Una antológica en el MEAM de Barcelona revisa la obra desde 1998 hasta la actualidad del pintor, y uno de los principales representantes españoles del Nuevo Realismo. Cofundador del grupo «La gallina ciega», su trabajo refleja sin concesiones una cruda realidad que a su vez destila una gran humanidad. Hasta el 12 de abril
El pintor Miguel Angel Mayo, «Golucho» (Madrid, 1949) abandonó España en 1964 rumbo a París, donde vivió de primera mano todos los acontecimientos políticos y sociales que tuvieron lugar en esa época y convivió con la bohemía artística.
De regreso a España en 1969, inició un camino de investigación en su trabajo, las posibilidades expresivas de la pintura dentro del realismo hasta alcanzar en los años noventa un lenguaje personal, inclasificable y de una personalidad extraordinaria. Artista inconformista, sus pinturas destacan por la profundidad y expresividad de los personajes que parece como si cobrasen vida propia a través de sus pinturas.
Golucho es cofundador del grupo La gallina ciega junto a artistas como Antonio López, Noe Serrano, José María Serrano, Roberto Manzano o Dino Valls cuyo objetivo es «mostrar y hacer evidente el arte actual de verdadera calidad, desde criterios propios de independencia intelectual y pensamiento comprometido, fundamentado y objetivable». Este proyecto está realizado íntegramente por artistas «que persiguen aglutinar obras de alto nivel con nuevos planteamientos, sirviendo como vehículo para estos fines las exposiciones, publicaciones, jornadas culturales de debate y, en último término, la materialización de espacios expositivos idóneos para la exhibición permanente del arte contemporáneo».
La antológica que ha inaugurado el MEAM muestra unos 50 cuadros que el artista ha realizado desde 1998 hasta la actualidad, unas obras que dejan traslucir la «rotunda actualidad de los cánones estéticos de un pintor de rabiosa personalidad como es Golucho», comenta . Un pintor que destaca porque refleja «sin concesiones una cruda realidad, cargada de humanidad y fuerza expresiva». Y es que el espectador frente a los cuadros del artista se siente sobrecogido porque los rostros que le miran dejan traslucir el alma del retratado y en muchos casos marcados por el dolor de la existencia.
En definitiva, Golucho pinta figuras que basculan entre lo delicado y lo sórdido, retratos que muestran a las personas y su entorno cotidiano.
Espero tener el placer de conocerte algún día en persona . Un saludo.