El pintor francés Pierre Bonnard es considerado uno de los fundadores de la modernidad pictórica. La Fundación Mapfre celebra ahora en Madrid una ambiciosa exposición que, organizada por temas, nos ofrece la oportunidad de acercarnos a una obra, marcada por la singularidad de sus encuadres y composiciones, su tratamiento del color y la intimidad de los temas
Pierre Bonnard nació el 3 de octubre de 1867. Una bonita forma de celebrar su cumpleaños sería, para quien esté por Madrid, acercarse a la exposición que le dedica la Fundación Mapfre. Se trata de una estupenda retrospectiva que en Descubrir el Arte nos ha servido de excusa de actualidad para dedicar a este artista un artículo en Descubrir el Arte 200, del historiador del arte José María Faerna, cuya lectura os recomendamos para comprender por qué Bonnard es una figura clave en la modernidad pictórica. El texto sirve para entender sus claves artísticas en el contexto de su época y para descubrir todo lo que esconde tras la aparente (y engañosa) facilidad de sus escenas cotidianas. La revista está a la venta en los quioscos, en nuestra web y en orbyt).
En esta reseña nos centramos en la exposición. La muestra reúne más de 80 obras, organizadas por secciones temáticas, introducidas por textos en los que se agradece la vocación didáctica. Antes de acceder a la sala, el visitante ya atisba la obra que le dará la bienvenida y en la que merece la pena detenerse. Se trata de Mujeres en el jardín, cuatro paneles que nos hablan de la fascinación del pintor francés por las estampas japonesas en rasgos como la estilización de las figuras o la ausencia de perspectiva. Estos paneles, que se crearon para formar un biombo pero que nunca se utilizaron como tal, están realizados en temple sobre papel encolado a lienzo, cada uno mide 160,5 × 48 cm y pertenecen al Museo de Orsay (París). En ellos destacan el colorido y la riqueza de la pincelada que dibuja líneas, espirales, retículas y arabescos. Esta obra forma parte de la sección titulada Un nabi muy japonista, que nos recuerda que el autor fue uno de los integrantes del grupo los nabis (profetas) con Paul Sérusier, Maurice Denis, Henri-Gabriel Ibels, Paul Ranson, Ker-Xavier Roussel y Édouard Vuillard; entre ellos, a Bonnard se le apodó como el nabi japonard. ¿Qué les unía? Su deseo de apartarse del naturalismo de sus maestros para apostar por una pintura capaz de expresar contenidos de una manera directa. «Para Bonnard la revelación fue la idea radical de la autonomía del cuadro respecto de la realidad del motivo, de que un cuadro es un universo que se rige por leyes distintas a las de la naturaleza percibida, por más que se apoye en ella», señala José María Faerna en su artículo para Descubrir el Arte 200.
A partir de 1900 los intereses de los nabis empiezan a distanciarse. La Fundación Mapfre llama la atención, en la siguiente sección (Interior) sobre la forma en la que Bonnard aborda temas como la soledad, la ternura, la incomunicación o el erotismo fijándose en escenas cotidianas. El comedor de Le Cannet con esa silla desocupada junto a la figura y un plato y un vaso vacío están cargados de soledad.
- El hombre y la mujer, por Pierre Bonnard, 1900, óleo sobre lienzo, París, Museo de Orsay.
- Comedor en Le Cannet, por Pierre Bonnard, 1932, óleo sobre lienzo, París, Museo de Orsay.

Desnudo en un interior, por Pierre Bonnard, 1912-1914,
óleo sobre lienzo, Washington, National Gallery of Art.
Entre los desnudos que protagonizan el siguiente capítulo, y en los que se aprecia cómo evolucionó su paleta de tonos intimistas a una explosión de color, hay una obra en la que merece la pena pararse. Una de esas piezas que por sí solas justifican acercarse a la exposición. Es Desnudo en un interior, una obra fechada hacia 1935 y procedente de la National Gallery of Art de Washington, en la que la composición está organizada por estratos de color organizados en zonas verticales y horizontales. Es una maravilla y un ejemplo del enorme interés que el creador tenía por el color y que en la exposición queda subrayado en Ultravioleta, la sección en la que se recogen los interiores y paisajes que Bonnard pintó en Le Cannet y Vernon: los amarillos, los blancos y los rojos deslumbran. De nuevo un motivo íntimo y cotidiano, Rincón del comedor en Le Cannet (1931), consigue atrapar al observador en un diálogo de formas cóncavas y convexas y una figura, la de Marthe (su compañera y esposa) con chal.
Antes de llamar la atención sobre esos cuadros cargados de luz y saturados de color, habremos visto en salas de la Fundación Mapfre retratos en los que Bonnard pintó a amigos y familiares mezclando objetividad y subjetividad, y autorretratos en los que trasciende mucha soledad y angustia. Impresiona el último que el pintor se realizó y en el que el lugar de los ojos está ocupado por huecos oscuros. El encuadre encajona la figura. Es estremecedor.
Nos queda por recorrer solo dos salas. Una de ellas recoge dos temas: expone obra sobre papel y se detiene en la afición de Bonnard por la fotografía, con un importante valor documental. Bonnard realizaba dibujos y acuarelas en cuadernos y los utilizaba, junto a su memoria, para pintar en el estudio. Y las fotografías, aparte de acercarnos al personaje y su entorno, hacen pensar que los encuadres recortados de sus pinturas tenían algo que ver con su forma de mirar a través del visor de su Kodak. Parte de la increíble modernidad de Bonnard está en sus encuadres y en las composiciones: el espacio sugerido es mayor que el representado, renuncia a las leyes de la perspectiva y la proporción tradicionales, yuxtapone planos forzados, en ocasiones hace suyos los formatos alargados de los kakemono.
- Desnudo en la bañera, por Pierre Bonnard, 1925, óleo sobre lienzo, Londres, Tate.
- El palco, por Pierre Bonnard, 1908, óleo sobre lienzo, París, Museo de Orsay.
Este recorrido se cierra con Et in Arcadia ego: sus grandes decoraciones en los que, según señala la presentación de la exposición, «el artista se adapta a la arquitectura del lugar que han de ocupar los distintos paneles, así como a la personalidad del cliente, sin dejar de lado la unidad estética y temática. Estos paneles, sin programa impuesto, representan escenas paradisíacas que mezclan personajes contemporáneos con seres mitológicos en completa sintonía con la naturaleza».

Juegos de agua, titulado también El viaje, por Pierre Bonnard, panel decorativo para el comedor de Misia Edwards, 1906-1910
óleo sobre lienzo, 248,6 × 298,3 cm,
París, Museo de Orsay.
La muestra, que antes pudo verse en el Museo de Orsay de París y que tras clausurar en Madrid el 10 de enero viajará a los Fine Arts Museums de San Francisco, viene acompañada de una serie de programas de visitas-taller para colegios y familias y ofrece de lunes a viernes cuatro visitas guidas. La entrada a la sala de exposiciones de la Fundación Mapfre es gratuita.
- El jardín, por Pierre Bonnard, 1936-1938, óleo sobre lienzo, Museo Moderno de la Villa de París.
- La palmera, por Pierre Bonnard, 1926, óleo sobre lienzo, Washington DC, The Phillips Collection.