Un recorrido por los diversos lenguajes, estilos y técnicas de Pablo Ruiz Picasso, en la Villa Fiorentino de Sorrento, hasta el 12 de octubre
Dentro de las iniciativas del programa regional «Viaje en Italia. Siguiendo las huellas del Grand Tour», la Fundación Sorrento exalta el eclecticismo del gran maestro malagueño en esta deliciosa localidad de la Campania Felix (la próspera Campania).
Aunque no está documentado el paso de Picasso por Sorrento durante sus viajes en Italia, lo que sí es cierto es que ahora ha llegado con un muestrario de toda su producción, que marca las etapas artísticas experimentadas por el artista más genial del siglo XX.
Obra gráfica, cerámica y otras obras maestras revelan un universo compuesto por signos y colores en el que encontramos ese ambiente mediterráneo, tan cercano a este sureño territorio de Italia.
Tras Aligi Sassu y Mimmo Paladino, Salvador Dalí y Mario Sironi, ahora es el turno de Picasso, cuyo Mosquetero, un óleo de 1964, ha sido elegido como símbolo de la exposición, al que se unen otras obras únicas como el otro óleo titulado La Bañista junto con los dibujos Figura con paraguas y Venus blanca.
En el apartado de obra gráfica hay catorce grabados de La suite de los saltimbanquis. Picasso, a pesar de no haber estudiado la técnica del grabado, con la ayuda de su amigo Ricardo Canal, realiza sus primeras láminas a partir de 1904. En 1913 el editor y marchante de arte Ambroise Vollard adquiere las matrices de la valiosa serie Los Saltimbanquis y la publica. A esta pertenece Le repas frugal, considerado uno de los más bellos grabados del artista; además, 32 obras de El Tricornio; las 5 de Barcelona suite, de 1966, que ilustran los diversos estilos de Picasso; las 10 de Arenas movedizas, centradas en el tema de la relación artista-modelo, que estaban destinadas para el poema de Pierre Reverdy; 31 de Historia Natural; de Balzac en Bas de Casse, en 1952, Picasso ejecuta once retratos por encargo de Fernand Mourlot, que figuran al mismo personaje bajo diferentes aspectos. Una de estas obras se utilizó para la cubierta de una edición de Le père Goroit del famoso literato.
Pensando en la tragicomedia La Celestina de Fernando de Rojas, de 1499, Picasso prepara sesenta y seis planchas sirviéndose de diversas técnicas cuyas escenas no coinciden con la narración sino que proceden autónomamente con abundancia de referencias literarias o mitológicas a los temas del eros, de los celos y de la muerte.
Para ilustrar los poemas de Luis de Góngora, precede cada una de ellos por un grabado a toda página con diecinueve cabezas de mujer formando una maravillosa constelación femenina.
En cuanto a Le cocu magnifique de Fernand Crommelynk, Picasso –que le conocía desde hacía tiempo– decide ilustrar la comedia, y crea una docena de estampas en las que resume los motivos típicos de toda su producción.
Foto: Antonino Fattorusso
Por otro lado, la Suite 347 constituye una de las más colosales empresas de 1968 del Picasso maduro, que en pocos meses realiza más de trescientos grabados en los que confluye toda su imaginación. Esta serie de naturaleza erótica, humana y sensual, delicada e irónica, fue definida como theatrum mundi por el mismo artista.
Además, a Picasso, que no se resistía a afrontar otras materias para dar rienda suelta a su imaginación, se le reconoce el mérito de haber convertido la artesanía de la cerámica en obra de arte, como se puede comprobar en la coloreada sección de las cerámicas con cinco ediciones no numeradas y diecinueve piezas de variadas técnicas, entre las que destaca la conocida serie La Paloma de la paz representada en los platos, los objetos antropomorfos y las jarras en forma de búho.
Una cita imprescindible, incluida en los itinerarios que ofrece el rico calendario de eventos, exposiciones, manifestaciones y espectáculos nocturnos organizados para este nuevo Grand Tour.
Carmen DEL VANDO