En el Imperial War Museum de Londres, creado para celebrar la victoria en aquella según decían «guerra para acabar con la guerra», se exponen cuadros con multiplicidad de interpretaciones que desafiaron el concepto de la guerra gloriosa o el deber patriótico y mostraron en toda su crudeza la realidad de las trincheras y los campos de batalla
En este año que está ha punto de terminar se han celebrado infinidad de actos y exposiciones en toda Europa que han conmemorado el centenario de la I Guerra Mundial. Descubrir el Arte ha dedicado en la revista de diciembre un amplio artículo a la muestra Thruth and Memory (Verdad y Memoria), que podrá verse en Londres hasta el 8 de marzo. Esta exposición es la mayor realizada a este tema en Inglaterra desde 1920.
El autor del artículo, Michael Alpert, ha analizado cómo las pimeras representaciones artísticas que se hicieron de la Gran Guerra siguieron el ejemplo de la pintura del siglo anterior al mostrar el conflicto militar como una mera cuestión de cargas a caballo o con la bayoneta calada, según la visión heroica de aquella época, la que mostraba el triunfalismo del pujante imperialismo británico.
A diferencia de este triunfalismo bélico, una nueva generación de artistas, casi coetáneos y muchos de ellos compañeros de estudios en el Instituto Slade de la Universidad de Londres, se esforzaron por representar la realidad de la guerra moderna. Muchos de estos artistas fueron reclutados y vivieron en primera persona el horror de los campos de batalla y eso es lo que reflejan sus obras: el ruido constante de los obuses, la destrucción de los cuerpos, la agonía mortal causada por los gases venenosos, la vida en las trincheras fangosas, las ratas o el olor de los cadáveres en descomposición.
En cuanto al lenguaje plástico, también rompieron con la generación anterior, influenciados por el postimpresionismo francés que se había presentado en Inglaterra en 1910 y 1912 y que les causó un hondo impacto.
Así, artistas como Paul Nash o Christopher R. W. Nevinson pintaron grandes lienzos donde se mostraban paisajes destruidos por la artillería o cientos de cuerpos caídos en las zanjas; John Singer y Gilbert Rogers mostraron en sus obras los estragos de los gases en los cuerpos de los soldados, o los artistas que sirvieron en el cuerpo sanitario realizaron cuadros de un realismo lacerante, como Cirugía de guerra en un puesto avanzado de socrorro, de Austin Spare.
En el artículo también hay un apartado para las mujeres artistas que reflejaron la nueva situación de la mujer en la sociedad, que por primera vez formaban parte del ejército y sustituyendo a los hombres en las fábricas. Y otro apartado muy interesante del artículo es el que ha escrito Javier Memba sobre el cine que surge a raíz de la I Guerra Mundial, con películas abogaron por el pacifismo.
Los interesados en leer el artículo entero, pueden hacerlo en Descubrir el Arte, núm. 190, diciembre, ahora en los quioscos.
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