La exposición A su imagen. Arte, cultura y religión recorre diez siglos de arte sacro, del X al XX, a través de algunos de los hitos que narran la historia sagrada y de la Iglesia. Abierta hasta el 12 de abril, se encuentra en Fernán Gómez, Centro Cultural de la Villa en Madrid, y destaca por la calidad y variedad de estilos de las más de cien piezas que la componen
Procedentes de 22 diócesis y de colecciones públicas y privadas, las obras seleccionadas -según indican desde el Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa- «reflejan la multitud de estilos con los que la Iglesia ha representado su mensaje y la capacidad que tiene el arte para humanizar y para narrar una historia que sigue siendo sugerente en la actualidad». La mayoría de ellas (pinturas, esculturas, tapices y orfebrería) fueron encargos del clero y la alta nobleza en épocas en que los acontecimientos políticos y sociales tenían un profundo trasfondo religioso. Por el interés de la exposición, en Descubrir el Arte 191 (el número correspondiente a enero, ya en el quiosco) le dedicamos un artículo elaborado por María Blanco Conde.
Organizada temáticamente desde la Creación hasta el Juicio Final, la muestra se detiene en episodios como el diluvio universal, la construcción de la torre de Babel, el bautismo de Cristo o su crucifixión; y da protagonismo a jueces y mujeres fuertes de la Biblia, evangelistas y ángeles, Pedro, Pablo, padres y doctores de la Iglesia… Todo ello a lo largo de catorce salas en las que se reúnen obras de grandes y reconocidos artistas como Velázquez, Goya, Murillo, Zurbarán, Rubens, Tintoretto (en la imagen superior, su obra: Judit y Holofernes, procedente del Museo del Prado), Joan de Joanes, el Greco o José Gutiérrez Solana, a quien pertenece la obra más moderna de la exposición: La procesión de la muerte. Este óleo, fechado en 1930, procede del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y es una macabra e impactante procesión en la que se ha reconocido un homenaje a las vanitas de Valdés Leal, artista también representado con su In ictu oculi, realizado entre 1671 y 1672 y recién restaurado. Ambos cuadros forman parte de la sección «Polvo eres y al polvo volverás», en la que el comisario de la muestra, Isidro G. Bango Torviso conduce al «enfrentamiento del hombre con su vida diaria, en el que se debate entre el carpe diem horaciano y el mundo de la moral cristiana».
Tras ese capítulo solo queda el del Juicio Final, para el que se ha logrado reunir excepcionalmente las distintas tablas que componen el tríptico de Vrancke van der Stockt, dispersas en distintas instituciones. Antes, el visitante de la exposición habrá tenido la ocasión de reconocer a la Virgen niña en la obra de Zurbarán o al arcángel San Gabriel de Gregorio Fernández y recuperar pasajes de vidas de santos, como el de la tentación de santo Tomás, con la escena «narrada» por Velázquez en la que el santo desfallece sostenido por ángeles tras vencer a esa tentación representada por una cortesana que huye.