de Fernando, de Felipe Vigarny (h, 1520), procedente de la Capilla Real de Granada, y que es la primera vez que abandona su emplazamiento.

El centro de una gran constelación muestra las relaciones de Fernando II con reyes, príncipes, papas, cardenales, intelectuales y militares (Colón, el Gran Capitán, Boabdil, el conde de Tendilla, el cardenal Mendoza, Maximiliano de Austria o Maquiavelo), en un discurso que reflexiona sobre la dimensión política de su reinado. Se pueden ver objetos como la espada jineta de Boabdil, que es excepcional porque conserva la vaina (hay muy pocas el mundo); la espada de Fernando de Córdoba; piezas litúrgicas de la capilla del Condestable de la catedral de Burgos; retratos del emperador Maximiliano I, de Felipe el Hermoso (Colección de Ambras de Viena) y el del papa Alejandro VI; la escultura funeraria del inquisidor Pedro Arbués; el excepcional retrato en alabastro policromado del cardenal Cisneros, de Felipe Vigarny y Fernando del Rincón, y dos documentos importantes, el del papa otorgándole la investidura del reino de Nápoles y la Bula de Alejandro VI que concede a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos.

Una de las salas de la muestra en el palacio de la Alfajería. Foto: Carlos Moncín.

La Sala del Trono en el palacio de la Alfajería. Foto: Carlos Moncín.

El tercer ámbito, Un mundo interior de contrastes, hace un recorrido por «la manifestación material de sus sentimientos: encargos que realizó para honrar sus devociones, gustos y aficiones, además de otros objetos religiosos de su época… –explica la comisaría sobre este apartado–. Recibe al visitante una obra excepcional porque se han conservado muy pocas en el mundo y la única en España, el conocido como Reloj de Pozuelo de Aragón, una pintura al temple sobre tabla con el escudo del Señal Real de Aragón y del abad de Veruela, Gonzalo Fernández de Heredia y Barjadil, que sabemos que es del siglo XV porque aparece la heráldica de este abad. Permaneció tapado con un lienzo, y hace pocos años se descubrió al ser restaurado».

San Miguel arcángel, de Miguel Ximénez, 1485-95, pintura al óleo sobre tabla, 140 x 75 cm © Archivo Fotográfico. Museo Nacional del Prado. Madrid.

San Miguel arcángel, de Miguel Ximénez, 1485-95, pintura al óleo sobre tabla, 140 x 75 cm © Archivo Fotográfico. Museo Nacional del Prado. Madrid.

También se expone una selección de pinturas devocionales realizadas en Aragón a finales del Gótico, entre ellas destacan un San Miguel Arcángel de Miguel Ximénez, 1485-95 (del Prado), el San Lorenzo mártir de Tomás Giner (iglesia de San Lorenzo de Magallón) o el Nacimiento de san Juan Bautista de Pedro García de Benabarre, h. 1473-82 (MNAC). Y del Renacimiento, un estandarte procesional  con la Virgen y el Niño de doble cara procedente de la catedral de Sassari (Cerdeña) y dos tablas que se han reunido por primera vez procedentes del retablo de la Virgen de la Misericordia realizado para la iglesia de Santa María la Mayor de Zaragoza en 1479 por Bartolomé Bermejo y Martín Bernat. Hay distintos objetos de orfebrerías y libros como misales y cantorales.

La estancia del burgo. Foto: Carlos Moncín.

Recreación de la Estancia del Incendio del Borgo, junto al Torreón del Trovador. Foto: Carlos Moncín.

Y, por último, el cuarto ámbito, El reconocimiento de Fernando de Aragón como Monarca Universal, donde se ha recreado, junto al Torreón del Trovador de la Aljafería, la Estancia del Incendio del Borgo del Vaticano, diseñada por Rafael en 1514-1517, y mandada hacer por el papa León X, donde encargó que se pintase el retrato del monarca, junto a Carlomagno, Lotario I, Astolfo y Godofredo de Bouillon como uno de los cinco pilares de la cristiandad.

Indicador horario del reloj del monasterio de Santa María de Veruela, 1475/76-79, pintura al temple sobre tabla, 200 x 145 cm, Pozuelo de Aragón. Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora. Obispado de Tarazona. Fotografía: José Garrido Lapeña.

Indicador horario del reloj del monasterio de Santa María de Veruela, 1475/76-79, pintura al temple sobre tabla, 200 x 145 cm, Pozuelo de Aragón. Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora. Obispado de Tarazona. Fotografía: José Garrido Lapeña.

Como complemento a todos los objetos expuestos, se han incluido unos interesantes textos que ayudan al visitante a comprender la figura del rey y el contexto político y social de la época.

Ángela SANZ COCA

 

 

 

 

 

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